SABADO 6 DE MAYO DE 2000
* TUMBANDO CAÑA
Primer centenario del daiquirí
Ernesto Márquez * El daiquirí, una de los cocteles preferidos de Ernest Hemingway, cumplió 100 años. Esta refrescante bebida data de la época de guerra de fines del siglo pasado y principios de este, cuando cubanos y estadunidenses combatían contra los españoles para "liberar la tierra del colonialismo". Fue creado por un ingenioso empresario estadunidense cuando en la zona de Daiquirí, a unos 800 kilómetros al sudeste de La Habana, se le ocurrió mezclar ron, miel y limón para aplacar la sed que provocaban los intensos calores. Un buen día de 1899, cuando las tropas estadunidenses acamparon en el lugar, fue solícito a ofrecerles la bebida, la cual había bautizado simplemente como ron a la Daiquirí. Con el tiempo, la primigenia mezcla fue siendo modificada, cambiando, por ejemplo, los trozos de hielo por hielo frapé, e incluyéndole unas gotas aromáticas.
El daiquirí que tomaba Hemingway se componía de 0.25 onzas de azúcar blanca, 0.25 onzas de limón, 1.5 onzas de ron blanco, 4 onzas de hielo frappé y 5 gotas de Marrasquino, todo batido en una coctelera. Es así como se prepara hoy en día en el Floridita.
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Hace un par de veranos, un galán de telenovelas reconvertido en millonario cantante de vallenatos puso en el candelero universal los ritmos del Valle de Upar. Con su conjunto La Provincia, Carlos Vives se convirtió en todo un fenómeno de masas y su éxito recordaba al del músico dominicano Juan Luis Guerra. Pero al igual que el dominicano, su estrella empezó a menguar, a pesar de haber publicado dos discos ponchadores (La tierra del olivo y Tengo fe). Hoy en día no ha logrado recuperar aquel sitial al que lo encumbró La gota fría. Su nueva casa discográfica (EMI) no sabe qué hacer con su reciente material, El amor de mi tierra. Desde su label manager hasta la oficina de prensa se han visto lentos en la labor promocional del álbúm; en parte por el desconocimiento y el desdén hacia la música caribeña y otro tanto porque trabajan con pereza un mercado que se comporta diferente a su pulso cardiaco. Qué lastima. La labor de Carlos vale mucho la pena.
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En el Uruguay la herencia afro está viva y manifiesta en el candombe, música festiva y litúrgica cuyo origen se encuentra en el alto Dahomey y cuyas letras hablan de la añoranza de los esclavos por la madre Africa.
La tradición candombera se remite al siglo XVIII, cuando los amos blancos uruguayos permitían a los subyugados negros bailar un momento para distender los músculos; licencia que más adelante empezó a ser costumbre hasta llegar a tener un día completo, el Día de Reyes, en que los negros esclavos y libertos agradecían las bondades del amito.
Por candombe se conocía, en Uruguay, a todo lo que fuera música de tambor o fiesta de negros. Un edicto de 1839 prohíbe "los bailes denominados candombe, con el uso del tambor, por ser impropios y perturbar a esta sociedad". Edicto que tuvo poco efecto, ya que negros y criollos que gustaban del jelengue se iban a las playas de la parte sur, o bien se encerraban en sus impenetrables barrios a regocijarse con sus bailes. Un cronista de la época lo refiere: ''La costa del sur era un lugar de los candombes, vale decir la cancha o el estrado de la raza negra para sus bailes al aire libre. Si la raza blanca bailaba al compás de los instrumentos de cuerda y aliento europeos Ƒpor qué la africana no había de hacerlo al son de su tambor?". Gracias a esa ''terquedad'' es que el candombe ha trascendido hasta nuestros días como el género que identifica a La Plata. Orgullo argentino-uruguayo y motivo de grandes disputas por su verdadero origen natal.
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Rafael Lafárguez Tangañica, el tresero del grupo cubano Los Jubilados, falleció en su natal Santiago de Cuba la semana pasada. Tangañica obtuvo el aprecio del público mexicano durante su gira de tres semanas, en mayo de 1999. A pesar de ser uno de los más jóvenes de los integrantes de Los Jubilados, Tangañica sufrió una embolia, que después de cinco días en el hospital lo condujo a la muerte.
Músico lírico, fue integrante de las orquestas más importantes del puerto, hasta antes de jubilarse, en 1990. En 1994 fue invitado por Bebeto Ferrer a formar parte del grupo que estaba iniciando, Los Jubilados, en el que su gran dominio del tres, con el uso de síncopas continuas, fue siempre muy reconocido entre los músicos de Santiago.
En el estilo de los viejos grupos de son, Tangañica acostumbraba a tocar descargas muy largas y complejas, difíciles para músicos más jóvenes, que suelen reducirlos notablemente. Los temas melódicos que desarrollaba en las descargas siempre sorprendieron por su originalidad y cadencia.