JUEVES 4 DE MAYO DE 2000

Las izquierdas ante las elecciones

 

* Octavio Rodríguez Araujo *

LA OPOSICION DE IZQUIERDA en México, sea partidaria, sindical, popular o estudiantil, parece cumplir con una fatalidad que en nada la favorece: la división. Esta la vimos en las diversas marchas al Zócalo este primero de mayo, la hemos podido observar en el movimiento estudiantil de la UNAM y, bueno, qué decir de los partidos políticos, y no de ahora sino de toda la vida. Antes la izquierda se dividía, a veces con debates y otras sin éstos, por razones de estrategia a pesar de que había un mismo objetivo: el socialismo.

Unos partidos decían que el único medio para conquistar el socialismo era por la revolución, otros por reformas sucesivas en el plano electoral y parlamentario. Con el tiempo la idea de la revolución fue sustituida por el reformismo y hoy por hoy, salvo algunos pequeños grupos guerrilleros (que no todos), a lo más que se llega es a actos de rebeldía en contra de las características sobresalientes del capitalismo en diversos órdenes, pero no se lucha más por el socialismo.

El debate es otro. Si bien toda la izquierda parece luchar en contra del neoliberalismo y de la globalización, las diferencias estratégicas subsisten, pero son diferentes a las del tiempo en que se luchaba por el socialismo. Las estrategias en pugna podrían esquematizarse en dos planos: los que luchan por el poder (por vía electoral y parlamentaria) para desde ahí cambiar el rumbo de la economía y de la política social, y los que desconfían de toda forma de poder y de jerarquía y, por lo tanto, están en contra de los partidos, aunque no se sabe bien a bien a favor de qué están. En términos todavía más esquemáticos, unos luchan por el poder institucional y los otros por el poder de la sociedad sin ninguna elaboración teórica respecto de su significado y cómo se ejerce ese poder social.

Estas diferencias y estas divisiones son las que permiten que quienes tienen el poder o son funcionales a lo que éste representa dominen sobre la izquierda, sea ésta la partidaria o la social antipartido. Para los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional el poder representa la continuidad del neoliberalismo y de la inserción subordinada del país a la globalización.

La diferencia entre el PRI y el PAN es, más que el modo de dominación (ahora que el corporativismo casi no existe), el tipo de complicidades que se han tejido a lo largo de varias décadas y los intereses que se pueden afectar de haber alternancia en el poder.

Para las izquierdas, en cambio, tanto para quienes quieren el poder institucional como para quienes dicen no quererlo, el neoliberalismo es un modelo a derrotar, pero no han querido asumir que sólo uniéndose podrían lograrlo. El antielectoralismo de muchos sectores de la izquierda social es equivalente a la abstención deliberada: se deja el poder a quien tiene mayores probabilidades de conquistarlo o a quien ya lo tiene. Es un error.

Si las izquierdas partidaria y social no se unen se le otorga fuerza al PRI o al PAN y, en esta lógica, la idea del voto útil a favor de Fox cobraría fuerza, pues si bien habría continuidad en lo económico, en lo político habría cambios sensibles y sería el principio del fin de corrupciones y complicidades que ya son asfixiantes para los mexicanos. Pero si las diferencias entre las izquierdas antineoliberales se posponen y se ve con buenos ojos al Partido de la Revolución Democrática, aunque no se lo merezca, la candidatura de Cárdenas puede convertirse en una opción probable de triunfo.

La izquierda social, antielectoral y antipartido debería entender que el 2 de julio será un día en el que se disputarán la Presidencia del país y las curules y escaños en el Congreso de la Unión.

Y si bien esta izquierda puede pensar que las elecciones sólo sirven para cambiar de amos cada seis años (Lenin), tendrá que aceptar que será mejor tener amos antineoliberales que continuadores del actual modelo, que sólo ha servido para producir más pobres y restringir poco a poco las libertades con un ejército más grande y poderoso y una policía cada vez más útil (y utilizada) para frenar movimientos sociales.

Si la izquierda social no se moviliza en torno del PRD la popularidad de este partido no aumentará y, en consecuencia, no podrá ser verdaderamente competitivo. Esto lo reflejarán las encuestas serias, y si las mayores probabilidades de triunfo las tiene el PAN, pues el llamado voto útil será la alternativa si de lo que se trata en primera instancia es sacar al PRI de Los Pinos. *