JUEVES 4 DE MAYO DE 2000
* Debate de candidatos presidenciales
Sucumbieron las personalidades de Fox y Labastida ante la tv: Monsiváis
Ciro Pérez * Lo más interesante de estos años latinoamericanos y mexicanos, de relación entre medios electrónicos y sociedades es la construcción de espacios del desarrollo posible, insuficientes en el conjunto, pero indispensables para cada persona, señaló ayer Carlos Monsiváis al participar en la mesa Escenarios de la comunicación, del foro organizado por la Cámara de Diputados.
En la era del cable y de la antena parabólica, del videoclip y de la atención siempre fragmentaria en lo que sea, del narco como nueva etnia y de los simposios como la última promoción del nomadismo, hablar de manipulación como antes es reivindicar el convencionalismo que desprecia las capacidades de los que no reaccionan como uno.
"Y, además, Ƒquién puede manipular si las alternativas no existen? Si no puedo elegir, nadie me manipula. Más bien, lo que he querido decir, si las palabras no se interpusiesen en el camino de la comunicación, es algo distinto: en las sociedades finiseculares de América Latina o de México el televidente, a diferencia del radioescucha, cree a medias (para en algo ocupar las convicciones), ve a medias (para no desatender los comerciales), se interesa a medias (para no defraudar lo que de él se espera).
"De pronto, en las sociedades del espectáculo todo es representación y todo apunta al sentido escénico, al simulacro: ante la telenovela se recupera el gusto por el melodrama (sin la catarsis); ante el control remoto se recobra el placer por el entusiasmo (debidamente cronometrado); ante el futbol soccer se vuelve a la visceralidad de los orígenes (sin ningún compromiso con la patria para el día siguiente).
Al inicio del texto, enviado para su lectura junto con una disculpa por su ausencia, Carlos Monsiváis se refiere al debate del 25 de abril pasado, el cual, además de mostrar algunas deficiencias en la educación privada y pública de México, subrayó el poderío de los medios electrónicos, monopolizadores de la atención, convocatoria a la que todos se doblegan.
"Si en 1994 encumbró por los 15 minutos reglamentarios al candidato del PAN, Diego Fernández de Cevallos, en el año 2000 el vencedor de la contienda discursiva es la televisión misma. Sin llegar al extremo de considerar animadores a los seis en la pasarela, sí me queda claro que los requisitos del medio condicionaron a fondo el estilo del mensaje".
De acuerdo con Monsiváis, los asesores de imagen, sobre todo en los casos de Vicente Fox y Francisco Labastida, fueron los actores principales. Fox y Labastida sí atendieron a sus recomendaciones y a ese rediseño de la personalidad, "más percibible en Labastia, más eficaz en Fox". Se vive la agonía de las personalidades naturales, por así decirlo, y la televisión impone el maquillaje real, virtual, ideológico, lingüístico.
"Sonríe, promete con dureza, suaviza la expresión, mira a los ojos de la cámara como hechizando a la gente, exhibe tu sentido del humor a pausas, no insistas en el patriotismo, que puede ser de todos, y concéntrate en la personalidad, que sólo es tuya.
"A Fox se le despojó de su atmósfera ranchera tan sectorial, y se le insistió: tu imagen es franca, entrona y positiva. Tutea al universo, y al hacerlo le darás palmaditas en el hombro al espectador. A Labastida los asesores lo han rediseñado en todo, menos en el ánimo, suena anticuado, melancólico, con sonrisa de fotografía borrosa. El candidato del PRI es un impulso desmemoriado", dijo.
De Porfirio Muñoz Ledo, Monsiváis asegura que nadie lo asesoró, y tal autonomía lo perjudicó. Cuauhtémoc Cárdenas, en lo básico "inarreglable". De acuerdo con Monsiváis hay carismas, si esta es la palabra, que no dependen de la alegría de campaña ni de la energía vocal, se le dejó librado a la fe de su proyecto, con la esperanza inútil: congruencia mata a elocuencia. Como no hubo elocuencia, la esperanza se quedó al garete".
Manuel Camacho "confundió las señales" y subordinó la presentación de su programa a las desigualdades del PRI y del grupo Zedillo-Labastida. Al dejar que las inculpaciones fueran su tarjeta de presentación, y al no obtener respuesta, se quedó alojado en round de sombra, metáfora inevitable.
Gilberto Rincón Gallardo, escribió Monsiváis, mostró las ventajas de un buen discurso que anuncia una presentación más bien opaca. En su caso, llamó la atención la defensa de las minorías o de una mayoría (las mujeres) tratada como minoría. "Lo novedoso de un político que reclama el derecho legal al aborto (el caso de la niña Paulina, en Mexicali), combate los crímenes del odio, y habla de los derechos de las minorías religiosas y sexuales, se vio superado por lo muy novedoso de una sociedad que escuchó este discurso y lo juzgó apropiado".
Según Francisco Labastida, Rincón fue el ganador del debate; Vicente Fox prometió incorporar a su programa las demandas de Rincón, y el reconocimiento fue múltiple. Carlos Monsiváis aseguró que el poderío de los medios electrónicos es notable, y eso permite a un comunicador un poder de convocatoria "en verdad inaugural". Es el único representante del público nacional e internacional, el autor de milagros que le permite a un perfecto desconocido acceder simultáneamente a todos los sitios que lo ignoraban.