EDUCACION SUPERIOR: SALDO ROJO
En el marco del Primer Congreso Nacional de Información y Comunicación Universitaria, el secretario general de la ANUIES, Julio Rubio Oca, señaló que en el sexenio que está por terminar se ha perdido la planeación de la enseñanza superior, y dijo que no existe un sistema como tal que articule la educación universitaria. El diagnóstico es certero, pero se queda corto.
La enseñanza superior, en su porción pública -que es ampliamente mayoritaria- ha sufrido, durante la actual administración, un deterioro de enorme magnitud como consecuencia de los castigos presupuestales, la falta de interés gubernamental y hasta lo que pareciera ser el designio político de dislocar el funcionamiento de las universidades públicas; el caso más dramático es, sin duda, el de la UNAM, en donde la penuria financiera derivada de la política económica oficial creó las condiciones para el más grave y prolongado conflicto en la historia de la máxima casa de estudios.
Por lo que hace a las instituciones privadas, se ha presentado una proliferación de "universidades" merecedoras de las comillas y ajenas a controles de calidad y regulaciones académicas rigurosas. Tales entidades, como lo señaló en el encuentro mencionado la vicerrectora de la Universidad del Tepeyac, María Ferrini Ríos, se preocupan más por minimizar sus costos de operación y por incrementar su clientela -que, en este caso, es el alumnado- que por ofrecer niveles académicos mínimamente aceptables. Todo ello, en el marco de un dogma económico empeñado en reducir toda la diversidad de relaciones sociales (educandos-educadores, votantes-candidatos, audiencias-medios) a una sola: la de cliente-mercancía.
La crisis actual de la enseñanza superior en el país es la expresión última del desastre en el que la presente administración, más preocupada por salvar empresas bancarias que instituciones escolares, ha dejado al conjunto del sistema educativo, empezando por los niveles de prescolar y primaria. En este ámbito, las cifras alegres de las autoridades contrastan con la dura realidad, y los saldos negativos y las carencias son tan evidentes que el problema de la educación y la urgencia de solucionarlo se ha convertido en punto medular del debate entre los candidatos punteros a la Presidencia, empezando por la peregrina oferta del aspirante oficial, Francisco Labastida, de procurar a los niños el aprendizaje del inglés y la computación, hasta la ríspida guerra de cifras entre el PRI y el PAN sobre la extensión de la cobertura escolar en Guanajuato, como dato luminoso o sombrío de la gubernatura de Vicente Fox en ese estado.
Finalmente, el déficit educativo en general, y de la enseñanza superior en particular, expresa uno de los incumplimientos más agraviantes del actual equipo de gobierno, el cual, cabe recordar, llegó al Ejecutivo federal prometiendo, adicionalmente, paz social y bienestar para las familias.
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