Ť DISQUERO

 

Blues, blús

wolf

Como Rayuela, esa novela-música de Julio Cortázar, los buenos discos pueden escucharse ad libitum: abrir en determinado track, hacer un random o bien, como es el caso que nos ocupa, empezar por el final. El track 20 y último de Howlin' Wolf. His Best. Vol. 2 (Chess/ Universal) es una experiencia alucinante, un bocado de cardenales, una temporada en el paraíso: un blues clásico: The Red Rooster, del maestro Willie Dixon, entonado con la voz de rocas raspando la garganta del legendario maestrísimo Howlin' Wolf. Una falsa salida nos permite escuchar -como en Love in vain, de los Stones- un diálogo en la cocina de los músicos: chingao, me equivoqué de compás, dice El Lobo Aullante. ƑPor qué no toca acústico, maestro? Le sugiere Dios, es decir Eric Clapton, y al coro se unen Bill Wyman, Charlie Watts (en efecto, los mismísimos Rolling Stones), además del compañero de viaje de El Lobo Aullador, el viejo Hubert Sumlin, el maestrazo Steve Winwood y el pianista fabuloso Lafayette El Infalible Leake. La pieza proviene de ese tesoro titulado The London Howlin' Wolf Sessions (Chess) y completa el segundo cernido, la parte complementaria de una antología imprescindible: las obras completas de El Lobo Aullante. He aquí un discazo, un legado para la historia de la música: el estilo y la idea de uno de los grandes del blues, el artífice del falsetto escalofriante, el Lobo Voz de Huracán, El Aullido Gingsbergiano Hecho Blues, el guitarrista-mano-rápida, el armoniquista (alumno de Sonny Boy) que hace sonar esa anchetita cual locomotora de vapor. Un clásico.

Bluuuuuusss

muddy Y si de clásicos se trata, he aquí, señoras y señores, al Papá de los Pollitos: su Eminencia Mckinley Morganfield, mejor conocido como Muddy Waters (Rolling Fork, Ms., 4 de abril de 1915-Chicago, 30 de abril de 1983) en un disco temprano (no por mucho madrugar se blusea más temprano) de potencia infinita: Muddy Waters folk singer (Chess/ MCA) y aquí sí, como en la posición del misionero, si de manera ortodoxa le ponemos, el track uno es francamente devastador: el genial Muddy Waters con guitarra acústica, recitativi, un solo alucinante (antes de iniciarlo, reta: fíjense, muchachitos, esto es un solo, no mamadas, aunque en inglés sólo dice look out, pero la forma en que lo pronuncia, y como lo hace, es inequívoca) y un blues desnudo, encueradito, en Cuernavaca, una música tremendamente femenina, con el pubis resplandeciente al aire y algunas gotas de rocío entre sus oscuros rizos. La foto de la contraportada es conmovedora: el joven Aguas Lodozas (Muddy Waters, así le puso su mami cuando nació, negrito, negrito y bien llorón) con dos camaradas bluserísimos también: el entrañable rechonchito Willie Dixon acariciando las caderas amplias de una hermosísima mulata: su contrabajo acústico y el también genial Buddy Guy, a la guitarra (Clifton James está en las cacerolas, o seáse la batería, pero se movió y no salió en la foto, aunque se escucha bien guapetón él, Glory dixit) en una sesión de estudio que se remonta a septiembre de 1963: nueve blusesazos de antología, más cinco bonus tracks para documentar el lado moridor de la existencia.

Ť Pablo Espinosa Ť