La Jornada martes 2 de mayo de 2000

Sergio Rodríguez Lascano
Un, dos, tres Taiwán

Por esas cosas raras de la vida, muchos comentaristas han señalado que el ganador del debate --en cuanto a ideas y planteamientos-- fue Gilberto Rincón Gallardo. Y, sin embargo, si se hace una revisión detallada de sus intervenciones, veríamos que esa visión está bastante mistificada.

Indudablemente, Gilberto logró explicar sus puntos de vista de manera coherente y clara. Pero, de una manera muy hábil, no tocó los puntos fundamentales de la agenda nacional. No dijo una palabra sobre el Fobaproa; no señaló nada sobre los acuerdos comerciales; guardó silencio sobre las privatizaciones; sobre Chiapas solamente condenó a los que "escogen el camino de la violencia", pero no afirmó nada sobre la paz y el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés, es decir, sobre la ancestral lucha por la autonomía de los pueblos indios; y, sobre la UNAM, lo único que logró formular fue una denuncia en contra de los tres partidos más grandes por medrar con esa institución, pero no comentó nada sobre lo que fueron las causas del actual movimiento.

El único tema de gran importancia que tocó fue el respeto a la diferencia, en especial, el que tiene que ver con los sectores más vulnerables (homosexuales, mujeres, discapacitados, etcétera), aunque aquí se le olvidó mencionar a los indios de México.

Otros, en cambio, en especial Cuauhtémoc Cárdenas, en su peculiar estilo, tocaron los temas que Rincón dejó olímpicamente de lado. Entonces, Ƒcómo se puede afirmar que alguien ganó un debate si los temas que han concitado la atención más grande del país fueron dejados de lado? Si lo que los comentaristas juzgan es la capacidad del candidato del Partido Democracia Social (PDS) para leer bien, creo que en México hay muchas personas que lo saben hacer mejor.

Rincón tuvo, ciertamente, la habilidad para hacer tabla rasa y ubicar al PRI, al PAN y al PRD como si fueran igualmente responsables de los graves problemas por los que atraviesa el país. Y, si bien es indudable que en algunas ocasiones esto ha sucedido, no se pueden responsabilizar de lo que sucede a todos los partidos por igual, porque lo único que se logra es caer en la filosofía de que en la noche todos los gatos son pardos. Otra vez: Ƒquiénes fueron los partidos directamente relacionados con ese gran fraude llamado Fobaproa? ƑQuién tiene que responder por la política de privatizaciones y por los costos que esto ha traído para la población en casos como las carreteras? ƑA quién achacarle la culpa de la política de exterminio hacia las comunidades indígenas? ƑLas responsabilidades son similares? Obviamente no. Al no hacer esa diferenciación lo único que se logra es encubrir al PRI.

La doctrina socialdemócrata en la actualidad (en la que se amparan Rincón y su partido) representa una versión maquillada de la política de restructuración productiva neoliberal que tiene como su logro principal el incremento masivo de la miseria. De poco sirve, a diferencia de lo que piensan algunos teóricos de la renovación tecnológica, que estemos a punto de resolver los dos problemas bíblicos originales (ganar el pan con el sudor de la frente y parir con dolor) cuando los otros problemas bíblicos (la guerra, la peste, el hambre y la muerte) siguen sin resolverse. La socialdemocracia ha sido la cobertura nice de los cuatro jinetes del Apocalipsis.

El partido de Rincón ha sido profusamente señalado como un engendro de Gobernación por sus relaciones con personajes como Jorge Alcocer. Como esto no me consta, no puedo suscribir esa posición. Lo que sí conozco es que varios de los apoyadores y candidatos del PDS, claramente en el caso de Chiapas, están sacados de los sectores más reaccionarios, algunos de los cuales han estado vinculados a Socama, la ARIC oficial y a los sectores paramilitares de Ocosingo. No fue un hecho gratuito el que Rincón iniciara su campaña en esa región de Chiapas. Simplemente hay que ver quiénes encabezan la lista de candidatos de este partido en la circunscripción número tres: Jorge Javier Romero y Ricardo Aguilar. En Chiapas, la actitud incluyente y tolerante con la que el PDS se presentó en el debate es exactamente la contraria. A diferencia de lo que su candidato a la Presidencia dijo, el partido quisiera que allí sí hubieran solamente dos: los militares y los paramilitares.

El itinerario político de Rincón Gallardo y de una buena parte de sus militantes (incluyendo al celebérrimo responsable de que los grupos paramilitares florecieran durante varios años en Chiapas, el señor Eraclio Zepeda, hoy digno representante del gobierno mexicano en la UNESCO) ha sido el de aquéllos que, parafraseando a José Emilio Pacheco, comenzaron gritando: un, dos, tres Vietnam y acabaron gritando: un, dos, tres Taiwán.