* Leonardo García Tsao *
Heroísmo sin yerro
Contra lo que muchos suponen, El gigante de hierro no es una japonesada retrógrada, sino una inteligente adaptación de un clásico infantil debido al poeta británico Ted Hughes. De hecho, en 1989 el rockero Pete Townshend había grabado un disco concepto llamado Iron Man, basado en él; y diez años después, el mismo Townshend ha fungido como productor ejecutivo de esta versión cinematográfica. Sin embargo, el concepto musical y muchas de las ideas originales de Hughes ųel ambiente rural inglés, los animalitos del bosque, el dragón espacial como antagonistaų han desaparecido en lo que es una película de animación bastante diferente al almibarado producto disneyano.
Los cambios efectuados por el director Brad Bird y su guionista Tim McCanlies alejan la historia del terreno del cuento de hadas moderno y la acercan a la ciencia-ficción. Así, es en un pueblo costeño estadunidense donde aterriza un enorme robot de acero, con un enorme apetito para devorar metal. Un niño llamado Hogarth se hace su amigo y, con la ayuda de Dean, el beatnik local y encargado del tiradero de chatarra metálica, lo oculta del resto de los pobladores de Rockwell. Como estamos a fines de los cincuenta ųun gran acierto de adaptaciónų la paranoia está de moda, y un agente federal llamado Kent Mansley llega al pueblo para investigar lo que podría ser un arma secreta de los comunistas. El robot revela poseer, en efecto, un poderoso arsenal destructivo, programado a entrar en acción cuando se sienta agredido. Entre otras cosas, Hogarth le enseña a ejercer su libre albedrío y no responder a su programa belicista.
La relación entre el niño y el robot extraterrestre evoca a varias películas seminales en el género, desde Frankenstein a E.T., pasando por El día que paralizaron la Tierra (como el célebre Gort, este gigante también vendrá a dar una lección en paficismo), e incluso una pizca de Terminator (el hombre mecánico es capaz de repararse a sí mismo). No en balde, Hogarth es aficionado a las películas de monstruos y a los cómics fantásticos, pues esa cultura pop ha nutrido su imaginación de igual manera que los autos viejos han alimentado al robot.
Ya es común la tendencia del cine animado a proponer ideas nobles, dentro de la llamada corrección política. A veces dichas ideas se anteponen a la historia ųcomo ocurría con la aburrida Pocahontasų pero en varios casos se han integrado a ella con acierto. El gigante de hierro es un buen ejemplo, con la ventaja adicional de que prescinde de las cancioncitas cursis para subrayar su actitud positiva de "ser lo que uno elige ser". Más interesante aún es su postura contraría al miedo a lo desconocido, a lo diferente, a lo que viene de fuera. Ese miedo fue central en la ciencia-ficción de los 50, que encontró en la Guerra Fría un pretexto ideal para ejercer la xenofobia.
El gigante de hierro no sólo se diferencia de las producciones Disney en la ausencia de sentimentalismo empalagoso. Lo estilizado del trazo y el matizado color de las imágenes hablan de un trabajo más sofisticado, dirigido a un público infantil ya en vías de la adolescencia. Además, los antecedentes de Bird en la serie de Los Simpson se notan en algunos detalles paródicos, y uno que otro chiste escatológico.
Para los infantes pequeños ahí están cosas como La película de Tigger. Para niños más pensantes ųy sobre todo, sus solidarios padresų El gigante de hierro no tiene pierde.
El gigante de hierro (The Iron Giant).
D: Brad Bird/ G: Tim McCanlies, basado en un argumento de Brad Bird, a su vez basado en el libro The Iron Man, de ted Hughes/ M: Michael Karman/ Edd: Darren T. Holmes/ Con las voces (en la versión original) de: Jennifer Aniston, Harry Connick Jr., Vin Diesel, James Gammon, Christopher McDonald/ P: Warner Bros. EU, 1999