VIERNES 28 DE ABRIL DE 2000

* Siete escultores/ V* *

 

* Alberto Blanco *

 

La nueva tradición escultórica

 

Virtualmente todo puede ser descrito

hoy en día como escultura.

 

Edward Lucie-Smith

 

Decía con mucho sentido del humor el pintor Barnett Newman que ''la escultura es aquello con lo que tropiezas cuando retrocedes para mirar un cuadro." Por desgracia, esto lo podemos confirmar con demasiada frecuencia todavía en muchas galerías y museos, donde el foco de atención es siempre ųo casi siempreų la pintura, y donde las piezas de escultura parecen haber sido instaladas allí con un cierto desgano, un poco al azar y sin tener una idea muy clara del espacio al que pertenecen y que ellas mismas modifican. Todavía es posible ver escultura más como un elemento decorativo para llenar los espacios libres y hacer resaltar así los cuadros, que como una obra de arte valiosa en sí misma, autónoma y exigente.

Es, quizá, esta condición de ''hermana pobre" de las artes visuales la que impidió que la escultura sirviera de ''lámpara", tal y como lo habría querido Miguel Angel, para guiar las transformaciones de las vanguardias a principios del siglo XX. Sabemos muy bien que fue la pintura la que desempeñó ese papel. Y esto sucedió así a pesar de que existen ejemplos tan tempranos y reveladores de una profunda transformación dentro de las artes visuales en el siglo XX a través de la escultura como podrían ser El desarrollo de una botella en el espacio de Boccioni, o la famosa Guitarra cubista de Picasso.

Sin embargo, aunque se puede decir que la escultura mantuvo una actitud discreta y de cauta atención durante el periodo heroico de los grandes cambios de las Vanguardias en las artes visuales, ya tendría tiempo de compensar, y con creces, esta respuesta más bien lenta y titubeante en un principio, hasta llegar a convertirse en el principal motor de las grandes transformaciones en el campo de las artes visuales en la segunda mitad del siglo XX.

Bastaría una visita a una de las muchas grandes exposiciones internacionales de artes visuales contemporáneas para comprobar que la escultura ha conquistado, si no el gusto de la mayor parte del público aficionado a estas manifestaciones artísticas, sí de un modo contundente el favor de los artistas mismos. Pongo como ejemplo de lo que digo la más reciente Bienal de Sao Paulo, donde tres cuartas partes ųpor lo menosų de todas las obras exhibidas, podrían muy bien consideradarse, en un sentido o en otro, esculturas: performance, instalaciones, ambientaciones, intervenciones, documentaciones, atmósferas, objetos y hasta esculturas propiamente dichas.

En la introducción a su libro dedicado a la escultura hecha en las últimas décadas del siglo XX, Sculpture since 1945, el crítico y poeta Edward Lucie-Smith escribe:

''Tal y como están las cosas hoy en día (en el mundo de las artes visuales), sólo podemos decir que virtualmente cualquier cosa puede ser descrita como 'escultura', dentro de un enorme rango de formatos que abarca desde las más variadas formas tridimensionales hechas con materiales tradicionales ųmadera, piedra o metalų hasta fotografías, diagramas, formulaciones verbales o las acciones y los gestos del escultor.''

En México, aunque existen y se practican hoy día todas las nuevas formas de hacer escultura que ya he citado antes ųobjetos, instalaciones, ambientaciones, intervenciones, documentaciones, arte de la tierra, atmósferas, etcéteraų prevalece un criterio bastante estrecho respecto de lo que ha de considerarse o no una escultura. Así lo reconoce Kiyoto Ota, quien en 1997 declaró en una entrevista: ''Veo que el nivel de la escultura en México es un poco bajo en cuanto a su papel protagónico, comparado, por ejemplo, con el de la pintura."

La presente exposición es una buena muestra de ello. No vamos a encontrar aquí ninguna de estas nuevas manifestaciones del campo extendido de la escultura. Sí, en cambio, esculturas que pertenecen, en el sentido más estricto, a la estética moderna. Una modernidad que ya va para un siglo de vida. ƑDe qué modernidad hablamos? De la modernidad de Picasso y Kandinsky, de Giacometti y de Brancusi, de Schoenberg y Stravinsky, de Pound y de Joyce. Es de esta modernidad que desplantan las nuevas tradiciones en las artes contemporáneas y contra las que reaccionan los artistas más jóvenes y arriesgados. ''El movimiento de escultura no tradicional ųdeclara Otaų la que implica medios alternativos, está formado por muchachos muy talentosos que están produciendo mucha obra".

La obra de Kiyoto Ota ųcomo la de otros escultores incluidos en esta exposiciónų crece y respira en esa raja que se ha abierto entre la tradición de la modernidad de Brancusi y el espacio alternativo de la nueva escultura. Porque a todos estos escultores se les plantea el mismo dilema: Ƒcómo aprovechar las enseñanzas de los titanes de la modernidad sin ser aplastados por ellos?

Brancusi siempre sostuvo que un árbol grande no puede crecer bajo la sombra de otro árbol grande... si quiere crecer y cumplir con su forma y su destino, habrá de crecer en otra parte: en la plena luz del sol. Brancusi, junto con los escultores Jacob Epstein y Gaudier-Brzeska (muerto muy joven durante la Primera Guerra), compartió con el poeta Ezra Pound la aventura heroica de las vanguardias de mediados de la segunda década del siglo XX. Una época febril donde la agitación, la fuerza y la capacidad innovadora de los artistas vivió un verdadero paroxismo que vino a desembocar finalmente en una serie de nuevos paradigmas que hasta hoy día siguen operando y siendo válidos, como bien puede constatarse en una exposición de escultura como la que nos ocupa.

Fue precisamente durante esa época que Pound formuló el siguiente credo artístico ųválido, por cierto, para cualesquiera de las artes, pero particularmente preciso y atinado por lo que toca a la esculturaų: ''Una organización de formas expresa una confluencia de fuerzas. Estas fuerzas pueden ser 'el amor de Dios', 'la fuerza vital', emociones, pasiones, o lo que ustedes quieran." Ota expresa lo mismo en sus propias palabras:

''A veces intuimos alguna energía en un objeto y en la escultura cuando éstos están frente a nosotros. No importa que esa energía exista o no exista verdaderamente.''

Esa energía se intuye de manera especial dentro de nosotros y esos objetos nos invitan emocionalmente a un viaje de experimentación. Cuando queremos darle significado, ellos se escurren ante nosotros y su significado sólo aparece en su mundo cognoscitivo con su intuición antes que aparezcan las palabras.

 

* Continuación del ensayo que el autor preparó, ex profeso, para la muestra Escultura, primavera 2000 que se exhibe en el camellón de Reforma y Gandhi