Luis Carlos Longoria Gándara*
Laguna Verde y su entorno ecológico
La energía proveniente del uranio es segura, limpia y abundante, atributos que ninguna otra fuente de generación eléctrica a gran escala puede ofrecer en estos momentos. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambios Climáticos (IPCC), conformado por 2 mil 500 especialistas, estableció que, si las actuales tecnologías energéticas permanecen invariables y la demanda aumenta de manera considerable, la temperatura media en el planeta podría aumentar entre 1 y 3 1/2 grados centígrados en el transcurso del siglo XXI, ocasionando con ello una elevación en los niveles del mar de hasta 50 cm, además de otros graves efectos meteorológicos.
La energía nucleoeléctrica, al general alrededor de 17 por ciento de la electricidad mundial, contribuye con una disminución de 8 por ciento de las emisiones totales de bióxido de carbono a la atmósfera. Asimismo, comparada con una carboeléctrica, la Central de Laguna Verde (CLV) evita la dispersión en el ambiente de 8 millones 500 mil toneladas (t) de bióxido de carbono, 12 mil t de bióxido de azufre, 6 mil t de bióxido de nitrógeno, 2 mil t de partículas, 340 mil t de cenizas, y 70 mil de azufre. Por otro lado, los desechos radiactivos de alto nivel generados anualmente por la CLV, debidamente resguardados en la planta, una vez reprocesados, ocuparían un volumen de 3 m3.
Si consideramos que para producir un kilowatt hora en una central eléctrica se requieren 222 gramos de petróleo, la CLV ahorra el consumo de 14 millones de barriles de petróleo anualmente.
Cabe mencionar que las instalaciones y sistemas de seguridad que protegen los equipos de las centrales nucleoeléctricas de diseño occidental y las numerosas barreras que contienen las sustancias radiactivas, cinco para el caso de Laguna Verde, hacen que las emisiones radiactivas sean mucho menores que las recibidas de otras fuentes naturales y artificiales de uso cotidiano.
Por ello, una persona que vive al nivel del mar recibe más de 150 milirems anuales y por habitar junto a Laguna Verde absorbe alrededor de 1 milirem de radiación adicional al año, lo cual implica que en las inmediaciones de la central nuclear se absorbe menos de 1 por ciento del total de radiación recibida normalmente. Una persona que habita en la ciudad de México está sometida anualmente a más de 200 milirems, considerando la diferencia de altura sobre el nivel del mar. Así, vivir junto a CLV implica recibir menos radiación que vivir en el DF.
Dado que en las próximas décadas, las actuales fuentes de suministro de energía serán insuficientes para dotar al país de la electricidad que requiere para su desarrollo, las centrales nucleoeléctricas son de suma importancia, ya que implican el aprovechamiento de un recurso energético primario --el uranio-- para generar electricidad y diversificar fuentes de energía, reduciendo la dependencia de los hidrocarburos y contribuyendo a defender el medio ambiente.
Es posible afirmar que el suministro de combustible para las centrales nucleares puede ser sostenible por mucho tiempo. De acuerdo con las tasas de uso actuales, los recursos de uranio conocidos alcanzarían al menos para cientos de años más que las reservas de petróleo y gas. Además, existen opciones tecnológicas que permiten aumentar la energía que se extrae del uranio, extendiendo así la disponibilidad estimada de esta fuente energética a miles años, lo cual es equivalente a una sostenibilidad indefinida.
* Doctor en física nuclear. Director de Investigación Científica del Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares