MARTES 25 DE ABRIL DE 2000
Entrevista con Luis Eugenio Todd
Pioneros de los trasplantes
Rosa Elvira Vargas Ť El doctor Luis Eugenio Todd recuerda con precisión que fue Inocencio Salazar, un hombre de 23 años que trabajaba como burrero -en su verdadera acepción-, la primera persona en recibir en México un trasplante de riñón... bueno, en rigor la segunda, precisa el propio galeno, porque apenas unos días antes aquí, en el Centro Médico Nacional, tal hazaña había sido acometida por los doctores Quijano y Federico Ortiz Quezada.
Y lo evoca perfectamente, porque lo que para él y su equipo fue en 1967 un éxito para la medicina mexicana, no fue visto igual por amplios sectores de Monterrey, que se volcaron en una campaña de ataques y denuestos. Los doctores del Hospital Universitario fueron acusados entonces de hacer "experimentos con seres humanos" y de "profanadores"; incluso no se libraron de recibir calificativos como "seudocriminales" y hasta "asesinos".
"Fue una lucha difícil al principio; varios días estuvo hirviendo el tema", rememora Todd, y comenta que a pesar de lo difícil de la empresa, el mismo equipo llegó a realizar en los siguientes meses 24 trasplantes de riñón.
El órgano que se obtuvo para salvar a Inocencio, quien padecía una enfermedad renal crónica, provino de una mujer con cáncer de útero "y le iban a cortar el riñón porque ya no servía. Entonces yo me puse muy listo y dije: 'si van a tirar el riñón, pues dénmelo y se lo ponemos a Inocencio'. El hombre sobrevivió un año y medio, pues en aquella época no había muy buenas medicinas para suprimir el rechazo al trasplante".
Casi un mes después, prosigue, se realizó la segunda cirugía de este tipo, pero esta vez la víscera se obtuvo de un paciente que recibió un balazo en la cabeza y llegó al hospital con exposición de masa encefálica. Su corazón trabajaba pero ya no tenía función cerebral, lo que se comprobó con un electroencefalograma. El paciente estaba con un respirador, "pero se iba a morir, y antes de que eso ocurriera lo indicado era extirparle el órgano. Se hizo, y se colocó en una mujer, quien al igual que Inocencio prolongó su vida todavía 18 meses más''.
La definición de muerte
Pero entonces, ausente por supuesto cualquier legislación en la materia, los pioneros del trasplante de riñón enfrentaban otro grave problema: la definición legal de muerte.
Y es que mientras los códigos penales la establecían como consecuencia de la anulación de todas las funciones vitales, Todd y sus colegas invocaban los códigos de Helsinki y de Nüremberg, que ubican a la muerte como "la supresión de la vida de relación, o sea, el momento en que se detienen las funciones cerebrales, aunque el corazón siga trabajando".
Ese punto era de suma importancia en su labor, porque a partir de ahí se planteaba incluso si los pioneros del trasplante de riñón estaban realizando un acto ilegal. Pero incluso, precisa, la Iglesia católica admite la muerte cerebral como aquella que se comprueba por diversos métodos y, si no hay respuesta, la persona está muerta. En esa condición, precisa, el impulso vital ya no existe. "Entonces, para qué conservar un cuerpo que puede ayudar a otros seres humanos sólo por el prurito de 'lo quiero íntegro, si después se lo comerán los gusanos'".
Hoy Todd se niega deliberadamente, porque sin duda es memorioso, a dar más detalles de los ataques que él y sus colegas recibieron en esa labor pionera. Lo único que accede a mencionar, no sin un dejo de amargura, es que las críticas y las campañas en su contra, los periodicazos, pues, provinieron sobre todo de otros médicos, "por envidia, porque el celo profesional y el celo institucional en actividades científicas son horribles".
Pero el tiempo ubicó las cosas, apunta quien entre las muchas funciones que definen su personalidad hiperactiva está la de haber sido, en el sexenio pasado, subsecretario de Educación Superior y embajador de México ante la UNESCO, y más recientemente candidato a la gubernatura de Nuevo León por el PT.
El trasplante de riñón, señala desde su experiencia de nefrólogo, alcanza un éxito de 90 por ciento en Estados Unidos y hace muchos años dejó de ser un proceso experimental para convertirse en terapéutico.
Hay gente que lleva ya 20 años viviendo con un riñón trasplantado, que se adapta rápidamente, que no lo rechaza y se conduce "normalito".
Aplaude por ello que se vaya a legislar en esta materia, pues aunque siempre existirán irregularidades, abusos -"uno no puede evitar la maldad humana"- y se da el tráfico de órganos, ello no es un buen argumento "para evitar dar el brinco que requiere el país" y lograr mantener con vida a mucha gente.
"Con un trasplante de riñón el paciente estará muy bien, mientras que si lo mantienes a base de diálisis, eso cuesta mucho dinero y la persona nunca estará completamente sana. En cambio, con una donación del órgano hay costos en la cirugía y en las medicinas iniciales, pero ahí se acabaron los problemas técnicos y de otra naturaleza''.
Al paso de los años, emocionado todavía por haber impulsado una técnica revolucionaria que ha logrado salvar tantas vidas, Luis Eugenio Todd resume la reacción que entonces provocó la cirugía de trasplante: "me la pasé por alto, como ha sido toda mi vida; yo me he brincado muchas trancas".