La Jornada domingo 23 de abril de 2000

Antonio Gershenson
Las verdaderas reservas de gas

Anteayer, viernes, leímos con interés la información publicada en estas páginas, en la que una fuente de Pemex Gas afirma que tenemos 63.5 billones de pies cúbicos de gas natural. Según esta fuente, con eso alcanza para satisfacer la demanda nacional durante 60 años.

En primer lugar, esas supuestas reservas son las que las Memorias de Labores de Pemex reportan, o reportaban, como las de gas seco, obtenidas con lo que informalmente se llamaba "metodología antigua". Nunca se escribió explícitamente en esos documentos oficiales que esos datos fueran falsos, pero las cifras de la "nueva metodología" sí han tenido una nota al pie del cuadro en la que se dice que estas reservas fueron "evaluadas aplicando las definiciones, métodos y procedimientos aceptados por la industria petrolera internacional". Con esto se implica que si las otras cifras son del doble de estas últimas, eso fue aplicando "definiciones, métodos y procedimientos" no aceptados por esta misma industria. Si evitamos eufemismos, son las cifras que se inventaron en la época del auge petrolero para conseguir más dinero prestado.

Ya al primero de enero de 1999 y sin maquillajes, las reservas probadas de gas seco son de 30 billones de pies cúbicos, menos de la mitad que la cantidad mencionada. Esta es la cifra publicada en el cuadro de la metodología "nueva" en la Memoria de Labores de Pemex para 1998, cuadro 24, página 144, última columna. Pero ahí no termina el asunto, pues los 17 años que resultan de estas reservas y de la producción total de 1998 tampoco significan que tendremos abasto asegurado durante este periodo.

Resulta que en ese mismo año, 35 por ciento de la producción de este gas provino de las zonas marinas, y 43 por ciento de la región sur. Y más de la mitad de las reservas probadas están en la región norte, de donde se obtiene sólo 22 por ciento de la producción. Ahí sí, hay gas equivalente a la producción de 1998 durante 47 años, pero nadie sostiene que ésta puede cuadruplicarse en pocos años, como para que alcance para cubrir la mayor parte de la demanda nacional.

En cambio, en la región sur, las reservas equivalen a la producción de 11 años, y en las regiones marinas, a la de seis años. Es más, en la zona marina suroeste las reservas equivalen a cuatro años de la producción de 1998. Al ir declinando rápidamente la producción en estas regiones, lo que aumente donde sí hay más gas será insuficiente para cubrir la creciente demanda de gas natural.

De ahí que sea irresponsable estimular sin control el uso de gas y abandonar la política de diversificación de fuentes de energía para generar electricidad. No sólo las plantas nuevas son de gas en 97 por ciento, sino que se convierten a gas plantas viejas. Este recurso tiene ventajas ambientales y tecnológicas sobre el combustóleo y otros refinados, pero no se debe poner en riesgo el abasto. Ya tuvimos hace poco una escasez de gas LP, el cual es, sobre todo, para el calentador, para la estufa, en fin. El gas natural se está generalizando a la generación de electricidad, a las fábricas, a los servicios y a los usos domésticos. Su falta afectaría a toda la economía nacional y familiar. Generar, sin necesitarlo por ser México un país petrolero, una dependencia de Estados Unidos, e incluso una situación en la que ni las importaciones resolverían el desabasto, es algo inadmisible.

Necesitamos, entre otras cosas, diversificar las fuentes de generación de electricidad, y también moderar el crecimiento de la demanda de productos cuyo abasto no se va a poder garantizar.