DOMINGO 23 DE ABRIL DE 2000

Ť Implica un retroceso de 10 años de investigación


El conflicto en la UNAM, un desafío a las políticas del BM

Ť Las cuotas, elemento político y no académico: especialista

María Esther Ibarra / III y último Ť Un retroceso académico de más de una década tiene ya la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) por el irresuelto conflicto estudiantil que se ha prolongado durante un año en la máxima casa de estudios, estima Luis Yarzabal, del Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina (IESALC), quien considera difícil que la institución logre en corto tiempo resarcir los daños a la investigación y la docencia.

El ex director del IESALC señala que para las instituciones latinoamericanas de educación superior, el conflicto de la UNAM es una confrontación entre las políticas del Banco Mundial y las que impulsan un desarrollo alternativo de educación pública para dar acceso a la enseñanza universitaria a la mayor parte de la población.

Pero sobre todo, destaca, consideran un "error" poner en el centro de la transformación académica de la universidad pública, el cobro de colegiaturas que "es un elemento político y no educativo impulsado por el Banco Mundial y el cual debe ser relativizado por los gobiernos". Aclara que tampoco las instituciones educativas de América Latina se oponen a una contribución económica de los estudiantiles, pues menciona que con excepción de Costa Rica, Argentina, Uruguay, Venezuela y Bolivia, el resto de los países sudamericanos cobran cuotas.

De nacionalidad uruguaya y venezolana, Yarzabal comenta que para "nuestros países es más importante discutir con los gobiernos el establecimiento de políticas de Estado para la educación en su conjunto y en especial tener una coordinación entre la ciencia y la tecnología que actualmente están separadas".

-ƑPodría tener repercusiones el conflicto de la UNAM en las instituciones educativas de América Latina?

-No creo, la UNAM tiene sin lugar a dudas un prestigio por su excelencia académica, pero también especificidades y fenómenos particulares. Otra razón, es que sólo 0.1 por ciento de las instituciones de la región son megauniversidades como la UNAM, entre ellas las de Buenos Aires y Sao Paulo.

También descarta efectos en el ámbito de los convenios firmados entre la máxima casa de estudios del país y algunas universidades latinoamericanas, pues asegura "son muchos los convenios que se firman, pero muy pocos se ejecutan. Estimaría que por debajo de 10 por ciento se cumplen, y éste si es un problema que deberíamos atender, porque a diferencia de los países de la Unión Europea, los latinoamericanos hemos sido lentos para asociarnos en crear proyectos conjuntos como podrían ser posgrados de excelencia en la región".

Agrega: "Ninguna universidad actualmente cubre todas las áreas del conocimiento ni las domina. En cambio, las instituciones educativas de los países industrializados se asocian a nivel nacional y regional, y así tienen mayor potencia en el uso de recursos económicos y humanos, como también en la formación de una masa crítica de científicos".

Al retomar el caso de la Universidad Nacional y sin declararse conocedor profundo del conflicto universitario, Yarzabal argumenta que "cualquiera puede medir la herida profunda a los proyectos de investigación de la UNAM, sobre todo por la velocidad con que actualmente se genera el conocimiento en el ámbito mundial".

En estos momentos detenerse, "es retroceder y con toda certeza los proyectos de investigación de la UNAM han resultado afectados por la paralización, como también la docencia que se nutre de los avances científicos y tecnológicos. Su recuperación va a ser lenta, y bueno todo depende de la solución al problema", señala.

Sin hacer referencia a la situación que vive la máxima casa estudios del país, plantea que en la reforma y transformación de las universidades públicas latinoamericanas debe haber un diálogo y entendimiento con los gobiernos y evitar una confrontación. "En lugar de balas y piedras, lo que deben intercambiar son razones y argumentos, porque el uso de la fuerza pública es monopolio de los gobiernos, y en una confrontación con ellos hemos perdido vidas valiosas y a nada nos ha conducido", concluye.