Rolando Cordera Campos
Los temas ausentes
La Semana Mayor termina y los partidos velan sus armas para el debate a seis voces. Por razones técnicas que fueron de la seguridad a los requerimientos escénicos, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se impuso apoyado en la magia de las pirámides y el coloquio tendrá lugar en el World Trade Center y no en el Instituto Federal Electoral (IFE), donde debería realizarse. La erosión de las instituciones nuevas sigue su paso implacable. La universidad, por ejemplo, es víctima de un sitio feroz pero no por parte de la policía o la "bota militar", como dijera el lamentable líder del sindicato universitario. La UNAM está sitiada desde dentro por un conjunto variopinto de actores desatados que olvidaron las funciones vitales de la institución y buscan imponerle otros fines que no tienen nada que ver con la producción y la difusión de la ciencia y de la cultura, que es lo que la sociedad espera de sus universidades.
El cierre de la UNAM está, en efecto, cerca, pero no es la mayoría de profesores y estudiantes la que hoy propicia este acontecimiento que está ya en los cálculos de no pocos poderosos. La coalición de hecho entre el sindicato y el extraño CGH que suplanta la voluntad de los universitarios no hace más que añadirle a la situación nuevas dosis de gravedad.
Por lo pronto, más que el cierre lo que le espera a la UNAM es un desgaste celular que a nadie beneficia, salvo a los que trazan las líneas de la seguridad nacional y prefieren de aquí a agosto una universidad desmovilizada. Con la "guerrilla" impuesta por el CGH y ahora apoyada por la dirigencia sindical, la universidad no tiene más recurso para sobrevivir que la pasividad y la paciencia, a la espera de que el tiempo le sea alguna vez favorable.
Así, el debate nacional no pasa por la UNAM y poco a poco la casa de Justo Sierra pierde visibilidad e importancia. Para muchos, lo que produce la azarosa vida universitaria es simple y ominoso fastidio, letal para la cultura y la enseñanza.
Nada de esto será tocado por los duelistas del próximo martes. Para ellos la gloria efímera de la "puntada" o el descontón, pero nunca el riesgo de ser precisos.
La educación en peligro, pero ay de aquel que se atreve a abordar el tema y ponga bajo la lupa no sólo a la burocracia sino al régimen laboral que se ha vuelto cerco en vez de cauce para la creatividad docente. La educación y su catástrofe, pero lo que sobresale es un absurdo caminar en círculos con tal de sacar la vuelta a los temas duros, que tienen que ver con el financiamiento público, pero también con la evaluación y participación de la sociedad.
No hay manera de imaginar un buen funcionamiento de la democracia en medio de la ignorancia. Mucho menos cuando ésta es una ignorancia disimulada y reinan la simulación y la complicidad de muchos de sus principales actores. De esto querríamos oír hablar el martes, pero habrá que esperar a que el polvo se asiente.
Poco sabremos este martes también de lo que piensan los aspirantes en materia de justicia, así como del hoyo negro en que ha caído su procuración. Los tristes desempeños de los órganos jurisdiccionales de la capital y de la República han sido pasto para unos medios informativos ávidos del escándalo y la toma de partido irracional, pero desprendidos hasta la irresponsabilidad de su misión de comunicar y educar.
El derecho a la información debería ser la pauta para una reflexión a fondo sobre la comunicación social que el país requiere, pero se ha vuelto tabú y asignatura peligrosa de la Presidencia de la República para abajo, ya no se diga para los partidos, que pugnan no tanto por los votos, sino por el prime time o la primera plana.
Por último, pero no al último. La energía y el agua se inscriben ya en el horizonte nada lejano de las nuevas catástrofes. México se quedará seco. Pero no se ocurre al respecto sino ocurrencias: privatizarlo todo, dicen unos, como si el mero hecho de cambiar de manos nos asegurase el cambio de usos, que es lo que importa. Defender la propiedad de la Nación, insisten otros, como si bastara con eso para poner en movimiento los cambios requeridos por la emergencia que se aproxima.
Ni los recursos ni las instituciones pueden ser de unos cuantos si lo que se busca es una evolución nacional capaz de recrear la cohesión social perdida. Recuperar e inventar de nuevo la idea de lo público es lo que la democracia nos puede dar, pero para ello es preciso asumir que el gobierno democrático es uno basado en la discusión razonada, lo que no se asomará ni por descuido el próximo martes.
Todos, en realidad casi todos, conspiraron y ganaron: el debate y los temas que importan seguirán ausentes. A ver.