SABADO 22 DE ABRIL DE 2000

Etica, política y conflicto

 

* Luis Martínez Fernández del Campo *

En reciente entrevista con Elena Gallegos, el candidato Labastida ha pedido a sus contendientes que suban el nivel del debate y de la contienda. Afirma que él ha buscado presentar propuestas, poner énfasis en los contenidos y no caer en provocaciones. Esto es, la política sustentada en la ética, en los valores y en los principios. Perfila su quehacer como el de un hombre de gobierno ajeno al oportunismo.

Hoy, como ayer, la política y la economía son destino que no se puede eludir, de ahí su compromiso: traducir el crecimiento económico en desarrollo; elevar el nivel de vida de los mexicanos todos; generación de empleos; reforma fiscal y mejor distribución del ingreso.

La política es inseparable de la conciliación y el conflicto, pero siempre está escindida entre los que buscan el entendimiento entre intereses encontrados de la sociedad y los que hacen de la pugnacidad el marco de referencia.

Los mexicanos queremos que en el terreno de la política se avance más allá de los conflictos. Privilegiar la política de la convivencia que evita la guerra entre todos y contra todos, y buscar el esfuerzo del político que hace de la paciencia una virtud y se propone zurcir, reparar y tejer la urdimbre que genera la concordia.

El problema de la política no es cómo eliminar los conflictos que de ella se derivan, sino cómo darles una salida.

Weber define: "Quien hace política busca el poder con arreglo a ciertos principios", de ahí que el equipaje del político requiera la ética de los principios, de las convicciones y de la responsabilidad.

Invocar a los clásicos nos da siempre una lección de frescura y de humildad.

Necesitamos dejar atrás la vieja política, la tristeza de una historia nacional de fracasos y oponerle una nueva política que le dé un nuevo sentido a la vitalidad del país, pero una nueva política requiere que los actores hagan política con mesura y responsabilidad, porque si ųcomo dice Gunter Grassų el futuro se nos presenta como una catástrofe programada, profetizada por espeluznantes estadísticas, tenemos que encontrar una fórmula que nos permita seguir avanzando: diseñar un nuevo pacto en lo fundamental del país.

Por último, en el contexto de las campañas, no deja de llamar la atención la vulgaridad y la ordinariez del candidato Fox.

Los mexicanos no alcanzamos a comprender cuál pueda ser su desarrollo psicológico e intelectual.

Ni Samuel Ramos ni Santiago Ramírez ni Octavio Paz nos ofrecen el método para adentrarnos en su conducta.

En cambio, el filósofo Jorge Portilla en su Fenomenología del relajo nos da la clave: el peladito que se encumbra y se realiza en el vacilón y en el desmadre. En Portilla encontramos la explicación de los desatinos, del encono y del atarantamiento del candidato del PAN, quien ha hecho de la injuria, del denuesto y la procacidad su virtud. *