SABADO 22 DE ABRIL DE 2000

Ť El Estado debe reasumir su papel: Luis Yarzabal


Pretenden BM y FMI controlar el acceso al conocimiento

Ť Sus políticas no resuelven los problemas educativos en países pobres

María Esther Ibarra / II Ť Los problemas de la educación superior en los países en vías de desarrollo no se resolverán con abrir más el mercado al sector privado o desregulando el sistema de enseñanza pública, como han pugnado el Banco Mundial (BM) y otros organismos financieros internacionales, sino cuando los gobiernos reasuman su papel que han abandonado y establezcan políticas de Estado para el sector educativo.

A esa conclusión llega Luis Yarzabal, hasta el año pasado director del Instituto Internacional de la Unesco para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC), al examinar en entrevista la reciente recapitulación del Banco Mundial en torno a su papel en los países del llamado Tercer Mundo. En particular, en el campo educativo el BM junto con la Unesco hizo un balance autocrítico en el documento Peligro y promesa: La educación superior en los países en desarrollo.

-ƑCuál es el interés o provecho de los organismos internacionales financieros para destinar recursos a las instituciones de enseñanza e influir en las políticas públicas del sector?

-Estos organismos técnicos, creados por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial para establecer un nuevo orden económico mundial, son los responsables de operar este modelo ideológico actual: el neoliberalismo, donde hay toda una división de funciones para los países industrializados y para los subdesarrollados, reglas para el movimiento de capitales y regulación de las economías, etcétera.

La educación y la generación del conocimiento juegan un papel fundamental en los procesos económicos, particularmente la ciencia y la tecnología. "Así, el Banco Mundial se mete a educador para que los países industrializados regulen y controlen el acceso al conocimiento socialmente útil y sean ellos los que realicen la investigación científica y tecnológica, pero sobre todo tengan el monopolio de las patentes y la propiedad intelectual".

En esa división de funciones "se corría el riesgo de que nuestras universidades y sistemas de investigación científica y tecnológica no cumplieran con su papel de maquilar o comprar el conocimiento y las patentes del mundo industrializado, lo cual impactaría en las economías de las potencias internacionales". Por eso, "no es gratuita el interés de esos organismos en la educación, como tampoco su política de desalentar la enseñanza superior y la investigación científica y tecnológica en nuestros países"

De ese modo, a las naciones en vías de desarrollo "se les asigna el papel de ser sólo compradores de conocimiento y patentes, bajo el argumento de para qué se meten a realizar investigación básica o aplicada, teniendo tantos pobres", añade.

Por eso, duda que el BM cambie su política educativa, además de que para los países tercermundistas, advierte, será todo un reto resarcir los "estragos" causados por ése y otros organismos financieros internacionales que han "provocado una catástrofe en todos los niveles de enseñanza".

En el caso de las instituciones educativas latinoamericanas, señala que la infraestructura no ha sido renovada, en especial las bibliotecas no cuentan con equipos modernos acordes con la era de la informática y las telecomunicaciones. A eso, destaca la explosión de la matrícula que -cita- en 1950 era de 280 mil estudiantes de enseñanza superior y en la actualidad es de 8 millones.

Pero, "no aumentaron los presupuestos para apoyar ese crecimiento y por el contrario disminuyeron, aun cuando también se incrementó de 27 mil a casi un millón el número de profesores. Estos tuvieron que improvisarse, pues no hay ninguna institución capaz de formar tal cantidad de docentes". Así, puntualiza, sólo 20 por ciento de nuestros profesores de educación superior tiene posgrado y 10 por ciento está en capacidad de desarrollar labores de investigación".

Dice que no se puede negar la necesidad de incrementar los índices de alfabetización, pero esto no justifica que se otorguen menos recursos a las universidades, cuya calidad repercute en el resto del sistema educativo.