VIERNES 21 DE ABRIL DE 2000
* José Cueli *
Parálisis de la creatividad
El conflicto de la UNAM parece perpetuarse como una negra mascarada, discurriendo entre lo real y lo fantasmal, entre lo grotesco y lo dramático, dejando un saldo rojo de pérdidas y más pérdidas. A final de cuentas, duelos de difícil elaboración, enconados rencores y afectos dolorosos difíciles de simbolizar. Huecos que se abren a otros huecos y que recuerdan esos traumas repetidos que dejan como secuela áreas congeladas, inaccesibles, imperturbables que derivan en fallas en la estructuración del individuo.
La palabra entonces se vuelve palabra vacía, despojada de su sentido erigiéndose con ello muros aislantes donde aquella y la razón se estrellan para fragmentarse. Los impulsos destructivos se actúan sin reflexión y sin capacidad para la demora. Emerge, entonces, el vocerío con sus gritos amenazantes que a manera de coraza protectora enmascara la depresión y la desesperanza subyacentes.
Una de las consecuencias más graves que conlleva esta situación de deterioro tanto individual como institucional es la parálisis de la creatividad que parece, ésta, representar la única alternativa posible para aminorar los efectos deletéreos de los periodos de crisis.
Ya desde los comienzos de la vida el individuo está destinado tanto a las crisis como a su superación creadora, inventa la manipulación de los objetos y las palabras, incluso cuando le son propuestos por el entorno. La posibilidad de crear y recrear un espacio de creatividad es la condición necesaria para permitir al individuo, a un grupo, recuperar la confianza en su propia continuidad, en su capacidad de establecer nexos, entre sí mismo, el mundo, los otros, en su facultad de simbolizar, de pensar, de crear.
ƑDónde situar los orígenes de esta parálisis de la capacidad creativa? Tomemos como ejemplo a las poblaciones de seres marginados que viven en los cinturones de miseria en los límites de la ciudad. Hambre, pobreza, desempleo, hacinamiento, promiscuidad sexual, incapacidad para integrarse a la comunidad. Excluidos, traumatizados y carenciados ya de manera transgeneracional, la única salida posible a la depresión es el alcohol, la violencia y las actuaciones sexuales. El espacio para la creatividad se ve congelado, abolido, mutilado. El individuo queda, entonces, silenciado, menguadas sus posibilidades expresivas y reducido en su potencial creador.
El despliegue de la creatividad implica un trabajo síquico: trabajo del sueño, trabajo del duelo, trabajo de la creación. Sueño, duelo y creación tienen en común el hecho de que constituyen fases de crisis para el aparato síquico. Como en toda crisis, hay un desconcierto interior, una exacerbación de la patología del sujeto, un cuestionamiento de las estructuras adquiridas, internas y externas.
La posible recuperación de la UNAM requeriría, por tanto, de una intensa movilización vía la expresión creativa que genera nuevas formas de expresión, de sublimación, salir del congelamiento y la esclerosis intentando hacer dúctil una estructura (tanto individual como institucional) que se ha endurecido y que amenaza con romperse de manera irreversible.