MIERCOLES 19 DE ABRIL DE 2000

Ť Obra de Robert Lepage con la compañía Ex-machina, de Canadá


Geometría de los milagros recrea la arquitectura que violenta el universo

Ť Es la más costosa y la de mayor éxito en lo que va del Festival Iberoamericano de Teatro

Ť El director escénico propone una visión de este siglo mediante la historia de Lloyd Wright

Renato Ravelo, enviado, Santafé de Bogotá, 18 de abril Ť La arquitectura, en cuanto a invasión del espacio, violenta el universo, lo transforma, lo domestica, lo hace destino. Robert Lepage y Ex-machina, de Canadá, así lo sostienen en la función de Geometría de los milagros, la obra más costosa y exitosa en el trecho recorrido por este Festival Iberoamericano de Teatro.

Una historia: la de Frank Lloyd Wright, quien sostenía, ''una idea es lo más cerca de Dios que llegamos a estar en la tierra'', que por su propuesta de la arquitectura orgánica se consideraba a sí mismo como el más importante de este siglo.

Lo que Lepage hace, en la concepción de este espectáculo, es poner en escena una visión de este siglo mediante la historia de Wright, su esposa Iovanna y el filósofo ruso George Ivanovitch Gurdjieff, cuya única paradoja ''es que entendió que la única forma como podría lograr sus metas era buscando como individuo y no como grupo. Pero en el camino tuvo que crear un grupo y convertirse en gurú''.

El círculo, Ƒla forma más perfecta?

El individuo contra el grupo como el signo de la centuria que recién terminamos. El grupo canadiense, que goza del beneficio de todos los patrocinios (suman casi 30 los que se registraron en el programa), tiene y usa todos los recursos no sólo escénicos sino cinematográficos para su espectáculo. Y por fin este año pudo asistir al festival: ''La constancia logra lo que la dicha no alcanza'', diría enigmática Fanny Mickey, al término de la función.

Gurdjieff es un Fausto desnudo primero. Acude a Wright con un enigma: Ƒcuál es la única figura en tercera dimensión que se puede dibujar de un solo trazo?, ''si me lo contestas te devolveré la juventud''.

Con cierta condescendencia el arquitecto traza sobre su restirador una espiral, figura fundamental en su propuesta de diseño. El restirador que será también la mesa en la que se reunirá con el dueño de ceras Johnson, quien le encargará la construcción de su nuevo complejo. Objetos como ejes para las historias, como le enseñó al creador canadiense Jacques Lessard.

Restirador que será de igual manera piano y cama y carro. El círculo es quizá la forma más perfecta y artificial, porque no tiene esquinas, no tiene desviaciones ni destino, en tanto el triángulo representa la sabiduría:

''El desierto está lleno de sus misterios, por eso las culturas como la egipcia descubrieron las grandes construciones piramidales'', exclama Wright desde una parte del desierto de Arizona, se supone. Espectáculo de supuestos.

Metáfora de las cuatro partes

Se supone que esos bailarines, que siguen las enseñanza de Gurdjieff, están en París y todos forman un carro, porque han logrado poner en práctica la metáfora de las cuatro partes del conocimiento (carrocería, motor, volante y conciencia). Y si se cree ese supuesto, se disfruta visualmente cómo se estrella contra el restirador, que es otro carro donde viaja la hija de Wright. El hecho de la muerte de la hija del arquitecto es verídico, como el que la esposa haya corrido del taller-granja, donde Wright ejercía su sabiduría, al más talentoso de sus discípulos cuando se descubrió su homosexualidad (por supuesto sobre el restirador).

Así también ocurrió que el otro discípulo terminaría por casarse con la hija de Stalin. Es la historia pequeña ligada a la grande. Es el fuego literal en el escenario que en unos momentos representa el odio, con un ciclorama en amarillo; poco después en rojo para dar a entender la pasión y termina por ser el fuego anecdótico con el ciclorama en azul, cuando se supone que es de noche.

La gran reflexión sobre el siglo, Ƒcómo se ocuparon en Europa los espacios, luego de la guerra, con ''grandes cajas habitacionales todas iguales, como otro signo del totalitarismo''? La guerra, con su destrucción, completa la reflexión Wright, no hizo sino hacerle un bien a la arquitectura, el cual no se supo aprovechar. También el conflicto de naturaleza con la cultura, de la exactitud con lo inmedible, que con todo su genio Wright quería resolver, por lo que su línea de vida se cruzó con la del filósofo, gurú y compositor que emigró de Rusia a París, quien en su calidad de Fausto, casi al final de la vida del arquitecto le pide por última vez el alma. Cómo no, le contesta el arquitecto, te la doy si me defines un milagro. Y en lo que Fausto le explica que se trata de la presencia de un orden superior en otro menor, Wright muere y se salva, según Lepage, quien asume el escenario como espacio para faltarle al respeto al vacío.