MIERCOLES 19 DE ABRIL DE 2000
Ť Entrevista inédita, publicada a un siglo del natalicio del poeta
En el México de los años treinta, la gente vivía como quería: Nandino
Ť ''Quizá el satélite mayor del grupo literario los Contemporáneos era yo'', decía
Ť Los más parranderos fueron Xavier Villaurrutia y Salvador Novo, afirmaba el escritor
Javier Ponce, especial para La Jornada Ť No obstante que fue un poeta muy apegado a los Contemporáneos, Elías Nandino nunca se integró por completo a este grupo literario. Era, como el mismo escritor comenta, el satélite mayor. El estar al mismo tiempo cerca y alejado de ellos, le permitió tener una visión particular sobre la forma de ser y vivir de algunos de los miembros de ese agrupamiento. Sus relaciones, su carácter, las parrandas, sus fallidas experiencias con las drogas y la belleza de la ciudad de México son los temas que se abordan en esta entrevista inédita con el extinto escritor, dada a conocer hoy, cuando se cumplen cien años de su natalicio.
-ƑHabía firmes relaciones públicas por parte del grupo Contemporáneos?
-Nosotros estábamos ligados con la gente de la camada de los intelectuales del tiempo de Porfirio Díaz, como Genaro Estrada y Bernardo Gastélum. Ellos se interesaron en los Contemporáneos porque éstos habían avanzado y ellos estaban estancados. Ahora, te voy a decir una cosa: en la vida todo es cuestión de administrarse y los Contemporáneos se administraron muy bien. Fueron amigos, por ejemplo, de María Antonieta Rivas Mercado.
''A los Contemporáneos no les importaba nada más que la fama y ser los importantes. Trabajaban para su nombre, no para las letras. Ellos eran Salvador Novo, que era tremendo; Xavier Villaurrutia, Gilberto Owen, Jaime Torres Bodet, Pepe Gorostiza, Bernardo Ortiz de Montellano. Carlos Pellicer no era del grupo, se agregó después; era más bien un satélite de primer orden. Quizá el satélite mayor de los Contemporáneos era yo. Todo mi tiempo libre lo pasaba con ellos. Además, yo era su médico."
Seres despreocupados por la vida
-ƑPor qué usted se mantuvo siempre automarginado de los grupos literarios?
-Ellos se sentían reyes. En el fondo tienes un poco de razón. Del que era muy amigo y andábamos juntos siempre, era de Villaurrutia. Ibamos a todas partes, a parrandas y borracheras. En cambio, con los demás no me llevaba. Torres Bodet, por ejemplo, era muy presuntuoso.
-ƑSe iban muy seguido de parranda?
-Mucho. Paseábamos mucho y en las noches nos íbamos al Tenampa. Teníamos otros amigos que nos acompañaban, como Manuel Altolaguirre, que era un buen poeta español, de los refugiados. Eramos muy vacilones. Nos despreocupábamos mucho de la vida.
-ƑExistía alguna relación entre las parrandas y la literatura?
-Para ellos era indispensable tener quién los escuchara, y los satélites que tenían los adoraban. Eran muy chiqueados. Después de la parranda, cenábamos. Más tarde, si aún nos la seguíamos, tomábamos camino del Tenampa o íbamos a las partes donde salen pirujas y esas cosas. El Tenampa era el nombre de una bebida. Le pusieron así a una cantina que todavía existe en un jardín por la calle Santa María Ribera.''
País que era un emporio
''Los Contemporáneos usaban mucho mi casa para leer. Los poemas principales se leyeron casi todos ahí. Tomábamos todos una copa y salíamos a pasear o nos íbamos de parranda. Los más parranderos eran Villaurrutia y Novo. También rentábamos un cuarto, Novo, Villaurrutia, Agustín Lazo y yo, en una casa que está al costado de Santo Domingo, en la calle de Brasil 42, frente a la Escuela de Medicina. Nos juntábamos ahí por la noche y platicábamos, tomábamos café, una copa o cuanto había. Incluso llegamos a tomar drogas, por curiosidad. Fumábamos mariguana o tomábamos cocaína. A mí la mariguana nunca me entró. Esas eran realmente payasadas. Me acuerdo que cuando probé la mariguana me vino una especie de desmayo y vomité. Nada más recuerdo una mosquita que se paraba en el vómito, una mosquita, una mosquita que rondaba. Eran babosadas todo eso. De eso no llegamos a escribir nada.
''La mayor parte de los Contemporáneos, los superiores, eran homosexuales y teníamos parrandas prohibidas, fiestas prohibidas. Nos reuníamos en los cuartos. En ese tiempo no había problemas con la gente. Novo era tan cínico, era tremendo. La moda le llevaba a él. Se usaban los pantalones anchos, con lo que no se veía el zapato. Novo era el que estaba más a la moda. El más sentimental de ellos era Delfino Ramírez. Ese era como mascota. Era alcahuete, les conseguía gente a los Contemporáneos. México era un emporio de todo. México era una maravilla. Cuando yo lo conocí, en los años treinta, era una ciudad preciosa. Para mí era de un interés notable ver el paisaje. Todo era virgen. Ibas a Xochimilco y se veía el agua brotar de los veneros. De ahí tomaba agua México. Tlalpan también era hermoso. Todo México era lindo, se podía mirar un cielo claro. Te levantabas y en tu casa, desde la ventana, veías desvergonzadamente bellos y desnudos al Popo y al Ixta, los dos volcanes. La gente era ávida. Todo el mundo estaba despertando en todos sentidos; con unas ganas de gozar, de vivir, sin importarles nada, ni raza, ni sexo, ni edad. Había una libertad horrible.
''Los Contemporáneos, todos nosotros, participamos mucho con nuestro ejemplo de hacer de México una ciudad de vicios, de parrandas. Tuvimos muy mala fama. Los homosexuales éramos muy importantes. Lo que sea, éramos muy estimados. Yo a los 30 años, cuando ya estaba en México, era famoso, daba recitales. Además otra cosa: gozábamos la vida muy bonito. Los carnavales de Veracruz eran únicos, eran unos carnavales espantosos. Se vaciaba México completamente. Todos estaban borrachos. Mira, no se podía ni pisar por los botes y los envases. En ese tiempo teníamos una ventaja, la gente vivía como quería. Extraño mucho eso."