La Jornada martes 18 de abril de 2000

Pedro Miguel
Dios no ama a Robert Glen Coe

Vaya en memoria del Hijo del Carpintero: el servidor de Internet de la Corte Superior de Tennessee (http:// www.tsc.state.tn.us/OPINIONS/TSC/CapCases/coerg/RGCoe. htm) ha puesto a disposición de quien quiera verlos 189 de los 193 documentos del juicio de Robert Glen Coe. Los materiales se presentan en diversos formatos (texto simple, Adobe Acrobat® o imágenes.PCX) y varían entre memoranda de una cuartilla y peritajes de 200 páginas. La institución ha tenido la amabilidad de recordar a los visitantes virtuales que es preferible consultar los documentos en sus versiones de texto, porque los archivos de imagen tardan mucho tiempo en pasar por el módem y son más difíciles de visualizar en la pantalla. Es posible que ese conjunto ordenado y metódico de información legal desaparezca mañana, una vez que Glen Coe sea ejecutado en la prisión de máxima seguridad de Riverbend, en Nashville. Cuando pasen los estertores de las sustancias tóxicas en el cuerpo del condenado y alguien pronuncie la palabra "amén", el estado de Tennessee ya no tendrá necesidad de mostrar al mundo, vía Internet, la bitácora de un proceso legal que empezó en 1979 y que está a punto de terminar.

Hace 21 años, en la localidad rural de Greenfield, Glen Coe cometió un crimen atroz: secuestró y violó a Cary Ann Medlin, de ocho años. Su víctima le dijo que estaba haciendo algo malo y le aseguró: "Dios te ama"; con ello sólo logró enfurecer al agresor, quien la sujetó del pelo y la mató a cuchilladas.

En labios de un adulto desconocido y salvo, la frase "Dios te ama" me parece irritante y ofensiva, no sólo por el abuso de confianza para el destinatario, sino por la supina blasfemia de quien la pronuncia y presume, así, de conocer los amores o los desamores divinos. Pero en la voz de una niña violada, inerme y seguramente aterrorizada, la expresión habría tenido que conmover a cualquier persona en uso de sus facultades.

Glen Coe no se conmovió, tal vez porque, como lo diagnosticaron en la corte cuatro siquiatras y dos neurofisiólogos, presenta un cuadro de esquizofrenia paranoide y padece daño cerebral crónico. Tales conclusiones fueron presentadas por los abogados del asesino en distintas instancias del proceso penal contra el asesino, para acogerse a la disposición de la Corte Suprema de Justicia que prohíbe ejecutar a individuos afectados en sus facultades mentales. Sin embargo, el estado de Tennessee sostiene que Glen Coe tiene conciencia de su próxima muerte y de los motivos del estado de Tennessee para provocársela mediante una inyección intravenosa de sustancias tóxicas, y que en esa circunstancia, la resolución del tribunal supremo no viene al caso.

Duele pensar que Cary Ann Medlin, quien ahora tendría 29 años, se equivocó en sus últimas palabras y que Robert Glen Coe no está entre los amados de Dios, o bien que Su amor no sirve de nada. Porque, si lo hubiese amado aunque fuera un poquito, no habría permitido que se volviera loco, no lo habría dejado hacer lo que hizo y no lo tendría, ahora, en el pabellón de la muerte de la cárcel de máxima seguridad de Riverbend, Nashville, Tennessee.

La prensa del estado se ha hecho eco del escándalo de diversos sectores cristianos y judíos de la sociedad, para los cuales es inadmisible que la primera ejecución que va a tener lugar en el estado en cuatro décadas se realice precisamente en días de Semana Santa, o bien en el comienzo de la Pascua hebrea. Tal vez consigan un gesto de cortesía gubernamental o judicial y acaso el envenenamiento controlado de Glen Coe se posponga unos días, de modo que nadie pueda reclamar que le amargaron los días, de por sí amargos, en que se conmemora la Pasión. Pero el estado de Tennessee cuenta con 193 documentos legales para justificar la aplicación de la pena capital al reo y, hoy por hoy (mañana, quién sabe), los exhibe en Internet, como prueba máxima de su razón y su certeza.

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