La Jornada martes 18 de abril de 2000

José Blanco
La tragedia

Los antiguos griegos enseñaron que en la tragedia, ese género del poema dramático con desenlace funesto, los personajes cumplen su destino más allá de su propia voluntad; aun aquéllos que por su relieve les es anticipado el aciago final. Lo cumplen porque han sido atrapados por un conflicto humano insoluble.

ƑEstamos ante un desenlace catastrófico en el conflicto de la UNAM? Es posible: abandonada y olvidada por tantos en su índole institucional, pisoteada por otros que ni siquiera imaginan su valor como institución, aparentemente imposibilitados todos de hallar en conjunto al menos un acuerdo provisional para su supervivencia, la agonía de la universidad avanza y un corto número parece percatarse de la ruina en cierne.

Si en el corto plazo no es dable para la institución un camino para una reforma que logre su relanzamiento como la universidad de todos los mexicanos, al menos una tregua sería indispensable. Pero la multiplicidad de los disconformes actuales --y de los disfrazados de disconformes-- no está dispuesta a ello. No es que la prefieran muerta, pero en conjunto la orillan al despeñadero.

Por si algo le faltara, un sindicato hace tiempo disfuncional respecto a la índole académica de la institución, ahora amaga con la huelga; dice que ha sido violada la autonomía universitaria por la PFP. El ingeniero Cárdenas reprueba la decisión de la autoridad responsable de la universidad, de resguardar las instalaciones con la fuerza pública dado el asedio violento a que está sujeta; pero no reprueba ese acoso sin tregua que la arruina brutalmente como la institución que es. Dice que el conflicto de la UNAM no se soluciona así, y ello mismo opinan variados abajo firmantes, entre ellos el CEN del PRD y diversos grupos de académicos universitarios.

El licenciado Fox también reprueba esa decisión alzando las cejas y espetando un disparate militante más, para variar. Su información sobre la UNAM no es mayor que la de un lapón, pero pontifica desde la silla imaginada. En tanto, un rugido jurásico explica por qué la universidad requería el resguardo: "si piensan que con esta nueva represión van a lograr, ahora sí, doblegar al movimiento estudiantil, es porque no han entendido nada"; firma, a pisotones: CGH.

La autonomía es una condición de posibilidad para la generación y la transmisión de conocimientos. El gobierno de la universidad debe ser autónomo a efecto de poder crear esa condición de posibilidad; sus instrumentos son útiles para ese efecto, y nada más. Toda interferencia "política" en el gobierno autónomo de la academia, desvirtúa, deforma, o de plano destruye a la academia misma, por necesidad, justamente porque no tiene ni debe tener instrumentos para resolver problemas ajenos a la academia. Hoy es más claro que nunca: no existe ningún otro medio de resguardar el gobierno autónomo de la universidad que hacer prevalecer las leyes de la República en todos sus espacios geográficos y sociales.

Si el sindicato universitario o el CEN del PRD es agredido y amenazado en sus instalaciones por una turbamulta, no tienen otro medio para defenderse que hacer aplicar la ley, y hacer intervenir a la fuerza pública cuando la requieran; para eso está. A pesar de que haya quien prefiera batirse personalmente a puñetazos.

La UNAM tiene que defenderse con la ley para sobrevivir y, así, poder buscar la oportunidad de hallar una vía de reforma profunda. Nadie, de veras, cree que la PFP es la vía de esa reforma.

Sin embargo, múltiples y diversos actores, internos y externos a la institución, están en desacuerdo con los instrumentos de la ley, entre ellos, por supuesto, el CGH. Agregue usted la posibilidad de que otros actores poderosos estén interesados, dado el grave marco político nacional actual, en neutralizar a una institución de suyo altamente crítica. Lo han logrado cabalmente, con la eficaz contribución del CGH y de muchos otros actores internos y externos a la universidad. En tanto, el país y los propios universitarios ven a su universidad nacional periclitar, sin que surja una defensa explícita, categórica y suficiente. Este desdichado concierto presagia tragedia.

No valoramos a las instituciones, creaciones históricas y pactos sociales de nosotros mismos, y todo lo reducimos a enfrentamientos enconados entre personas. Por eso el desenlace trágico puede ser inminente.