Ť Cuevas y Matus, entre los signantes del Manifiesto Nalgatorio Mexicano
Los glúteos brillaron por su ausencia en el Bombay
Arturo Jiménez Ť Como en el erotismo más sofisticado, que recurre a la imaginación más que a la concreción, las nalgas brillaron por su ausencia y pasaron (sin albur) al terreno de la invisibilidad durante la lectura del Manifiesto Nalgatorio Mexicano, en el cabaret Bombay, en Garibaldi.
A cambio, esa noche sabatina fue amenizada por planteamientos de José Luis Cuevas, Héctor García, Carlos Martínez y hasta del performancero El Charro Morado, entre otros, en el marco de las actividades del segundo Festival de Cultura Nocturna off Centro Histórico, organizado por la revista Generación.
La artista plástica y narradora Niña Yhared leyó un texto enviado por Cuevas y transcrito en un enorme pliego de papel estrasa. Más que un manifiesto fue un mosaico de considerandos nalgatorios:
"Lo más importante para mí en la anatomía femenina son las nalgas o culo. Es la primera prueba a la que mi mirada somete a una mujer. Si pasa esa prueba con calificación alta, lo que viene después carece de importancia. Ya no importa su cara, que sea fea o sea escasa de pechos. Sin embargo, las piernas, por ser prolongación de las nalgas, sí deben estar torneadas, porque unas nalgas sostenidas sobre patas flacas no alcanzarían mi plena aprobación".
Macario Matus, tampoco presente, escribió a su vez: "Los tafanarios son la única parte erótica donde el varón y la mujer son idénticos para la respuesta sensual. Por eso, a los juchitecos les parece lo mismo acariciar, gozar y compenetrar siempre y cuando sean buenas nalgas".
Leyó además las consideraciones de Raúl Rodríguez Cetina, Francisco Oyarzábal y ella misma. Luego, de nuevo colocado el gran pliego en la pista de baile, muchos nalgófilos compartieron sus planteamientos sobre los, llamados por Oyarzábal, "bellos hemisferios".
Héctor García, quien participa en el Bombay en la exposición colectiva Tras-Eros (Homenaje a las nalgas) con la foto de una geisha desnuda, subió al estrado y expresó luego de ser anunciado: "šNálgame dios, qué compromiso! Da miedo estar aquí entre esta raza que sabe lo que son las nalgas". Y luego contó:
"Una nalga dice a la otra: tú, del otro lado, escúchame bien: un inmenso abismo nos separa, tú eres la nalga de la izquierda, facinerosa. Y responde la otra: tú, hipócrita, nalga de la derecha, pero entre los dos hacemos el milagro del pujido y del producto divino que fertiliza los campos y la tierra, y es lo que da origen y nombre a nuestro mundo, la tierra, y la tierra es pura caca".
Sentado en la mesa de Héctor García, el fotógrafo Francisco Olvera preguntó al maestro si recordaba de quién eran las nalgas más grandes que había visto. Y la respuesta sin dudar fue que de Lyn May. "Pero prácticamente las nalgas de todas las rumberas pasaron por mi lente", agregó sin presunción.
Son dos y se parecen a los pechos
En realidad, la conceptualización nalguística la habían comenzado Carlos Martínez y Anabel Ochoa la semana pasada, también en el Bombay, en donde además, con Jorge Meléndez, rindieron homenaje al maestro Manuel Blanco.
"Por principio de cuentas, las nalgas son dos", dijo aquella ocasión el director de Generación, mientras que la sexóloga comparó con imaginación a las nalgas con los senos, también "redondos, hermosos y juntos".
Pero anteanoche, Carlos Martínez -ubicado siempre entre el disparate y la lucidez- anunció que este manifiesto aparecerá publicado en el Diario Oficial y el órgano de divulgación del Opus Dei. Por lo pronto, agregó, saldrá en La Jornada y The New York Times.
Emisor y receptor de la mayoría de los albures de la noche -"šsiéntateee!", le gritaban ante sus aditamentos--, El Charro Morado paseó por todos los rincones una vistosa prótesis de un pene, en búsqueda frustrada de unas nalgas que nunca aparecieron por el lugar, y también cantó a capela La pera: "Son tus nalgas corazón/ lomo ardiente, corazón..."