LUNES 17 DE ABRIL DE 2000
Ť Los jinetes ejecutaron 10 actos montados en sus caballos sin amaestrar
Las cuadrillas de San Martín, un triunfo
Renato Ravelo, enviado, Santafé de Bogotá, 16 de abril Ť El teatro como una forma de invasión del imaginario religioso: las cuadrillas de San Martín.
Mencionadas apenas como parte del desfile de inauguración, por el detalle de su vistosa aparición, la participación de esta significativa tradición en el Festival Iberoamericano de Teatro plasma un sello a esta versión.
Astrid Hadad ratifica su pertenencia intrasferible a este festival, en las cuentas de los organizadores este podría ser el más lastimado festival económicamente hablando. Pero el hecho de lograr la participación de las cuadrillas es, en sí, una extraña forma de triunfo.
Es un ballet ecuestre con caballos sin amaestrar, es decir, son los mismos que recorren la sabana como parte de las labores propias del campo. Se dividen en moros, guahibos, galanes y cachaceros o negros.
En una de las versiones de este juego, "el misionero español Gabino de Balboa aprendió de los nativos estos originales juegos, ensañándolos a los niños, luego los perfeccionó con el tiempo y los presentó a los adultos de San Martín del Puerto en 1735. Don Antonio de Alcedo, geógrafo ecuatoriano, compañero de Humboldt en sus viajes por la Orinoquia, escribe sobre San Martín del Puerto y hace mención de esos juegos, en su obra Diccionario geográfico del nuevo mundo, coincidiendo su relato con el del presbítero español Vicente Basilio de Oviedo en su obra Cualidades y Riquezas del Nuevo Reino de Granada, publicada en 1761''.
Ante ese incierto origen, sin embargo, hay un fenómeno en México que recuerda a estas cuadrillas. Se le conoce como concilios, y en los estados de Morelos y México pervive como una arraigada tradición. En estos se representan episodios de las Cruzadas, que se supone en su momento eran una forma festiva y activa de involucrar en la evangelización.
A diferencia de los concilios, en los que participa todo el pueblo, en las cuadrillas de San Martín un grupo selecto de jinetes representa diez actos o juegos, que consisten en variantes de un desfile de esquina a esquina.
Juego de la guerrilla o desafío, el saludo, las oes, el peine, las medias plazas, el caracol, las alcancías, la culebra, el paseo, la despedida... esos son los nombres de los diez cuadros escénicos.
A diferencia de los concilios, en las cuadrillas se reconoce la presencia tanto de indígenas como de negros, además de que no se trata de una representación de enfrentamiento, sino de una serie de movimientos de esquina a esquina, pasando por el centro de la cuadrado, poco después de que unos cohetes truenan, y mientras el arpa acompaña unas décimas como solamente sucede como por vasos comunicantes en la sabana colombiana, en Venezuela y Veracruz.
Las cuadrillas tienen en su estricto rito, que desde 1923 se repite los días 11 de noviembre de cada año; un misterio. Los propios cuadrilleros no saben porque es que se hacen esos movimientos, difrazados, pero lo respetan: los que la hacen de negros son escandalosos y manchan a quien se acerque de la especie de betún que los cubre, en tanto los indígenas muestran un ceño severo, alguien pasa como si tuviera algún significado con una boa con la boca cocida para que todo mundo la acaricie y mas allá los galanes o blancos lucen su corbatín.
Cuatro puntos que se tejen, que indican las fusiones históricas y cotidianas entres estos grupos. Movimiento de lo inmóvil, permanencia. Una forma de inventarse la reconciliación de fantasmas que viven una vez al año, o cuando son invitados a festivales de teatro.