ASTILLERO Ť Julio Hernández López
El Viernes de Dolores se adelantó una semana. No sólo en el sentido religioso propio de la Semana Santa (en la que sacrílegamente esta columna continúa siendo escrita), sino, además, en el más terreno y punitivo de la campaña de crispamiento nacional que la Secretaría de Hacienda regala a los mexicanos advirtiéndoles de la llegada de Dolores en lugar de Lolita.
Los dolores del pasado viernes 14 se dieron en el terreno bursátil, donde la Bolsa Mexicana de Valores perdió casi 8 por ciento (7.93) del valor de mercado de las acciones que allí se cotizan. En rigor, tal caída estuvo enlazada de manera lógica con el desplome habido en el mercado de valores de Nueva York, donde hubo súbitas tomas de utilidades de firmas a las que puso nerviosas la versión de que el gobierno estadunidense estaría por aumentar nuevamente las tasas bancarias de interés y por aplicar medidas drásticas para "enfriar" la sobrecalentada economía del país globalizadamente hegemónico.
Los artificios económicos y bursátiles
Tal desplome de la casi siempre burbujeante bolsa mexicana no debería, con tales antecedentes, significar mayores dolores que los de manera natural corresponderían a los accionistas victimados por las veleidades a las que con fe profesional apuestan. Sin embargo, el índice de valores y cotizaciones de las acciones de la bolsa mexicana ha sido elevado por el fundamentalismo neoliberal dominante a la categoría santificada de numeralia demostrativa de la bonanza y la firmeza de la economía nacional
Los cardenales del zedillismo (antes el salinismo, Ƒantes?) han convertido la salud de la citada bolsa en una presunta confirmación de la robustez económica de los mexicanos todos, inclusive aquellos que no sólo están al margen de las ganancias especulativas allí producidas sino que, ahora, han ganado la increíblemente tragicómica nueva categoría de "ultrapobres", que el Banco Mundial ha asignado a las amplias franjas de šcompatriotas! que viven con unos 570 pesos al mes.
Por ello son significativos los vaivenes de esa beatificada bolsa de valores. Sus tropiezos recientes se añaden a una percepción creciente de que la economía nacional está siendo artificialmente sostenida en niveles que permitan al actual gobierno aparentar que su conducción es correcta y que, obviamente, lleve a los votantes a expresar en las urnas el próximo 2 de julio (por sí, o por magistrales y progresistas manos que lo hagan por ellos) un respaldo a esa bonanza virtual, sufragando a favor del bateador designado, el sinaloense Labastida.
Obviamente, la sospechosa tos del pasado viernes será curada este mismo lunes mediante oportunas inyecciones de capital que hagan lucir sonrosadas las mejillas del enfermo bursátil cuando menos de aquí al citado 2 de julio. Pero cada vez son más los signos que denuncian los riesgos de que se esté viviendo una situación parecida a la de seis años atrás, cuando se hacía creer a los mexicanos que su economía era la más fuerte del planeta.
Otra vez a la escuela (y en vacaciones)
Ese mismo viernes, de adelantados sufrimientos, el almirante contra (Ƒo contraalmirante, o nada más almirante?) Wilfrido Robledo inscribió a millar y medio de sus militarizados muchachitos a un curso relámpago que les organizó el rector Juan Ramón de la Fuente. Durante 10 días, según eso, resguardarán las instalaciones de la UNAM para evitar que las restablecidas fuerzas del Consejo General de Huelga vuelvan a apoderarse de ellas.
La decisión de De la Fuente ha sido tomada a título individual y no colegiado, como pretendía el rector la semana recién pasada, cuando fue puesta a consideración del Consejo Universitario una propuesta para que este órgano solicitara oficialmente los servicios de vigilancia de la policía federal militarizada. Tal pretensión fue oportunamente atajada por reacciones como la del profesor Octavio Rodríguez Araujo quien, considerando tal propósito como una verdadera barbaridad, advirtió que renunciaría a su condición de consejero en caso de someterse a votación tal idea.
El rector De la Fuente prefirió asumir personalmente la responsabilidad de convocar a las fuerzas policiacas y no sumir al consejo en una crisis derivada no de los términos aritméticos en los que se resolviera tal discusión (al final, 71 de los 92 consejeros apoyaron la solicitud rectoril de apoyo policiaco, aunque lo hicieron a título individual y no, de ninguna manera, como acuerdo oficial del citado consejo) sino en la inoculación irreversible del virus de la división en el pleno del máximo órgano ordinario de autoridad de la casa de estudios del sur de la capital del país.
El asomo de la violencia en actos públicos
Ese mismo viernes adelantado de dolores hubo incidentes en dos campañas electorales, la de los priístas Francisco Labastida y Jesús Silva (Herzog) Flores, y en una gira de trabajo de la perredista que gobierna la capital del país, Rosario Robles.
Ni los vio ni los oyó
En el caso del candidato presidencial tricolor, sufrió la pena de contradecir en los hechos una de sus varias promesas propagandísticas difundidas por medio de la televisión.
Yo sí te veo, yo sí te oigo, dice en un comercial Labastida, con la misma convicción con la que promete clases de inglés y de computación a los niños, y atención médica a las mujeres embarazadas. Estas propuestas educativas y sanitarias mueven desde ahora a profundas dudas, pues el costo real de tales beneficios es tanto que hace pensar más bien que esas palabras son meras promesas de campaña. Por lo demás, está la evidencia de que el grupo neoliberal en el poder pretende más bien abatir la educación pública y los servicios gubernamentales de salud, antes que fortalecerlos.
Pero en Hermosillo, en una reunión que se suponía sería de rutina, con jóvenes priístas, la presencia de universitarios locales, simpatizantes del movimiento huelguístico de la UNAM, generó un altercado fuerte, con empujones, golpes y jaloneos que produjeron ruido y escándalo durante varios minutos. En ese lapso, Labastida ni los vio ni los oyó: continuó con la lectura normal de su discurso, si acaso paseando de vez en cuando la vista sobre el sitio del desaguisado. Una parte de los reunidos se levantó de sus asientos y volvió la espalda al orador para presenciar los jaloneos, pero Labastida ni vio ni oyó: siguió leyendo su discurso como si nada.
El Silva Flores que quiere ser Silva Herzog
Fueron menos demostrativos de insensibilidad los incidentes relacionados con Silva Flores (quien ha vivido hasta ahora usando un nombre que no es el suyo, deseoso de trasladar a sí mismo, por la apropiación heráldica del Herzog, los méritos de su difunto padre). En realidad, el caso fue opuesto: Silva Flores (quien pretendió semanas atrás solucionar su conflicto de apellidos, emprendiendo un juicio civil para que se le autorizara el Silva Herzog, gestión que le fue autorizada pero que, ahora, enfrenta la recurrencia ante otras instancias de revisión y una solicitud de amparo federal) se mostró sorprendido por la agresisividad de una decena de personas, presuntamente perredistas, que le demandaban a él la salida de CU de la policía militar. Lívido, blanco, fueron los adjetivos usados por algunos periodistas para describir el rostro de Silva Flores cuando priístas y opositores discutieron y se enfrentaron.
Propuesta mafiosa
Por último, Rosario Robles fue enfrentada por un grupo de cenecistas que más bien parecían dispuestos a cumplir la parte de la sentencia mafiosa que pretende obligar al perredismo a canjear la paz de Oscar Espinosa por la paz de López Obrador y de Rosario Robles.
Viernes de Dolores adelantado, y ya parecen haber quedado atrás los tiempos de Lolita, para dar paso tan sólo a los de Dolores...
Astillas: Plebiscito, propuso Andrés Manuel, para decidir sobre la legitimidad de su candidatura. Como propuesta política es buena, pues así se logrará movilizar a la gente en torno de esa postulación, y se conseguirá un aval político importante. Pero no debe perderse de vista que el litigio jurídico es relevante y que, en él, también se tiene la razón del lado de la candidatura de López Obrador...
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