SABADO 15 DE ABRIL DE 2000

* En manos del Presidente, la solución, reitera


Rosario Ibarra: cumplirá mi hijo 25 años de desaparecido

* Exige se abran las cárceles clandestinas de los militares

Triunfo Elizalde/ I * Jesús Piedra Ibarra cumplirá, el 18 del presente mes, 25 años de ser víctima de desaparición forzada. Su madre, Rosario Ibarra, luego de un cuarto de siglo, continúa firme en encontrarlo vivo, pues "vivo se lo llevaron y vivo tienen que devolvérmelo". Sus 73 años de edad no significan nada para ella, "pues vengo de una familia longeva y viviré muchos años hasta lograr mi objetivo".

Sus palabras, fuertes, resuenan en su acogedor departamento de la colonia Condesa, donde es entrevistada. Durante la plática, de hora y media, sólo en un momento, fugaz, se le quiebra la voz, al hablar del dolor agudo y permanente que le provoca la ausencia de Jesús.

-ƑEn qué momento decidió iniciar esta lucha?

-De manera instantánea, instintiva; digamos que es el oficio de madre; es parte del instinto maternal el buscar a mi hijo.

En su búsqueda ha tocado las puertas de infinidad de instancias de poder: los entonces presidentes Luis Echeverría Alvarez, José López Portillo, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas conocieron de viva voz su reclamo, y pasaron, se fueron y nada resolvieron. A Ernesto Zedillo Ponce de León "no lo hemos visto; así lo decidimos en el Comité Eureka, porque estamos cansados de las burlas y porque cuestionamos su gobierno, pues con él y con Salinas continuaron las detenciones-desapariciones... en el futuro, vamos a ver".

Rememora: "Mi hijo Jesús fue secuestrado el 18 de abril de 1975 por un grupo fuertemente armado en el centro de la ciudad de Monterrey. Se resistió, pero finalmente lo metieron en un automóvil y se lo llevaron...". Recuerda que el día 30 se enteró de lo sucedido por una nota de un periódico local. "Platiqué con el periodista y me hizo saber que se lo habían llevado a la ciudad de México, concretamente al Campo Militar No. 1".

-ƑPor qué motivos? ƑBajo qué tipo de acusación?

-Para una desaparición no hay acusación que valga. Fue secuestrado porque se le mencionaba como integrante de la Liga 23 de Septiembre, lo cual era cierto y nunca lo he negado, pero de ser miembro de un grupo, a ser víctima de un secuestro, hay mucha distancia.

Los sucesos del 68 y el 71

Jesús, al ser detenido, tenía 21 años. Desde dos años atrás había abandonado el hogar porque no quería que su familia se viera involucrada en la persecución de que era objeto. Según doña Rosario, "él, al igual que sus hermanos (María del Rosario, Claudia y Carlos), estaban dolidos por los sucesos del 68 y del 71 (las matanzas del 2 de octubre y del 10 de junio, respectivamente), y por la muerte de un estudiante, en Monterrey, que fuera asesinado por un policía con una bomba lacrimógena que le pegó en el pecho".

Luego de acudir a las instancias gubernamentales, de enfrentar al entonces gobernador Pedro Zorrilla Martínez (recientemente fallecido), quien lejos de ayudarla se puso a hablar mal de su hijo, diciendo que "no se trataba de una blanca palomita"; de llamarle la atención al funcionario: "En consejo de familia, decidimos que mi esposo se quedara a trabajar y cuidar la casa, mientras yo me vine para México. De inmediato inicié gestiones en diversas instancias. Hablé con Pedro Ojeda Paullada, procurador general de la República, y así comenzó mi calvario".

Rememora que el 5 de mayo de 1975, en el bosque de Chapultepec, abordó por vez primera a Echeverría, "con el cual me entrevisté 39 ocasiones, en los dos últimos años de su gestión, pero no sucedió nada". No sólo abordó al entonces presidente, sino a varios de sus colaboradores: Mario Moya Palencia, secretario de Gobernación; con Gutiérrez Barrios, con Sergio García Ramírez, con Javier García Paniagua. De hecho no la conocían ni ella a ellos.

Cansada de recorrer instancias gubernamentales, "en las postrimerías de la gestión de Echeverría comencé a buscar a personas que me dieran la mano, y una de ellas fue Elena Poniatowska, la cual escribió sobre mi caso. Fue la primera ayuda fuerte. De inmediato contactaron conmigo otras madres que vivían el mismo problema; hablé con José Alvarez Icaza y con don Benjamín Laureano Luna, que entonces era el único luchador independiente de derechos humanos''.

-ƑY las organizaciones políticas; el Partido Comunista?

-Hablé con Valentín Campa, que se portó muy bien conmigo; con Arnoldo Martínez, que era el secretario general, al igual que con Heberto Castillo, con Eduardo Valle, El Búho, con Demetrio Vallejo. Fui de puerta en puerta buscando apoyo para exigir al gobierno la aparición de mi hijo.

-De hecho, usted no ha aceptado que Jesús esté muerto... Si está vivo, Ƒdónde cree que lo tienen?

-Jamás; es una decisión colectiva, no sólo mía sino del comité familiar. Nosotros no vamos a facilitarle al gobierno una salida; nosotros decimos: se los llevaron vivos y vivos los queremos... por lo que se refiere a en qué manos creo que esté, siempre hemos dicho que el responsable máximo de la detención es el presidente de la República, el presidente en turno; por una razón: es, según la ley, jefe supremo de las fuerzas armadas.

"El Presidente debería ordenar que se abran las cárceles clandestinas, inexpugnables, de las instalaciones militares y las bases navales; él tiene la facultad de ordenar, pero no tiene la decisión política, porque la detención-desaparición es parte de toda una estrategia y una práctica intimidatoria contra la oposición en este país".

-ƑAdemás de las organizaciones y partidos políticos, básicamente de izquierda, qué organismos del exterior se interesaron en su caso?

-Indiscutiblemente Amnistía Internacional. Yo le escribí desde 1977, desde antes que se formara el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos (integrado en ese mismo año). Estuve en su sede, en Londres, y gracias a Amnistía Internacional, a sus acciones urgentes en todo el mundo, pudimos recuperar a muchos de los 184 desaparecidos, a la vez que se impidió que desaparecieran otros que habían sido aprendidos arbitrariamente. Igualmente nos apoyó ACAT (Asociación de los Cristianos por la Abolición de la Tortura), de París.

-ƑCómo ha tomado su lucha la mujer mexicana, no sólo por la defensa de los desaparecidos sino por los derechos humanos en general?

-Bueno, no me creo ejemplo, la verdad, y ojalá que nadie tomara ejemplo por lo que a mí me pasó, porque yo no quisiera jamás que nadie sufriera lo que yo he sufrido. Diré que en general las mujeres han sido comprensivas, aunque todavía hay muchas que tienen metida en la cabeza aquella idea del 68, que a mí me choca mucho, que contra el gobierno no se puede... šClaro que se puede, sí se puede y tenemos el derecho a cambiar el gobierno que nosotros queramos; a buscar por los medios que sea el cambio en este país. Si algunos buscan la vía electoral y otros otra vía -algunos hasta se van por las armas-, cada quien busca su forma de establecer el cambio en este país, según como les haya ido en la vida".