SABADO 15 DE ABRIL DE 2000
* Anabel Ochoa ha recibido más de un millón 500 mil consultas
Oscurantismos en Televisa Radio ponen en peligro Desnudo total
* El silencio, el mayor delito de los medios de comunicación, dice la conductora del programa
María Rivera * ''El silencio es el mayor delito en que pueden incurrir los medios de comunicación''. Anabel Ochoa, conductora del programa más caliente de la radio en México -Desnudo total, que se trasmite por la XEW de 11 de la noche a una de la mañana- sabe lo que dice. Hace tres años abrió el micrófono para que los mexicanos hablaran de sexualidad. Desde entonces, los radioescuchas no han parado de llamar: hasta la fecha han realizado más de millón y medio de consultas. Sus estadísticas incluso han sido empleadas para proponer nuevas leyes en defensa de la mujer y de las minorías sexuales.
Paralelo a su trabajo en la radio, Anabel Ochoa dirige la revista mensual Desnudarse, que ya llegó a su quinto número. El éxito de la publicación ha sido rotundo: debió triplicar su tiraje de 8 mil a 24 ejemplares.
Pese a la creciente aceptación del auditorio, la sexóloga vasca, de hablar claro y recio, cree que ese espacio no tiene futuro. Sostiene que los directivos de Televisa Radio la están bicoteando. "No creo que provenga de Televisa directamente, sino de la dirección de Televisa Radio, por miedo, por oscurantismos personales. Me da mucha pena ver cómo un programa que tiene tanto valor social está siendo castrado. Creo que ya no estoy en el lugar adecuado".
-ƑCómo se inicia Desnudo total?
-Comenzó hace tres años, cuando todavía estaba Ricardo Rocha al frente de la filial radiofónica de Televisa, llamada entonces Radiópolis. Yo le había planteado a Rocha un proyecto que consistía en abrir el micrófono para escuchar lo que tenían que decir los mexicanos sobre su sexualidad. Sus asesores dijeron que yo tenía una mentalidad muy eurocentrista, que ese tipo de programas podía funcionar en Europa porque allá la gente es más directa, pero que en México no, que al mexicano no le gusta decir lo que siente. Total, que nadie iba a decir nada de lo que le pasaba. Entonces que les lanzo un reto: hacer un programa a prueba diciendo ''aquí estamos para lo que quieras'', y si no pasaba nada hasta ahí llegaba mi carrera en la radio. Aunque por mi experiencia en Animal nocturno (su anterior incursión radiofónica, en la misma estación) sabía que la gente estaba ansiosa de hablar, que aquello era un olla de presión.
''Hice el programa y pasó algo que yo creo milagroso: un minuto antes de empezar entró la primera llamada. Un testimonio impresionante: 'doctora, yo nací hombre pero desde niño quise ser mujer, me operé pero no me gustó esa vida: ahora quiero volver a ser hombre'. šAsí es que no tenían nada que decir los mexicanos! šAnte mí tenía el caso más difícil de la historia de la psiquiatría!... De ahí en adelante el programa se saturó de llamadas... Tres años después hemos superado el millón y medio de consultas. Hemos reunido un verdadero tesoro; con ese acervo se pueden hacer planes de salud, de educación, de lo que sea".
-ƑEn qué situación encontró la sexualidad de los mexicanos?
-Hay una tremenda ignorancia. Es el precio de tantos años de silencio. Pero no es casual que la gente esté hablando ahora cuando hay mayor apertura política, y tampoco es casual que las que empezaron a preguntar hayan sido las mujeres, aunque la mayoría de mis radioescuchas son hombres. Fíjate que los hombres me quieren bastante, a pesar de que les digo barbaridades, šde todo!
-ƑSiempre ha podido tratar este tipo de temas de manera tan explícita?
-Yo llegué a México hace tres años. Mis primeros tiempos aquí fueron muy tétricos, bastante oscuros. Primero me acerqué a la prensa escrita, pero no tuve suerte. Al principio decían que les interesaba mucho lo que escribía, pero luego me echaban con el argumento de que no podían publicar ese tipo de marranadas. šTerminaban odiándome, alucinándome! Pero pasó el tiempo y la sociedad mexicana cambió en muchos sentidos, también en su visión de la sexualidad.
Un día la amiga de una amiga que sabía que una de mis especialidades era la sexología, me invitó a participar en un programa de radio. Yo no me acuerdo ni lo que dije, pero al salir me contrataron. Primero trabajaba un día a la semana, después dos, y así fui haciendo el caminito. Hasta que en cierta ocasión, hace cuatro años, Ricardo Rocha, que estaba al frente de Televisa Radio, me propuso hacer un programa para la barra nocturna. En todo el tiempo que yo trabajé con Ricardo Rocha, jamás tuve la menor censura, porque él confía en el profesionalismo de su gente.
-ƑSe podía hablar de todo?
-En ese entonces muchos de los profesionales de la radio se autocensuraban; tenían mucho miedo. Cuando yo decía algo particularmente fuerte, al salir de la cabina las compañeras me cantaban: "šTe vamos a extrañar, te vamos a extrañar...!". Aseguraban que lo que yo decía era terrible, que eso no se podía expresar por la radio. La verdad es que yo nunca pedí permiso, pero tampoco tuve nuca que pedir perdón.
-ƑCuál ha sido el principal problema que ha enfrentado en su programa?
-Tuve que encontrar una línea de lenguaje para responder a las preguntas porque lo que había no me servía. Estaba el lenguaje técnico, ese que no entiende nadie, ni los que lo usan, o la peladez callejera. Lo que se necesitaba era algo intermedio. Yo soy psicoanalista lacaniana, así que siempre he trabajado con la lingüística, entonces para mí esa parte del trabajo se ha convertido en un experimento. Hay que estarle buscando todo el rato, y creo que eso es parte del éxito del programa . Porque si algo bonito dicen de mí es que entienden todo lo que digo, y es que yo siempre he nombrado a las cosas por su nombre. Yo digo pene, me niego rotundamente a decir pajarito, esa clase de palabras me parece completamente ridículas...
-ƑNunca hace concesiones?
-Con los radioescuchas sí las hago, siempre pienso en el otro, en no afectarlo con mis comentarios... pero con los directivos, no, ni con la censura.
-ƑNo tiene miedo de que acaben con su espacio?
-Mira, acabar con Anabel es más o menos fácil, con lo que no pueden acabar es con la necesidad de hablar que tiene la gente. Yo sólo he servido de intermediaria de lo que la sociedad quería decir, ahora el público es mayor de edad, tiene opiniones propias: a ese ya no lo calla nadie.
-ƑHa pedido explicaciones ante el boicot?
-Cuando yo he pedido explicaciones en la estación por el boicot la respuesta ha sido porque no, eso es topar con pared. Cuando uno se tropieza con ese tipo de explicaciones es que hay algo oculto, algo inconfesable. Ya no hay nada más que discutir.