SABADO 15 DE ABRIL DE 2000

Ť Miles de asistentes recibieron la semilla de la energía y la sensualidad


Noche de cante jondo, bailaores y percusiones al culminar el Festival del Centro Histórico

Arturo Jiménez Ť Acorde con la fiesta abierta en que se ha querido convertir al Festival del Centro Histórico de la Ciudad de México, la noche del pasado jueves durante la clausura el Ballet Nacional de España dejó sembrada la semilla de la energía y la sensualidad en los miles de asistentes que no se arredraron ante el intento de boicot de una intermitente llovizna.

Fue una noche de cante jondo, bailaores, percusiones (palmas, taconeo y castañuelas entre ellas), guitarras, violín, flauta y saxofón, en medio de una atmósfera de humedad, cielo adusto y luna esquiva.

ballet-nac-espana-1-jpg Las piezas del programa se alternaban entre šbravos! y šoles!, conducidos hasta el frenesí con esa tradición española que -con este ballet, dirigido por Aída Gómez- también enriquece a la danza contemporánea.

El programa comenzó con Ritmos, que como dice Carlos Ocampo, es ''una pura abstracción de la danza; un baile sin argumento donde la simetría se convierte en arte". Y continuó con Silencio rasgado, coreografía de la propia Aída Gómez en la cual el poeta Sufí Rum, en voz del cantaor, dijo: ''Cuando el sol se eleva/ la luna se parte en dos".

La técnica cedió ante lo espontáneo

La exacerbación creciente es uno de los signos de la danza española. Pareciera que cualquier ballet nacional inspirado en lo popular, alcanzara su mejor arte cuando los cuerpos se olvidan de la técnica y emerge lo espontáneo, esa necesidad primigenia de decir bailando lo que la palabra no alcanza.

El programa formal se ampliaba ante la petición masiva y reiterada de más. Así, un sax jazzero dio entrada a un clima sonoro morisco, raíz profunda de España luego de seis siglos de presencia árabe.

Y entonces ella (al parecer María Isabel Gallardo, la primera bailarina) entró al escenario, con amplio vestido rojo y negro y un flamenco alegre y sensorial avecindado con la danza contemporánea.

De pronto, su vestido se abrió en dos pétalos por el frente, y ella reapareció de sí misma, de pantalón y chaleco negros y ceñidos, ofrendándose serpenteante por todo el escenario. El frenesí de su arte fue reconocido sin egoísmos. El cielo se despejó por un momento y su seriedad cedió a un azul marino intenso.

Ante la maestría de un bailaor de camisola ensatinada (quizá Luis Ortega Pérez, artista invitado, o Francisco Franco), alguien gritó oportuno: ''šViva Federico García Lorca!". Arribó entonces el cuerpo de baile masculino y todos brindaron uno de los momentos de coreografía más aplaudido.

Poco después se incorporaron ellas y a partir de ahí comenzó lo más espontáneo y festivo de la noche. Hasta los músicos y los cantaores pasaban al frente, sin técnica ni fuerza expresiva, pero con mucho filin. La presentación terminaba pero la semilla quedaba sembrada en el ánimo colectivo.

Sin temor a los jóvenes

Despúes se ofreció un coctel en el Palacio del Ayuntamiento, al que asistió la jefa de gobierno del Distrito Federal, Rosario Robles, acompañada por Rafael Tovar y de Teresa, Alejandro Aura y otros.

Antes, previo a la presentación del Ballet Nacional de España, ellos tres, con Roberto Vázquez, director del Festival del Centro Histórico, y Sergio Autrey, presidente del patronato del mismo, habían clausurado la fiesta de manera formal.

clausura-festi-centro-mex-2-jpg ''No hay que tenerle miedo a los jóvenes", comentó Robles en la sede del gobierno acerca del saldo positivo de los conciertos masivos en el Zócalo, y se mostró satisfecha con los resultados del festival.

Tovar señaló que uno de los mejores resultados de los espectáculos abiertos es la creación de nuevos públicos, que quizá más adelante asistirán a teatros y salas de concierto.

Respecto de la colaboración entre el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, que preside, y el Instituto de Cultura de la Ciudad de México, dirigido por Aura, Tovar dijo que se ha desarrollado de manera muy transparente. ''Todo el esfuerzo que todos hagamos tiene un solo destinatario: el público de la ciudad de México. Lo digo de la manera más directa y más franca", agregó.

Vázquez hizo una evaluación de esta décimosexta versión del festival e indicó que el resultado más importante es el número de espectadores: unos 700 mil, mientras que el año pasado fueron 250 mil.