VIERNES 14 DE ABRIL DE 2000
Cárdenas, Labastida y la nación
* Horacio Labastida *
Cuando Francisco I. Madero se decidió a dialogar con Porfirio Díaz sobre lo que hoy se conoce con el nombre de Tratado de Ciudad Juárez, por virtud del cual suspenderíanse las luchas militares entre revolucionarios y no revolucionarios, aceptándose resolver el conflicto de la época por la vía comicial, Luis Cabrera remitió aguda carta al caudillo antirreleccionista, recordándole que el problema nacional no era el mero cambio de titulares de los órganos del Estado, sino muy principalmente la reforma profunda en el campo y en la ciudad, según lo hizo notar Andrés Molina Henríquez en 1909, al publicar el libro que tituló Los grandes problemas nacionales.
Madero triunfó contra León de la Barra, en las elecciones de 1911, y al no cumplirse o retardarse la política agraria exigida por las masas levantadas, así como los asuntos vinculados a la explotación extranjera de los hidrocarburos y otras riquezas de la nación, se produjo el estallido social por causas bien argumentadas en el Plan de Ayala (1911) y otros documentos de ese tiempo, originándose de paso el Estado criminal que armó y presidió Victoriano Huerta entre 1913 y 1914.
Ahora bien, teniendo en cuenta esa experiencia histórica y los esfuerzos del eminente Molina Henríquez, Ƒno es pertinente interrogarnos hoy ante las inminentes elecciones del próximo julio, cuáles son tanto el problema fundamental de la nación cuanto las soluciones que ofrecen los candidatos a la Presidencia de la República?
Quizá la respuesta más sencilla es la siguiente: México está trabado y obturado en su expansión y desarrollo porque el Tratado de Libre Comercio lo ha convertido a velocidades cada vez mayores en una creciente maquiladora del capitalismo transnacional que tiene como personero político al gobierno de Estados Unidos. Las cosas no eran halagüeñas antes de dicho tratado, pues la economía y en muchos renglones la cultura venían supeditándose a los criterios extranjeros, pero el declive se acentuó abiertamente a partir de las decisiones de apertura comercial y libre mercado adoptadas durante la administración del presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).
La industria nacional padece una quiebra aparentemente irremediable; el campo contempla cotidianamente el hambre y la emigración braceril de sus poblaciones, y el espíritu nacional se siente agredido por todas partes con valores que pretenden sustituir nuestra identidad con identidades ajenas a lo mexicano. Es decir, la globalización que nos rodea y penetra es una globalización opresiva y destructora, y de ninguna manera liberadora o colaboradora de la vida que desea y espera el pueblo; y ésta es la condición profunda de la que derivan los innumerables litigios que ahora nos agobian y amenazan, desde los grandes problemas de la sociedad rural, escenificados por lo que ocurre en Chiapas y sus fuerzas zapatistas, hasta el triste espectáculo que se mira en la UNAM, donde grupos paristas están empeñados en aniquilar la cátedra más importante de que dispone la sociedad para cultivar con independencia y recursos propios el talento del país.
Planteado lo anterior, la pregunta resulta clara, evidente, indudable. ƑQué política debe adoptarse para cambiar el carácter opresivo y destructivo de la globalización en una circunstancia constructiva y liberadora?
Sólo Cuauhtémoc Cárdenas y Francisco Labastida han hablado del problema. Cárdenas lo ha dicho desde hace mucho tiempo: el camino es recobrar plenamente la soberanía nacional y rediscutir inter pares acuerdos del Tratado de Libre Comercio que lo transformen en un convenio que beneficie tanto a Canadá y Estados Unidos como a México, desechando entendimientos que nos supeditan en el presente a las empresas multinacionales. En sus importantes declaraciones a Elena Gallegos (La Jornada, núm. 5605), Labastida hizo una exposición del mayor interés: "estoy convencido de que parte de los problemas de esos años (del salinismo) se deben a que el crecimiento económico se concentró en muy pocas manos", y a partir de este juicio ofrece modificar sustancialmente las pautas de la distribución del ingreso con normas de equidad y justicia; la entrevistadora subraya que el candidato priísta reiteró que en su concepto debe imperar un pensamiento distinto al del salinismo.
Establecido lo anterior, los ciudadanos quisiéramos mayores análisis del problema por parte de los dos más importantes candidatos a la Presidencia, Cuauhtémoc Cárdenas y Francisco Labastida; Ƒno es así? *