JUEVES 13 DE ABRIL DE 2000

* Durante la reunión será territorio diplomático


Medidas de seguridad dificultan el acceso a la sede del FMI-BM

* Mil manifestantes, dispuestos a dejarse arrestar en las protestas

Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 12 de abril * La broma que circula entre los oficiales del Banco Mundial (BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI) que comienzan a congregarse para su reunión anual de primavera es: ƑCuál será la parte más difícil de la reunión? Respuesta: entrar al edificio.

El ingreso a los edificios de las instituciones multilaterales más influyentes del planeta no es fácil a partir de hoy ni para los que trabajan adentro, y aun no han comenzado las reuniones. La policía municipal estableció una zona controlada de cinco cuadras alrededor de las instituciones, y a una cuadra de la entrada la policía verifica credenciales e identificaciones.

Se ha colocado alambre de púas en algunas partes de los edificios a fin de evitar que los activistas logren pasar por las barricadas y coloquen mantas, y el Servicio Secreto anunció que durante las reuniones esos inmuebles serán considerados ''territorio diplomático''.

Con esto, los activistas que han declarado que intentarán ''clausurar'' al FMI y el BM de alguna manera ya han ganado. Un memorándum secreto distribuido entre los empleados y funcionarios de las dos instituciones y obtenido por La Jornada alertó que los edificios serán abiertos sólo al ''personal esencial'' el sábado, domingo y lunes, cuando se espera se realicen magnas manifestaciones y diversas acciones de protesta.

Se afirma que a nadie se le permitirá presentarse dentro de las instalaciones y sus alrededores sin mostrar sus credenciales oficiales, pero también se sugiere que los delegados y funcionarios oculten las mismas al aproximarse hacia esta zona.

Esta mañana funcionarios del BM y el FMI ya mostraban su irritación ante la amenaza de las acciones de protesta, y el presidente del BM, James Wolfensohn, declaró que era ''desalentador'' que los activistas no desearan dialogar y sólo quisieran ''clausurar'' las instituciones.

Pero si el ambiente es algo tenso dentro de estas instituciones internacionales, a 15 cuadras en un edificio que antes albergaba una fábrica en una colonia pobre de Washington, que sirve como sede de la amplia Coalición 16 de abril o ''A16'' que organiza diversos actos de protesta y la gran manifestación para el domingo, el ambiente es carnavalesco.

A la entrada un grupo de mujeres, varias con el cabello teñido de verde brillante y otros colores brillantes, practican consignas, canciones y movimientos rítmicos. Un títere de unos cuatro metros de altura está contra una pared, mientras David Morley, activista que llegó desde San Francisco, se ocupa de crear una gigantesca ''máquina'' que representa la maldad del ''ajuste estructural''.

Erick Brownstein, líder de la Red de Acción de Selvas de Lluvia (Rainforest Action Network), explica que los activistas siguen llegando desde todos los puntos del país a este ''centro de convergencia''' y asisten a sesiones de información y talleres sobre métodos de protesta, planes de acción y de estrategias para llamar la atención pública sobre la demanda central: ''Clausura del FMI y del Banco Mundial''.

''En una reunión de planeación, representantes de varias organizaciones informaron que hay mil personas dispuestas a ser arrestadas en las acciones de desobediencia civil'', explicó Brownstein a La Jornada. ''En Seattle a estas alturas sólo teníamos a unos 200 dispuestos a arriesgarse al arresto''. Agregó que espera que otros 10 mil formarán parte de las manifestaciones pero no realizarán actos de desobediencia civil, ''acción directa'' o algún tipo de violencia contra la propiedad.

 

Movimiento sin nombre

Nuevamente estos actos manifiestan el surgimiento de un amplio movimiento tan nuevo que ni tiene nombre. Conformado por lo que parece ser una resucitación del movimiento estudiantil junto con los que promueven ''acción directa'' y las tácticas de la desobediencia civil, como la Red de Acción de Selvas de Lluvia, grupos más moderados e ''institucionalizados'' como las multimillonarias organizaciones ambientalistas --Sierra Club o los Amigos de la Tierra--, sindicatos nacionales como el siderúrgico (USWA), y agrupaciones de defensa del consumidor como Public Citizen, este movimiento se encontró a sí mismo en Seattle, y ahora organiza un reencuentro en esta capital.

Los manifestantes señalan que esto no sólo será un segundo acto después de Seattle, sino una expresión más de la fuerza creciente de un movimiento con un consenso sobre la oposición a un proceso de globalización administrado por, y a favor de, las trasnacionales que se ha desarrollado durante los últimos 10 a 15 años.

 

 

El movimiento que comenzó con los grupos de solidaridad con las luchas en Centroamérica y Sudáfrica y que se centraron en las prácticas empresariales en esas regiones, tiene ahora una nueva expresión particularmente en las universidades, donde existen agrupaciones en unos 200 campus dedicadas a criticar a empresas que sobreexplotan a la mano de obra y el medio ambiente.

 

 

Con el inicio de luchas contra el GATT en los ochenta por granjeros y sindicalistas, y después la amplia coalición de sindicatos, granjeros, ambientalistas en oposición al TLC y sus secuelas, el enfoque al llamado "consenso de Washington" sobre el modelo de integración económica con base al libre comercio y el libre mercado, se convirtió en el centro de un debate nacional.

Este movimiento también se ha nutrido de activistas de la comunidad religiosa, donde la discusión es cada vez más en torno a "la justicia económica", y donde se ha conformado una red nacional de unas 8 mil iglesias progresistas.

Además, se ha visto una radicalización de parte del movimiento ambientalista que ha incrementado sus críticas al papel del BM y el FMI, así como a las empresas transnacionales. De hecho, por primera vez en su función como presidente nacional de Amigos de la Tierra, Brent Blackwelder, fue arrestado en un acto de desobediencia civil esta semana en Washington.

 

 

"Realmente ya no estamos interesados en dialogar más con el Banco Mundial", comentó Brownstein a La Jornada. "Más y más grupos creen ahora que se necesita una transformación tan radical de estas instituciones que es difícil de imaginarla. Mejor abolirlas y empezar de nuevo".

Este es parte del nuevo consenso desde abajo que se está expresando en Washington y eso preocupa bastante a personas como el presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn. ''Hemos estado intentando reformar al Banco Mundial desde adentro'', reiteró hoy Wolfensohn. ''Lo que es desalentador es cuando no hay discusión y lo único de lo que la gente desea hablar es de clausurar la organización''.