MARTES 11 DE ABRIL DE 2000

Ť Urgente, vincular la educación con el mercado


Piden al Estado aumentar el presupuesto a universidades

Ť Rectores exigen cuentas claras en el reparto de recursos

María Esther Ibarra/ II y última Ť En la búsqueda por solucionar la insuficiencia presupuestal y la ausencia de reglas transparentes en la asignación de los subsidios federales, la ANUIES aprobó en diciembre de 1999 un nuevo esquema de financiamiento.

Producto de sus trabajos iniciados en 1998, el Consejo de Universidades Públicas e Instituciones Afines (CUPIA) -organismo perteneciente a la ANUIES- estableció como eje central que la dotación de recursos dependerá del desempeño institucional de cada casa de estudios.

Los resultados de las nuevas reglas para la entrega de los subsidios están por verse. Por lo pronto, los rectores no quitan el dedo del renglón.

Roberto Cruz León, rector de la Universidad Autónoma de Chiapas, advirtió que mientras el Estado se declare incompetente para financiar la educación superior se agudizarán los conflictos y el deterioro académico de en las casas de estudios superiores.

"El Estado debe asumir su responsabilidad de destinar cada vez más recursos para permitir el desarrollo de las universidades, pues resulta complicado obtener fondos en otras fuentes de financiamiento por el alto índice de pobreza existente en la mayoría de la población del país. El pueblo de Chiapas es de los más perjudicados en este renglón", acotó.

Para Florentino Cruz Ramírez, rector de la Universidad de Guerrero, en la distribución de los subsidios se debe considerar las desigualdades existentes tanto entre las instituciones como en las entidades, porque "no se puede tener el mismo parámetro para estados como el de nosotros y Oaxaca que para Sinaloa o Sonora".

Por eso, el vicerrector de la Universidad de Guadalajara, Misael Gradilla Dammy, subrayó la necesidad de contar con reglas claras en el reparto de los recursos gubernamentales y una mejora presupuestal, pues de lo contrario anticipó la dificultad de poder ampliar su matrícula estudiantil, que actualmente es de 165 mil 272.

Igual postura tuvo Víctor Arredondo, rector la Universidad Veracruzana, quien informó que en las condiciones actuales tampoco puede aumentar el número de sus estudiantes que es 43 mil 694, en especial de primer ingreso pues -dijo- ya atiende a casi la mitad de la población escolar de enseñanza superior del estado.

En opinión del rector de la máxima casa de estudios de Puebla, Enrique Doger Guerrero, los organismos públicos "pueden y deben" incrementar su matrícula de acuerdo con el tamaño de cada uno de ellos, pero reconoció que "el problema central es el límite del financiamiento gubernamental". Su homólogo de Nuevo León, Reyes Tamez Guerra, subrayó la corresponsabilidad de las instituciones en materia financiera, pues "no solamente debemos estar solicitando incrementos, sino desarrollar estrategias para generar recursos".

En la antología de medio siglo de vida -La ANUIES en la línea del tiempo, que editó con ese motivo en marzo del presente año--la agrupación excluyó toda referencia al problema del financiamiento durante los dos últimos años. Hizo lo mismo con las gestiones de los rectores -en diciembre de 1998 y 1999- ante la Cámara de Diputados.

Hacer más con menos

El tema del financiamiento es motivo de preocupación no sólo entre los rectores, sino también entre ex secretarios de la ANUIES y responsables de dirigir -en los años recientes- la UNAM y la Secretaría de Educación Pública (SEP), según consta en los testimonios publicados por esa asociación en su cronología de sus 50 años de su fundación.

Octavio Rivero Serrano, rector de la máxima casa de estudios entre 1981 y 1985 lamenta que "el Estado nunca ha entendido que hay que invertir tanto en salud como en educación para que se logren los resultados esperados en ambos rubros".

Admite que el "clamor de todos los rectores es que se invierta más en educación e investigación", y cita que Antonio Caso y José Vasconcelos "mencionaban que siempre ha existido la tentación del Estado de restringir la inversión en educación".

En su época de rector de la UNAM, recuerda Rivero Serrano,"fue un periodo, en términos generales, en el cual el país había pasado de 'administrar la abundancia' a una situación de astringencia económica muy fuerte, que impactaba a todas las universidades del país, especialmente a las públicas. Entonces hubo que hacer más con menos".

Fernando Solana Morales, dos veces secretario de la SEP, reconoce que hace falta mayor inversión en educación superior, pero a la par considera necesario se vincule más eficazmente a la actividad productiva del país, porque considera ilegítimo "destinar recursos crecientes para financiar la preparación de profesionales con título, pero sin perspectiva ocupacional".

No obstante, asume que el país requiere que la sociedad, el Estado y también los particulares unan esfuerzos y destinen 7 por ciento del producto interno bruto a la educación, pues señala que actualmente el gobierno federal otorga 4 por ciento del PIB al sector, que con la suma de las aportaciones de los gobierno estatales y de los particulares, se tiene un "insuficiente" 5 por ciento.

El ex rector Guillermo Soberón Acevedo, quien estuvo al frente de la UNAM durante dos periodos consecutivos (1973-1981), reconoce sin mayor preámbulo: "Durante aquellos tiempos existía, y esto siempre se ha dado y se dará, el problema de los escasos recursos económicos que el gobierno destina a las diferentes universidades.

"Y claro, brincaba ante los ojos de mis colegas rectores, el hecho de que la UNAM se llevará un trozo muy importante del pastel que se repartía, pero por su tamaño, número de estudiantes y sobre todo las funciones que desempeña -fundamentalmente de investigación científica- se justificaba", expresa.

En el documento de la ANUIES se señala que pese a los argumentos del llamado rector de hierro, "los recursos destinados a la Universidad Nacional siempre despertaron preocupación y tentaciones". Ante esto, Soberón Acevedo propuso al entonces presidente José López Portillo realizar un programa de fortalecimiento de las universidades estatales con recursos del gobierno federal, vía la SEP y administrado por la UNAM.

El también ex secretario de Salubridad durante el sexenio de Miguel de la Madrid cuenta: "el programa se hizo con rigor para reforzar el sistema de educación superior, pero siempre con la convicción de que la UNAM no quería parecer como la madrina generosa para las instituciones".

Rivero Serrano complementa: "Por supuesto que el problema económico nos afectó a todos, pero en ocasiones se tiene la tentación de pensar que la UNAM debe resolver los problemas de enseñanza superior e investigación del país. La visión de la ANUIES es clara sobre la idea de que deben ser todos quienes carguen con esa responsabilidad, pero principalmente el Estado, en el sentido de que el presupuesto a la educación es una inversión y no un gasto".

Y el malestar de las universidades estatales por la desigualdad frente a sus homólogas asentadas en el Distrito Federal -UNAM, UAM, UPN e IPN-, tiene fundamento. Carlos Pallán Figueroa menciona que como secretario ejecutivo de la ANUIES (1993-1999) solucionó en 1994 la "deuda histórica" de algunas casas de estudio que no habían pagado sus impuestos y contribuciones a la Secretaría de Hacienda y a otras dependencias federales.

Comenta: "La deuda se asemeja a lo que pasa con los países deudores: para algunas instituciones resultaba impagable no sólo el monto inicial sino incluso la parte de los recargos y multas correspondientes. Se aprovechó que el sexenio estaba por finalizar y la SEP fue muy sensible para resolver el problema. José Angel Pescador Osuna, entonces titular de la dependencia educativa, luego de reunirse con una comisión de rectores gestionó ante Hacienda mecanismos para resolver el problema".

Los problemas de la ANUIES

Pero ni la propia ANUIES ha estado exenta de problemas derivados de la escasez de recursos. A Juan Casillas García de León, durante su periodo al frente del organismo (1985-1993) "le tocó una de las más severas crisis económicas del país, situación que repercutiría al interior de la vida de la asociación, provocando una serie de conflictos", se menciona en la antología.

Pallán Figueroa, su antecesor en el puesto, precisa que algunas universidades "pretendían constituir una asociación diferente a la ANUIES, pues no ha faltado quien asegure que es una mera transmisora de las decisiones gubernamentales. Eso es absolutamente falso", refuta el también ex rector de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Azcapotzalco.

También tiene el orgullo de haber convencido a la SEP de otorgar a la ANUIES un apoyo extraordinario a fin de cubrir la mitad del costo para adquirir el inmueble en el que se alojan sus actuales instalaciones. El resto de liquidó gracias a un préstamo.

Sin embargo, reconoce que "pronto apareció el problema del pago del crédito por el incremento de los intereses. La situación fue insostenible, pues de pagar mensualidades entre 70 mil u 80 mil presos, se elevaron a 300 mil". La solución que se tomo fue fijar cuotas extraordinarias a las 113 instituciones afiliadas -actualmente son 123- y su pago adelantado de dos años.

En el ámbito educativo, la ANUIES no pudo sostener el Programa Nacional de Formación de Profesores -se inició en 1979 y operó hasta 1980-, porque si bien no se le redujo el financiamiento, tampoco se incrementó en las proporciones adecuadas para enfrentar nuevas necesidades. Para 1993, la Asociación recibía fondos para dicho programa, pero "habían sido deteriorados por la inflación", señala Pallán Figueroa.

Uno de los más "ambiciosos" proyectos de la ANUIES, el Programa Integral para el Desarrollo de la Educación Superior (Proides) -creado en 1986 para "inducir un cambio cualitativo"- no resultó lo esperado pues en la práctica muchos de sus objetivos no se llevaron a cabo. El motivo, señala Casillas García de León, fue la falta de recursos, "porque nos encontrábamos en plena crisis de fin de sexenio del presidente Miguel de la Madrid. (Con información de La Jornada El Sur, David Carrizales, Juan Balboa, Cayetano Frías y Raymundo Jiménez, corresponsales)