Alberto Aziz Nassif
A volar la libertad sindical
Hace 50 años México firmó su adhesión al famoso Convenio 87 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el cual establece las normas en materia de libertad y asociación sindical. El postulado central es que todas las personas tienen derecho a la sindicalización sin autorización previa; además plantea que las organizaciones tienen pleno derecho a la autonomía y al respeto por parte de las autoridades.
Para nadie es una novedad que en México la libertad sindical se mandó a volar desde hace décadas y que en su lugar se instaló un modelo de control corporativo, por lo que el incumplimiento de la libertad sindical ha sido sistemático. En materia de relaciones laborales, nuestro país se encuentra en la edad de piedra y para muestra se puede citar un caso actual que ejemplifica esta situación: Aviacsa.
El dueño de esta empresa, Alejandro Morales Mega, quien tiene cuentas pendientes con el Fobaproa (La Jornada, 28/07/99), se ha negado sistemáticamente a que los pilotos pasen a formar parte de un sindicato democrático, como es la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA). Igual que muchas otras empresas nacionales y extranjeras, Aviacsa tiene un miedo terrible al sindicalismo democrático, temor y resistencia a negociar y a dejar de decidir unilateralmente las condiciones laborales en la empresa.
El pasado 23 de febrero, 87 de 104 pilotos de Aviacsa solicitaron que Aspa fuera el representante de sus intereses gremiales. A partir de entonces la empresa desató una estrategia para obstaculizar el proceso, incluso sacó de un archivo un viejo contrato colectivo de protección, en el cual los pilotos no estaban incorporados, y después, mediante una maniobra y sin su conocimiento, los incorporó.
Aviacsa quiere imponer a sus pilotos una franquicia sindical de protección para que no formen parte de ASPA y ha llegado al extremo de forzar a cada piloto a firmar. Esta lógica es incorrecta.
Hace unos meses TAESA sufrió una quiebra que se precipitó con el accidente de uno de sus aviones. Esa compañía aérea tampoco pertenecía a ASPA, lo que en su lógica le resultaba más barato a corto plazo, ya que la asociación gremial tiene una serie de normas de calidad y de seguridad internacionales que benefician al público usuario y con las que TAESA no contaba.
El sindicalismo de protección y la llamada "nueva cultura laboral" han crecido de forma impresionante en los últimos años. Ya no se trata de los viejos esquemas de control corporativo, sino de una especie de franquicia que se vende al gusto de los dueños de empresa. Se firma un contrato y se convalida legalmente, pero en la mayoría de los casos los trabajadores no lo conocen, salvo porque a algunos les descuentan alguna cuota.
Este tipo de contratos han florecido como hongos en época de lluvia y la razón es la falta de libertad sindical. Se trata de una estructura que tiene, al menos, tres ángulos: la ausencia de un registro libre; el patrón escoge a su sindicato y establece unilateralmente un contrato; cuando se quiere cambiar a sindicato democrático, mediante un recuento se ponen todos los obstáculos, que van desde la intervención violenta de golpeadores hasta el despido de los líderes, para que la operación fracase.
En el caso de Aviacsa ya se ha escindido verbalmente el contrato a doce pilotos, pero eso no es todo, pues gracias a este tipo de sindicalismo, corporativo o de franquicia, se ha podido maniobrar de forma unilateral el precio del trabajo, costo que ha caído de forma sistemática en las últimas décadas.
Mientras no existan interlocutores agrupados en organizaciones democráticas, el precio de la mano de obra seguirá siendo una ventaja competitiva para la inversión y México será cada vez más un país polarizado con una de las peores distribuciones del ingreso.
Por lo pronto, una salida inteligente al conflicto de Aviacsa sería la realización de un recuento. Las autoridades tienen que apegarse a la legalidad y garantizar el procedimiento tal y como lo marca el artículo 388, fracción III de la Ley Federal del Trabajo. Son los pilotos quienes deben decidir qué organización desean que los represente. Esta salida puede evitar que el conflicto se politice y desgastar a las partes; sin embargo, en tanto las autoridades sigan mandando a volar la libertad sindical, México continuará sometido a una simulación, que ya es necesario detener.