DOMINGO 9 DE ABRIL DE 2000
Ť La semana política en Estados Unidos
Ť El "consenso de Washington" se encuentra en disputa
Ť La coalición popular de Seattle acude a la capital
Ť La visita causa tensión al interior y el exterior de sus filas
Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 8 de abril Ť La batalla política en este país regresa esta semana al campo del libre comercio y las políticas del libre mercado, cuando comenzarán a llegar a esta capital sindicalistas, organizaciones religiosas, ambientalistas, estudiantes, defensores del consumidor y granjeros para participar en una serie de actividades cuyas demandas son cancelar la deuda externa de los países más pobres, detener el libre comercio con China y criticar las prácticas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.
Pero en lo que se promueve como "Seattle II", la coalición que surgió en las protestas históricas contra la Organización Mundial de Comercio a fines del año pasado, está enfrentando algunas tensiones internas, en parte porque el movimiento sindical oficial aquí tiene vínculos cercanos con el Partido Demócrata.
Sus líderes se preocupan porque las protestas en Washington podrían dañar las campañas de promoción electoral para apoyar a candidatos demócratas en los comicios nacionales de noviembre.
Las protestas, convocadas para la próxima semana, pronostican casi todos los observadores, ofrecerán más pruebas del desarrollo de una amplia alianza política y social en Estados Unidos que rechaza, o por lo menos cuestiona, el modelo de desarrollo económico con base en el libre mercado y el libre comercio, conocido como el "consenso de Washington".
Hasta ahora, esa amplia alianza ha logrado hacer descarrilar la agenda de la Organización Mundial de Comercio, bloquear la aprobación legislativa de la autoridad fast track para negociar más acuerdos de libre comercio y detener el proyecto de un acuerdo multilateral sobre inversiones. Este mes, el objetivo es detener la aprobación de un nuevo acuerdo comercial con China.
Para preparar esta batalla, varios sindicatos industriales, como los automotrices (UAW), los siderúrgicos (USWA) y los teamsters, están promoviendo todas las protestas programadas para esta semana, pero otros sindicatos en los sectores de servicios que son menos afectados por el libre comercio decidieron apoyar selectivamente algunas de las protestas.
Según fuentes sindicales, John Sweeney, secretario general de la central obrera AFL-CIO, que congrega a 13 millones de agremiados, se ha comprometido a tener como prioridad la elección del vicepresidente Al Gore como sucesor de Bill Clinton, así como ayudar a que el Partido Demócrata recupere la mayoría en el Congreso, por lo que está preocupado ya porque las protestas podrían tener consecuencias negativas para este esfuerzo.
"No deseábamos tener esta lucha en un año electoral", comento la directora legislativa del AFL-CIO al Wall Street Journal. Otros representantes del AFL-CIO y algunos de sus sindicatos afiliados comentaron a La Jornada que a varios líderes preocupa que el movimiento sindical sea demasiado alineado con los estudiantes y otros activistas que exigen la clausura del Banco Mundial y el FMI.
"No tenemos un acuerdo filosófico completo" con los manifestantes, dijo Taylor al Wall Street. "Si la solución de ellos es clausurar las instituciones, la nuestra es a favor de reformarlas". De hecho, fuentes de la cúpula sindical informaron a estos corresponsales que esa es la razón por la cual la AFL-CIO no está promoviendo en forma activa la marcha y manifestación principal contra el Banco Mundial y el FMI, programada para el 16 de abril, y más bien apoya la manifestación del Jubileo 2000 este domingo a favor de la cancelación de la deuda del Tercer Mundo, y encabezar su propio mitin el 12 de abril en protesta por la ampliación del comercio con China.
Los políticos en Washington estarán observando muy de cerca la dinámica dentro de la alianza social, y muy atentos a las expresiones (y a las divisiones) al tener que enfrentar esta protesta después del "gran carnaval de resistencia" en Seattle.
Por lo tanto, representantes sindicales, insisten en que sus organizaciones están comprometidas con la oposición a la ampliación del libre comercio, pero se encuentran entre dos presiones. Una es la de sus filas que en Seattle sorprendieron a sus líderes por el nivel de pasión y solidaridad con los activistas que lograron provocar una rebelión cívica sin precedente en las calles de esa ciudad; la otra es su decisión estratégica de apoyar al Partido Demócrata en las elecciones de este año.
Recuerden, comentó un sindicalista a estos corresponsales, que aunque la AFL-CIO ha declarado que su prioridad es la organización de nuevos trabajadores, la central obrera invierte más dinero en el apoyo de candidatos políticos que en sus campañas de organización sindical.
Y hay otro problema más. Para grupos institucionales como la AFL-CIO es fácil hablar de la "globalizacion", del libre comercio y de la avaricia de las empresas, pero les resulta muy difícil hablar de capitalismo. Las protestas en Seattle y los diversos grupos de base (ni hablar de los temidos "anarquistas") hablan explícitamente de un movimiento "anti-capital" y, a veces, hasta anticapitalista.
Como señaló el economista Doug Henwood en comentarios en uno de los varios foros que se celebran en este país previos a las acciones en Washington, hablar de "capitalismo global" es innecesario, hablar de "globalización" explica poco, además de que el fenómeno en sí no es novedoso, "entonces, Ƒpor qué no hablar de capitalismo?", pregunta. Eso, dice, está al centro de lo que se llama globalización, de las prácticas de las instituciones multilaterales, de la forma en que ejercen su poder las trasnacionales.
Pero para algunos miembros de la nueva alianza social, en particular para las cúpulas institucionalizadas, esa palabra es algo que temen usar. Con ello, se escucha un cierto respiro de alivio entre los circuitos políticos de esta capital.
En los próximos días, este diálogo, entre muchos más, estarán en las calles de Washington. Se definirán más las características, y el nivel de unidad, de la nueva "gran alianza" social.
En tanto, los delegados oficiales a la reunión anual del FMI y el Banco Mundial han recibido instrucciones para ocultar sus credenciales cuando caminen por las calles. La policía de Washington está preparada. Los políticos también esperan poder ocultarse lo más posible de este gran debate. Los estudiantes, activistas de todo tipo y las grandes agrupaciones sociales están listos para iniciar su "celebración" de la resistencia. El "consenso de Washington" está en disputa en su propio lugar de nacimiento.