DOMINGO 9 DE ABRIL DE 2000

MAR DE HISTORIAS

Momento de decisión

Ť Cristina Pacheco Ť

-Debiste aceptar inmediatamente. ƑPor qué se te ocurrió decir que necesitabas pensarlo hasta el miércoles? -el tono de Clarisa refleja la autoridad que, como hermana mayor, ejerce sobre Olivia.

-Porque tenía que pensar.

-ƑQué cosa?

-šPor favor! -Olivia se levanta del sillón-. ƑNo entiendes?

-Francamente, no. Explícamelo.

-Tengo miedo, Ƒoíste? Miedo. ƑTe parece mal?

Clarisa suspira, levanta los hombros y se dirige al sillón que apenas unos segundos antes ocupaba su hermana.

-No, pero me parece absurdo que cuando se te presenta la oportunidad de convertirte en gerente de la compañía te portes como una niña -por la expresión de Olivia, Clarisa advierte que sus palabras dieron en el blanco-. Llevas catorce años trabajando allí, conoces la compañía al derecho y al revés.

-Eso sí... -responde Olivia en un murmullo.

-Por cierto Ƒqué cara puso Heriberto Sánchez cuando se enteró?

-Me felicitó, pero se veía que por dentro estaba llevándoselo el demonio -Olivia va a sentarse junto a su hermana-. El imaginaba que le darían el puesto. La verdad, también lo pensé.

-ƑPor qué?

-Si al año de que entró lo hicieron subgerente, con todo y que yo llevaba trabajando mucho más tiempo, no hubiera tenido nada de raro que le dieran la gerencia. Es hombre y se supone que en esos puestos... -Olivia se levanta otra vez.

-Por Dios, mujer, estate quieta un momento.

-No puedo -Sonriendo, Olivia le da la cara a su hermana-. Me siento rarísima, no sé qué me pasa...

-Te está yendo bien, eso es todo.

-Lo sé, y tengo miedo, como si fuera a sucederme algo malo.

-Por Dios, no vuelvas a decir eso y no te sugestiones, porque entonces sí puede pasarte algo -la expresión de Clarisa se dulcifica-. No seas tonta, disfruta lo que tienes y aprovecha esta oportunidad. Te la ganaste con tu trabajo, Ƒo no?

-Pues sí... -Olivia adopta un tono sombrío-. ƑTe imaginas como estará sintiéndose Heriberto?

-Supongo que muy mal, pero Ƒqué puedes hacer para evitarlo? Además, no es culpa tuya.

-Lo sé, pero de todos modos siento feo.

-Es el colmo que te amargues con eso cuando deberías estar pensando en lo bueno -Clarisa toma un cojincito, lo esponja con las manos y lo devuelve a su sitio-. Pero si así te sientes bien, síguele. Ya estás bastante grandecito y supongo que sabes lo que haces. Te doy un último consejo: no te arriesgues.

-ƑA qué?

-Entre otras cosas, a que Heriberto aproveche de aquí al miércoles para ganarte el puesto. No hablo por hablar: a ese tipo lo conozco.

-Lo has visto dos veces. ƑYa por eso crees conocerlo?

-Pues fíjate que sí. Basta mirarle la cara de zorro para saber que es un ídem -Clarisa se endereza y sostiene la mirada de Olivia-. Soy realista: si yo estuviera en su caso haría lo mismo. Ah, sí... ƑCuántos puestos de gerente hay vacantes? Nada más uno. ƑCuántas oportunidades hay de llegar allí? Poquísimas.

-Metí la pata Ƒverdad? -Olivia espera con ansia infantil la respuesta de su hermana.

-Francamente, sí. Y otra cosa: el tiempo se va volando. Acabas de cumplir treintaiún años. A esta edad es muy difícil conseguir trabajo, ya no digas que te ofrezcan una gerencia.

-ƑQué hago? -como siempre que está nerviosa, Olivia se muerde el labio inferior-. ƑCrees que debería llamar al señor Bermúdez? Son las ocho y él siempre sale tardísimo de la oficina.

-ƑY qué le vas a decir? -Clarisa imita el tono indeciso y la expresión azorada de Olivia-: "Señor Bermúdez, fíjese que siempre sí acepto".

-No tendría nada de malo que lo hiciera.

-šEstás loca! Hace dos horas le dijiste que necesitabas cinco días para pensarlo y ahora resulta que te bastaron unos cuantos minutos. El hombre acabará pensando que no tienes ningún carácter y que no sirves para gerente -se recuesta otra vez-. Ni modo, ahora te aguantas hasta el miércoles. Mientras, échale ojo a Heriberto, yo sé lo que te digo.

-Son una estúpida, una soberana estúpida.

-Tampoco es para que te pongas así -Clarisa se incorpora y busca la mirada de Olivia-. Mejor piensa, analiza la situación: si ves que mañana hay oportunidad de hablar con el señor Bermúdez... Ƒme estás oyendo?

-No, perdón, Ƒqué decías? -no espera la respuesta-. Estaba pensando en Alvaro. ƑCómo crees que lo vaya a tomar?

-Pues muy bien. ƑO hay razón para que sea de otra manera?

-No sé qué cara pondrá cuando le diga que, si acepto el cargo, necesitaré quedarme en la oficina hasta más tarde.

-Desde luego, pero vale la pena: harás algo más interesante y, perdón por mencionarlo, también ganarás mejor. ƑBermúdez te habló de eso?

-No, pero me imagino que tendré un buen sueldo -intenta sonreír-. Búrlate: eso es lo que más me preocupa.

-Te encanta fastidiarte tú solita.

-No es eso, pero acuérdate de Martha Colín: empezó a tener problemas con su marido desde que gana más que él -advierte el gesto escéptico de su hermana-. No me veas así, no estoy inventando nada, él lo dijo. Mira, el día que me invitaron a su aniversario de bodas Martha y yo estábamos platicando. De pronto se nos acercó Claudio y le pidió otra botella. Martha no lo obedeció luego luego y, bueno... Fue horrible: él la agarró del brazo y le dijo: "Si crees que voy a permitir que me humilles en público sólo porque ahora ganas más que yo, te equivocas, chiquita..." Aquélla quiso hacernos creer que era una broma y se echó a reír, pero luego se disculpó con Claudio.

-šTonta! Debió ponerlo en su lugar. Yo lo hubiera hecho.

-Eso dices porque no tienes marido.

-Cuando oigo historias como la de Martha me alegro de no haberme casado. Es que deveras, las mujeres estamos fritas: si nos va mal, los hombres nos desprecian; si nos va bien, nos abandonan.

-ƑVes por qué tengo miedo?

-En primer lugar, Alvaro no es como Claudio; en segundo, si él y Martha están tronando no creo que sea por lo que ella gana. A lo mejor Claudio lo está agarrando como pretexto para no seguir con Martha. Vete a saber qué enjuagues traiga.

-En fin, allá ellos. Lo único que me importa es que Alvaro no se moleste conmigo.

-Conozco bien a mi cuñado. ƑSabes lo que en este momento le molestaría más? Oírte. Acabas de demostrar que no le tienes confianza y que lo consideras un estúpido como Claudio -Clarisa guarda silencio un momento y luego, con más ímpetu, sigue hablando-. ƑTe digo una cosa, hermanita? Si dudaste en aceptar la gerencia no fue porque temieras a la reacción de Alvaro sino porque te horroriza la responsabilidad.

-No es cierto y no me parece justo que me lo digas -la voz de Olivia tiembla-. Sabes perfectamente que siempre he trabajado y siempre he tenido un montón de responsabilidades. O qué, Ƒpiensas que en el departamento de contabilidad no las tengo?

-Claro que sí, pero como empleada. Las decisiones grandes no dependen de ti, las toma el señor Bermúdez. Si sucede algo malo en la empresa él es el único responsable; si tienes algún problema vas y se lo consultas.

-No soy tan cretina... -toma su bolsa, se dirige a la salida, y corre escaleras abajo. Clarisa va tras ella.

-Discúlpame, no te vayas así -consigue detener a Olivia-. Sólo quise ayudarte. Por favor dime qué harás.

-Decidirme, crecer -Olivia besa a Clarisa en la mejilla.

-ƑQué significa eso?

Como única respuesta, Clarisa escucha la puerta del zaguán cuando se cierra.