DOMINGO 9 DE ABRIL DE 2000

Ť Dos horas y media de concierto romántico y bohemio; el foro le quedó chico


Ana Gabriel iluminó con su voz el Auditorio

Arturo Cruz Bárcenas Ť En punto de las ocho y media de la noche se inició el viaje por los terrenos del corazón, que Ana Gabriel recorre en cada una de sus canciones. Los acordes de Sólo quiero ser amada provocaron un griterío ensordecedor. Tiene su público, seguidores fieles que iluminaron en forma inusitada, con sus encendedores (mínimo unos 5 mil prendidos al máximo), el oscuro Auditorio Nacional, dispuesto así, en tinieblas, para crear una atmósfera romántica y bohemia, privada y secreta.

foto- ANA  2 La yucateca ha aprendido el oficio de decirle a la pareja Quién como tú, que eres mi Obsesión, el Pecado original. En su viaje por el amor, bromeó previamente a la interpretación de un popurrí de canciones de la época dorada del rock covero en español: "Para los de manita sudada, como yo lo fui. Claro que he aprendido algo, y ahora soy de las que se lavan la mano". Aplausos de sus fans.

Uno de tantos, Tus ojos (qué divinos ojos, antes de irme déjame ver, una vez más, tus ojos), El último beso... puro rock del año del caldo.

Ni un roce, la rola que refiere una mujer ávida de amor, pero que, lamentablemente, el interfecto ni cuenta se da de que tiene un bóiler a su lado, levantó a la gente de sus asientos y un cuate, de esos que nunca faltan, le gritaba a Ana, la verdad ridículamente: "šte amo!".

Mar y arena, una de las síntesis sentimentales de la esbelta y más bella que nunca. Siguió el momento bohemio y cuatro guitarristas acompañaron a la cantante en las dolorosas Historia de un amor... como no hay otro igual; Dios no lo quiera, Flores negras y el corte que promueve actualmente de su nuevo cd, Poquita fe.

Arribó un grupo de 15 mariachis. El momento vernáculo: Vámonos, de nuestro poeta nacional José Alfredo Jiménez, se oyó más desgarradora que nunca. Me equivoqué contigo ya de plano levantó un coro de miles.

No podían faltar Luna y Aquí estoy, de las más sentidas y aplaudidas.

Más de dos horas y media de concierto. Ana Gabriel ya ha llenado la Plaza de Toros México. El Auditorio Nacional le queda, la verdad, algo chiquito. Bien por el sonido, que permitió apreciar los arreglos musicales. Ad hoc, sin más.