La Jornada sábado 8 de abril de 2000

Carlos Montemayor
Un IPAB de larga vida

Hace poco tiempo, en París, revisé las notas que había preparado hacia 1998 sobre La singularidad francesa, un libro de Guy Sorman, en ese entonces recientemente nombrado asesor económico del presidente francés Jacques Chirac.

Las traigo a colación porque me han parecido de nuevo oportunas por dos hechos recientes. Primero, por la siguiente declaración del secretario adjunto del Instituto para la Protección del Ahorro Bancario (IPAB): que los pasivos del IPAB ascienden a 722 mil 465 millones de pesos y que de mantenerse la actual estrategia de amortización quedaría liquidada esta deuda en aproximadamente 20 años.

Segundo, porque en el actual periodo de sesiones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) se dio a conocer en un documento sobre la inversión extranjera que el rescate de la banca en México tuvo un costo "financiado con fondos públicos, de 92 mil millones de dólares, 36 mil 750 millones más de los 55 mil 250 admitidos por el gobierno federal", lo que llegó a representar 19.3 por ciento de nuestro producto interno bruto (PIB). En ambos casos, el tono impersonal, técnico, profesional diríamos, para referirse a cifras tan elevadas y a periodos tan extensos me trajeron a la mente señalamientos centrales de Sorman.

Guy Sorman es un liberal en materia económica y descendiente directo de Milton Friedman. Sin embargo, la "singularidad francesa" lo ha llevado a comportarse y a pensar de una manera no tan cerradamente ortodoxa como los monetaristas que desde hace algún tiempo han logrado aquí empeorar cada vez más el destino económico de prácticamente todos los mexicanos. Por ejemplo, en las siguientes afirmaciones, Sorman pareciera no estar refiriéndose a Francia, sino a nuestro país:

"El Estado ha donado doscientos millones a los pescadores. El Estado otorga mil millones a la educación... A diario escuchamos a periodistas políticos repetir y comentar este tipo de declaraciones. Como un veneno, inoculan en el inconsciente colectivo la idea de un Estado independiente y superior, tutor benévolo y generoso.

En Alemania o Gran Bretaña, los mismos periodistas reservarían la palabra Estado sólo para el caso de sus intervenciones soberanas, refiriéndose al contribuyente para todo el resto. Mientras nuestros medios de comunicación perpetúen este antropomorfismo del Estado benevolente, el Estado artrítico que nos gobierna seguirá paralizando la sociedad civil. Las palabras son importantes. En vez de hablar del Estado que regala, convendría decir: 'Los políticos y burócratas que hoy detentan el poder han extraído, abierta o veladamente, doscientos millones del bolsillo de los contribuyentes. Esta suma se distribuyó a un grupo social vociferante y bien organizado cuyo apaciguamiento era necesario para la tranquilidad del poder'. šAlgo extenso, pero preciso!

"En efecto, el Estado no es un ente abstracto, o neutro. Es una colección de individuos que buscan ventajas muy concretas para sí mismos, incluso cuando piensan, con o sin razón, que sus intereses personales coinciden con el interés general. En cuanto al dinero que estos dueños del Estado distribuyen con tanto desprendimiento, nunca es el suyo, sino el de los contribuyentes. Creo que si cada noche el presentador de turno en la televisión dijera 'El Estado nos saca' en vez de 'El Estado da', los comportamientos políticos se verían afectados. Esta revolución del lenguaje no sería subversiva, porque se reduce a armonizar el discurso con los hechos. Lo que es subversivo es el lenguaje corriente que dice 'El Estado da'."

Lo que el neoliberal Guy Sorman no se imaginaba es que en un país como el nuestro el "grupo social vociferante y bien organizado cuyo apaciguamiento era necesario para la tranquilidad del poder" fuera en esta década un compacto y peculiar grupo de banqueros y empresarios mexicanos y no coaliciones campesinas, obreras o magisteriales de extrema izquierda o de extrema derecha.

Los reportes del Banco Mundial catalogan, por ejemplo, a estos grupos populares "vociferantes" como factores de extremo riesgo sólo porque obligan a los gobiernos del Tercer Mundo a tomar medidas económicas "populistas".

"Populismos" es otra expresión, ya lo hemos dicho, demasiado técnica para descalificar la inconformidad social. Es preferible en este caso la opción de Sorman: "un grupo social vociferante y bien organizado cuyo aquietamiento es importante para la tranquilidad del poder".

Pero el razonamiento de Sorman sigue siendo sugerente para México. Varios "políticos y burócratas" deciden aquietar a un grupo vociferante para "la tranquilidad del poder". ƑDe qué poder se trata o de qué tranquilidad? Mejor, Ƒse trata de conservar qué poder y para quién?

Entre el populismo que teme el Banco Mundial y el elitismo que se ha encumbrado en la orientación económica de México, Ƒqué espacio queda para la ciudadanía empobrecida?

El caso del viejo Fobaproa y del nuevo IPAB no se ha cerrado. Gravitará su fuerza política y su desfalco económico en el país, al menos durante los próximos veinte años y afectará de distintas maneras la vida de México en no sabemos cuántos proyectos de presupuestos de egresos federales. Muchas paradojas se derivan de esta decisión gubernamental, particularmente ésta: por ser de interés nacional, debe tratarse como un asunto privado.