VIERNES 7 DE ABRIL DE 2000

* La cifra contrasta con los datos optimistas difundidos por Ernesto Zedillo


En pobreza extrema, 17 millones de campesinos

Rosa Elvira Vargas * Un día después de que el presidente Ernesto Zedillo aseguró que México está en vías de convertirse en una potencia industrial y exportadora, hombres que se dedican por altruismo a contribuir al desarrollo rural, le mostraron una realidad diametralmente opuesta: 26 millones de personas viven en el campo, y de ellas, 17 millones se encuentran en pobreza extrema.

Los asociados de la Fundación Mexicana para el Desarrollo Rural, donde se encuentran apellidos como Servitje, Arango, Urbina y otros, dijeron ante el jefe del Ejecutivo que el campesino es un buen sujeto de crédito, pero que también, al hombre del campo, "se le ha engañado mucho y se le ha manoseado con diferentes programas y estructuras, por lo que es receloso e incrédulo''.

En respuesta, el Presidente dijo que los retos de la pobreza extrema y el desarrollo en el campo "son tan grandes'' que sólo pueden abordarse a partir de la unión de esfuerzos, pues ningún sector, sea social, privado o público, puede resolver por sí solo "los rezagos ancestrales y necesidades tan profundas como las que se viven en el campo'' mexicano.

Zedillo reivindicó las políticas de su administración hacia el agro. Informó que entre 1995 y el año 2000, se habrán transferido recursos federales por más de 132 mil millones de pesos, a precios de hoy, de los que 18 mil millones corresponderán al actual ejercicio presupuestal. Aseguró que se han alcanzado resultados positivos con programas como el de Alianza para el Campo, merced al cual la producción agropecuaria se ha elevado por encima de los promedios de crecimiento de la población.

Y es que, en opinión del mandatario, el primer requisito para elevar de manera perdurable los ingresos de los campesinos y avanzar en la superación de la pobreza es fortalecer sus capacidades para ser más productivos, acercarles recursos, tecnologías y capacitación. Escucharlos también, lo mismo que a sus organizaciones, atendiendo su experiencia y respetando sus propias decisiones.

Hoy se vive, dijo también, una nueva época que está dando a la producción rural un impulso como nunca antes lo había tenido; que sienta bases firmes para ir derribando las barreras de aislamiento, marginación y baja productividad que por demasiado tiempo han mantenido a muchos habitantes del campo en los límites de la sobrevivencia.

El mandatario expuso los programas de apoyo al campo, como aquellos que se destinan a las zonas que han sufrido sequías ųmil millones de pesos hacia ese fin se canalizarán este año a 387 municipios de diez entidadesų; mencionó que el Procampo se paga a 3 millones de productores ųejidatarios y comunerosų; se financia el empleo temporal y se impulsa la seguridad jurídica de la tenencia de la tierra con el compromiso de certificar y titular, al término de esta administración, a todos los núcleos agrarios que se hayan incorporado voluntariamente al Procede.

En relación con el estiaje, resaltó también que entre 1995 y 1999, México ha vivido el lustro más seco que se recuerda en medio siglo. La sequía no puede evitarse, añadió el Ejecutivo, pero sí se puede actuar para que los daños sean menores e incluso para que no se presente a partir del uso correcto de los recursos y mediante prácticas agropecuarias racionales y productivas.

Habló también de la extensión de cobertura en materia de salud para la población y dijo que sólo el uno por ciento de la misma permanece sin atención por vivir en comunidades dispersas y sin medios de comunicación. De igual modo, exaltó los recursos que se otorgan vía Progresa a 2.6 millones de familias del campo y la atención a la salud de los jornaleros a través del IMSS.

Por su parte, Alfonso Urbina Jiménez, presidente de la Fundación Mexicana para el Desarrollo Rural, se refirió a las posibilidades de competitividad por sus bajos costos fijos, de las unidades de producción familiar, pero acotó que éstas, por sí solas están limitadas por su tamaño y su forma de operar aisladamente, pues se ven obligadas a comprar los insumos al último eslabón de la cadena de proveedores y a vender sus productos al primer eslabón de los consumidores "quedándose con la peor parte a niveles de la más mínima subsistencia''.

Destacó entonces las virtudes de la organización por cooperativas que ha resultado la vía para superar la pobreza y lograr el desarrollo del campo en la mayoría de los países.

Anunció que su organización impulsará un Plan 10 mil que promoverá la formación de ese número de empresas cooperativas en la próxima década y se incorporará a 200 mil familias. La agricultura de pequeña escala puede ser viable si se le da un enfoque empresarial y el cooperativismo, dijo también, representa la vía más rápida, más barata y consistente para articular a los pequeños productores con la economía globalizada y con un entorno cambiante.