VIERNES 7 DE ABRIL DE 2000

ƑQué pasa en México?

 

* Horacio Labastida *

El desconcierto que se extiende e infiltra los tiempos que corren en el México que ingresó al segundo milenio de la llamada Era Cristiana, es abrumador y más que aperplejante, pues henchido está de actos que irremediablemente sacuden las conciencias y agitan con extravagancias la moral de los hombres de buena voluntad que habitamos en las tradicionales tierras del Anáhuac.

Ejemplifiquemos el turbado escenario que nos rodea y en el que cotidianamente respiramos, trayendo a cuento dos recientes hechos inesperados, sorprendentes y ajenos aún a las líneas más débiles de la racionalidad humana.

Los que estudiamos Derecho y hemos participado en la vida jurisdiccional del país, estábamos convencidos hasta antier de que los procedimientos legales, civiles, penales o de otra índole, eran siempre resueltos por un juez luego de valorar las pruebas presentadas por las partes, y sabíamos también que en el ramo penal al Ministerio Público corresponde la procuración de justicia, en los términos del artículo 21 constitucional, y a los tribunales la decisión última sobre la responsabilidad o irresponsabilidad de los acusados de haber cometido algún crimen sancionado por el código respectivo. Esto no sólo lo aprendimos en las escuelas mexicanas, sino que lo mismo se enseña en todas las facultades jurídicas del mundo. Pero con mucho tino el distinguido articulista Bernardo Bátiz (La Jornada, núm. 5600) señaló el miércoles pasado que ahora la televisión por sí misma y ante sí misma, pretende sustituir tanto al Ministerio Público como a los jueces y procedimientos penales con la exhibición de deposiciones de testigos que niegan en los noticieros televisivos lo que antes habían afirmado al procurador y los jueces, con la quizá escondida intención de desprestigiar al honorable y valiente jurista Samuel del Villar y de invalidar un juicio que está en marcha sobre el caso Stanley, aprovechando la complejidad en que se halla la vida política desde que las actuales autoridades del Distrito Federal, decidieron combatir en todo lo posible la corrupción pública.

El otro hecho no es menos deleznable. Una vez que el rector Ramón de la Fuente convocó a la comunidad universitaria a la celebración de diálogos preparatorios del congreso que debatirá sobre la reforma universitaria, volvieron a estallar movimientos atribuidos a grupos sobrevivientes del CGH, cuyos paradigmas son hoy confusos, incomprensibles, mas no así la condenable violencia que ejercen contra quienes no acatan las exigencias que desean imponer a los demás: herir, golpear pateándolos e insultar a dos estudiantes de Derecho que exigían la no interrupción de las clases, y violentar la privacidad del maestro Ignacio Burgoa, en su despacho particular, en forma lépera, agresiva, soez e injuriosa, porque el jurisconsulto ha censurado y denunciado la ilegalidad de quienes arbitrariamente entorpecen la academia universitaria, son estos dos lamentables ejemplos de acciones totalitarias que tienen oscuros antecedentes en los años gloriosos de los partidos nazi y fascista de Mussolini y Hitler.

ƑPor qué suceden esos condenables acontecimientos en nuestra patria? En alguna de sus meditaciones sobre Maquiavelo, Gramsci se preguntaba cómo fue posible que el eminente intelectual renacentista aconsejara al Príncipe lograr sus finalidades sin importar los medios, doctrina que en manos de los Borgia originaría sin duda la corona criminal de los aristócratas de la época, y la causa de tan grave daño hallábase, así lo juzga el autor de Cartas desde la cárcel, en el desprendimiento del poder público de sus compromisos éticos con el pueblo. Si la política es ajena a la moral, entonces es posible que la autoridad y los actores y miembros de la sociedad política infamen, lastimen e inclusive destruyan los más puros valores de la sociedad civil.

ƑNo cree usted, lector, que esto es lo que está sucediendo en México? *