Los niños de la UNAM

 

* Sergio Zermeño *

La Procuraduría General de la República ha encarcelado a Guadalupe Carrasco y le ha decretado auto de formal prisión; las autoridades universitarias han evidenciado a la persona del profesor López de Medrano (sin duda ya con orden de aprehensión), como la de un cerebro maligno planeando las acciones perniciosas del CGH; pero, a pesar del alarmismo de los medios, ninguno de estos acusadores ha demostrado, frente a la opinión pública, en dónde radica exactamente la culpabilidad de estas personas (ni del resto de los presos).

A su vez, el CGH ha denunciado a un grupo de universitarios, entre los que se encuentran Carlos Imaz, Salvador Martínez della Rocca y Rosaura Ruiz por haber cenado con el rector De la Fuente, Narro y otras autoridades de la UNAM, pero no nos explica en qué radica exactamente la maldad, la traición, la peligrosidad de un evento de este tipo. Burgoa levanta denuncias sumarias y acusa al CGH de tener estiércol en el cerebro y recibe como respuesta ratas y vísceras aventadas a su domicilio.

Estamos cayendo en la manipulación total de los medios de comunicación (del poder que los compra, por supuesto), pero también en la total desconfianza. No hemos dejado de ser una sociedad infantil, como decía Santiago Ramírez; nos abandonamos sin condiciones a lo que está sugerido en el recuento de los hechos y no nos responsabilizamos con una interpretación nuestra de esos hechos. Así se nos ha colocado a los universitarios, agentes racionales por naturaleza en cualquier sociedad, en el papel de agentes dependientes, seres temblorosos ante fuerzas que nos rebasan: en víctimas de la conspiración, ni más ni menos.

En esta semana, igual que en un jardín de niños, se nos ha ordenado construir figuras con cubos y esferitas: llevar adelante unas "mesas de diálogo" (una extensión del plebiscito, como lo han calificado muchos universitarios), que permitirán a las autoridades legitimar el contenido del congreso, sus tiempos, sus organizadores. José Blanco, en su papel de educador institucional, anota con letras grandes en la pizarra: "dentro de un mes el Consejo Universitario recibirá las propuestas de las mesas de diálogo... Los foros por dependencias tomarán de tres a cuatro meses más para debatir y sistematizar sus acuerdos; un mes después se integrará la Comisión Organizadora del Congreso Universitario; a partir de ahí, en 45 días hábiles, esta comisión tendrá la convocatoria; cinco días hábiles después, el Consejo Universitario emitirá dicha convocatoria; vendrá la elección de congresistas; luego los trabajos del congreso, sus acuerdos y, finalmente, el CU les daría validez legal" (La Jornada, 4 de abril).

Con una bajísima participación, ahí donde lograron instalarse, repudiadas por los paristas, los trabajadores y por muchos universitarios, las mesas de diálogo han servido para que los agentes institucionales emitan sus consignas: en torno a la gratuidad y las cuotas, así como las condiciones de ingreso, permanencia y egreso no es conveniente avanzar posiciones, pues serán decisiones del congreso (aunque las cuotas propuestas por Barnés no son desechables); no puede llevarse adelante un diálogo entre la rectoría y los alumnos que animaron la huelga, el diálogo "verdadero" deberá ser en el congreso y en él participarán todos los universitarios, tal como quedó sugerido y aprobado abrumadoramente en el plebiscito. Es más, en la Facultad de Filosofía y Letras se propone que se realicen las famosas mesas de diálogo empleando un buzón para depositar las propuestas por escrito (qué querrá decir esto, qué opinaría Habermas, cuántas propuestas institucionales pueden ser ordenadas y depositadas sin respuesta ninguna, pero legitimando un balance final, una extensión del plebiscito, en efecto).

Aprendimos sociología en los clásicos con la certeza de que los conflictos y los movimientos sociales hacían avanzar a las sociedades, las colocaban mejor ante un entorno cambiante en el que se imponían la ciencia, la técnica y la participación democrática. ƑPor qué será entonces que en nuestro país los movimientos sociales, así terminen en represión o en acuerdos, no hacen sino vaciar a lo social, volver más endebles e infantiles a los actores y erosionar la horizontalidad, fortaleciendo el vértice político, la autoridad? ƑO será ésta nuestra forma de adaptación? *