JUEVES 6 DE ABRIL DE 2000

 


* Jean Meyer *

ƑQuién le teme a OGM?

"Organismo Genéticamente Modificado", acrónimo OGM, tema de debates apasionados en los cuales las pasiones hablan más fuerte que la razón, si es que, alguna vez, se puede separar emociones y pensamientos. Personalmente lo dudo y debo confesar que mi primera reacción, por más intelectualmente formulada que haya podido parecer, frente a los OGM ha sido instintiva, visceral, negativa. Ludwig Wittgenstein nos dijo que "el sentido de una pregunta es el método para contestarla. Dime cómo buscas y te diré lo que buscas".

ƑQuién tiene la razón? ƑQuién está equivocado en el asunto OGM? Los que ven en ellos la nueva y positiva frontera científica y tecnológica o los que denuncian la irresponsabilidad de los aprendices de brujo? ƑCómo distinguir entre lo cierto y lo falso --si es que eso existe--, cuando uno no es científico y asiste, aturdido al pleito entre científicos?

La semana pasada, en Boston, una gran manifestación contra los alimentos elaborados con OGM, culminó frente al edificio donde tenía lugar un gran congreso de la industria biotecnológica. No hubo violentos enfrentamientos como en Seattle, con motivo del Congreso de la Organización Mundial de Comercio, pero el espíritu de la manifestación no era muy diferente: unos le tenemos miedo a las realizaciones del doctor Frankenstein, mientras que otros las aplaudimos. Unos días antes, dos mil científicos del mundo entero, incluyendo dos premios Nobel, habían publicado una Declaración de Apoyo a la Biotecnología Agrícola: "las cosechas biotecnológicas permiten a los agricultores producir más comida sobre menos tierra, con menos insecticidas y menos pesticidas". šMaravilloso!

"Son las mismas gentes que, hace una generación, nos fabricaron los bebés Talidomida", contestó uno de los manifestantes. La talidomida era una medicina que tuvo como consecuencia inesperada, cuando fue tomada por mujeres pregnantes, terribles malformaciones en los niños. "Ahora ellos quieren darnos alimentos genéticamente modificados".

El asunto es importante, en sus dimensiones económicas, agroindustriales, sanitarias, científicas y éticas. Moviliza a campesinos y citadinos, productores y consumidores, grandes corporaciones y Estados: China le apuesta a fondo a los OGM, mientras que, bajo la presión de la opinión pública, Europa ha parado ųpor lo menos oficialmenteų la producción y la venta de alimentos OGM: Estados Unidos hasta ahora no ha conocido tal reacción, pero la manifestación de Boston podría ser el principio de una protesta contra el hecho de que en este país las dos terceras partes de los alimentos en venta contienen elementos genéticamente modificados.

Ecologismo contra ciencia, globalización y liberalismo contra sus adversarios, nacionalismo y mundialismo, Dios y el diablo, ricos (ecologistas) y pobres (pro OGM), el asunto es serio y el debate, hasta ahora, no se ha dado realmente. Necesitamos una comisión nacional, en cada país, y una comisión internacional para exponer y sopesar lo más fríamente posible las ventajas y los inconvenientes, los beneficios y los peligros de los OGM. En otra ocasión hablé de los riesgos; para ser honesto, no digo objetivo, eso no se puede, tendría que hablar de los logros. Cuando veo en el valle de Zamora y Jacona, Michoacán, a los trabajadores fumigar las fresas y otras cosechas, con o sin mascarillas, guantes y lentes, cuando después me entero de la tasa de patologías y decesos provocados a mediano y largo plazo por esas prácticas ųsin tomar en cuenta los inconvenientes menores pero ciertos para los cosechadores y consumidoresų, entonces confieso que siento la necesidad de un debate serio sobre los OGM. A los científicos nuestros les toca abrirlo amplia y democráticamente para informarnos a todos, ya que todos estamos y estaremos cada día más vinculados.