Elba Esther Gordillo
Educación para construir el futuro
Uno de los grandes consensos que sustentan en nuestros días el acuerdo social, no solamente en México sino en prácticamente todo el mundo, es que la educación es una de las vías privilegiadas para alcanzar los grandes objetivos que la humanidad se ha trazado.
Los valores universales más sentidos, los rezagos y carencias acumuladas por generaciones, las necesidades y demandas más acuciantes, los mayores desafíos para el presente y el futuro de mujeres, hombres y sociedades, tienen en la educación una esperanza cierta para su mejoramiento, para su resolución.
Este amplísimo consenso alcanzado plantea enormes responsabilidades, pero también abre una ventana de oportunidades a los gobiernos, las organizaciones sociales, los padres de familia, los ciudadanos y, por supuesto, a los maestros. En el hacer realidad cotidiana esta certeza, la educación es condición sine qua non de un desarrollo integral sostenido, sustentable y humano.
La educación del presente y del mañana asume varios rasgos principales: es una práctica orientada al aprendizaje de capacidades y habilidades más que a la acumulación de contenidos; es un ejercicio que apela más a la reflexión y a la creatividad que a la mera memorización; es una actividad de formación permanente y no sólo restringida a las primeras etapas de la vida; y es un ejercicio que incorpora los avances tecnológicos como medios didácticos a fin de configurar una práctica más integral, interactiva y a distancia.
Aprender a aprender, aprender para toda la vida, serían las divisas de la educación para el siglo que comienza. Así lo ha recogido la UNESCO, y en particular la Comisión Delors, en sus trabajos y discusiones de la última década. Así quedó plasmado durante la Cumbre Internacional de Educación realizada en nuestro país en 1997, a convocatoria del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y la Confederación de Educadores Americanos, con los auspicios de la misma UNESCO, y cuyas conclusiones fueron entregadas a los gobiernos como una aportación de los ciudadanos de América Latina para el mundo.
Este esfuerzo por pensar y repensar la educación, por actualizar sus concepciones, métodos, técnicas y experiencias; su organización y financiamiento; su adecuación al mercado laboral, a la cultura democrática emergente, a la inserción de México en los grandes bloques geoeconómicos; este empeño por hacer de ese consenso un elemento actuante y dinámico en la atención de los temas centrales de la agenda nacional ha llevado a la organización gremial de los trabajadores de la educación mexicanos ha encabezar una iniciativa que busca contribuir al mejoramiento constante de la educación en nuestro país.
De esta manera, comprometidos con su materia de trabajo, su vocación personal y su responsabilidad social, los trabajadores de la educación han convocado a la realización del tercer Congreso Nacional de Educación que se llevará a cabo en la ciudad de México los días 8, 9 y 10 de abril, a fin de que juntos los maestros mexicanos, las autoridades educativas, los estudiosos del tema, los padres de familia, las iglesias y los actores sociales relevantes, nos reunamos para reflexionar, compartir experiencias, proponer alternativas e imaginar "el perfil de la educación en México para el nuevo siglo".
Con anterioridad, en 1995 y 1998, el SNTE organizó los dos primeros congresos sindicales dedicados exclusivamente al tema educativo. Resultados de sus trabajos han sido, por citar un caso destacado, las Diez propuestas para mejorar la calidad de la educación, documento entregado a las autoridades gubernamentales y difundido a la sociedad como una aportación de los maestros mexicanos a la nación.
El tercer congreso a efectuarse esta semana ha sido precedido de una amplia movilización social e intelectual que ha involucrado a los trabajadores de la educación de todo el país, a partir de las escuelas y centros de trabajo, llevando a la celebración de congresos estatales de educación, hasta culminar con un acto nacional que busca incorporar los planteamientos y propuestas que se gestan en América Latina y otras latitudes.
Contra el discurso maniqueo y ya crecientemente desgastado del pensamiento tecnocrático y neoliberal, individualista, elitista y excluyente, las organizaciones sociales de los trabajadores están demostrando con esfuerzos concretos que las energías y vitalidad de la sociedad pueden canalizarse de manera abierta, crítica y responsable, respetando las diferentes formas de pensar, tomando en cuenta los derechos constitucionales de los mexicanos y pensando en las soluciones de raíz al problema educativo en México.