LUNES 3 DE ABRIL DE 2000
Ť Tercera de primavera
Prosigue en la México el falso estímulo a toreros sin sitio
Ť Arbitrario aumento de precios Ť Más toros inéditos, ahora de Huichapan Ť Evolución de Herce
Lumbrera Chico Ť En una nueva hazaña extrataurina a cargo de Rafael Herrerías, la delegación Benito Juárez le autorizó un considerable aumento de precios en las localidades de segundo tendido de sombra, cobrando ahora 75 pesos parejo, no para apoyar la economía de los espectadores sino los oscuros intereses del voluntarioso promotor de ociosidades.
Tradicionalmente, en novilladas y carteles modestos, los aficionados y público asiduo acostumbraban comprar boletos de las últimas filas del segundo tendido y después, ante la desolación del graderío, bajarse a localidades más cercanas al ruedo.
Pero ahora, con el olfato y la experiencia que dan siete largos años de impunidad, que no de imaginación taurina para sacar un triste torero que interese, el dictatorial aprendiz de empresario estimó que los subdesarrollados carteles que ofrece cuestan mucho más de lo que 2 mil 500 masoquistas estamos dispuestos a pagar, y con el feliz consentimiento del delegado Pascoe -Ƒsu último servicio a la fiesta?- procedió al alza.
Y hacen bien ambos personajes, pues un país que se lanza de lleno a la globalización dependiente no tiene por qué reparar en minucias seudotaurinas ni en nimiedades legales, y menos cuando el futuro de la tauromaquia mexicana está depositado en los hombros de Ponces, Julis, Hermosos y Cavazos, mientras los amargados claman por el surgimiento de valores locales.
El síndrome de El Tajín
Con este nombre califican algunos malosos los criterios erráticos de quienes no por ineptos dejan de soñarse empresarios y confunden la productividad con el atraco y la filosofía de servicio con el fraude.
Así, mientras camiones, maquinaria, estructuras y equipo múltiple convertían la zona arqueológica de El Tajín, Veracruz, en improvisado escenario para el Festival Tajín 2000, Primavera del Milenio, otros pseudoempresarios, aquejados por el mismo síndrome y seguramente con el mismo asesor, arrancaban como El Borras una absurda Temporada de Primavera en la Plaza México: toros con edad y trapío que los figurines no quisieron enfrentar en la pasada temporada grande, para toreros sin sitio por no haber toreado en mucho tiempo.
El resultado de este miope concepto de profesionalismo empresarial compartido: una zona arqueológica lesionada y una tradición taurina sin rumbo ni autoridades que la acoten.
Tercer petardo
Cero y van tres corridas de falsa oportunidad para los alternantes, habida cuenta que quienes han logrado sacar la cabeza en festejos anteriores difícilmente volverán a la México, mientras toreros pasados de edad o escasos de facultades y sitio continúan desfilando por la desvencijada pasarela de la impotencia.
Ayer les tocó el turno a Luis Fernando Sánchez, Adrián Flores y Marcial Herce, que confirmó su alternativa, frente a un encierro de Huichapan sin exceso de kilos, con calidad y con los problemas propios dan la edad y los pitones intactos, tres de cuyos ejemplares traían la oreja prendida con alfileres.
Sánchez, instalado desde el principio de su carrera -hace 18 años- en el detallismo, consiguió con su primero dos hermosos trincherazos, y con el cuarto de la tarde, el mejor del encierro, breves tandas por ambos lados, pero sin ajustarse, templar ni mandar. Cuando lo sacaban al tercio, decidió darse la vuelta por su cuenta y las tibias palmas se trocaron en sonoros pitos.
Adrián Flores, bajito, bullidor y empeñoso como lo ha sido desde novillero, no obstante que conecta pronto con el público, acusó una falta de sitio que no pudieron sustituir su notable decisión ni su valor.
Y Marcial Herce, cocido a cornadas, que confirmó su alternativa luego de tres años de haberla tomado, evidenció una franca evolución, ejecutando suertes de capa -šesas verónicas al sexto!- y muleta asentado y con gusto, a pesar de lo poco toreado que está. Con más expresión, su reposada clase calaría hondo.