LUNES 3 DE ABRIL DE 2000

Ť Francis Turner exhibe Extrañas a nosotras mismas


Las mujeres simbólicas, para inspirar una idea de fuerza

Ť La pintora británica, representante de la tradición realista

Merry Mac Masters Ť Cuando la pintora inglesa Francis Turner tenía 17 años, vio una exposición en Londres sobre artesanías mexicanas alusivas al Día de Muertos. Le pareció novedosa la idea de una cultura que celebra la muerte en vez de rehuir a ella, como en su país. Con el tiempo llegaría a decir que la imagen de la mujer que baila con la muerte es un tema que constantemente pintará, a fin de abrazar aquello que se rechaza: el final.

Cuando cursó sus estudios artísticos, Turner se interesó por el autorretrato y la mirada del mundo mediante sí. En eso, Frida Kahlo constituyó una gran influencia. Incluso, considera su obra el "epítome" de lo que es un artista, porque Kahlo "se quedó justo donde estaba y mediante su persona mostraba su mundo, que era México".

Influida también por la pintura renacentista del norte, que se caracteriza por lo macabro, Turner hace hincapié en la obra "ligeramente" naive de Kahlo y lo plano de sus imágenes que proclaman: "soy un pintura, no una fotografía". Eso, continúa, "me gusta mucho y lo he tratado de resaltar en mi presente trabajo".

En 1997 Turner vino a México por vez primera. Luego, el año pasado recibió una beca precisamente para viajar de la Fundación Rootstein Hopkins, en Londres, que le permitió pasar cuatro meses aquí. Nunca había pasado tanto tiempo fuera de Inglaterra. Aunque aquí dibujó e hizo retratos de amigos, más bien invirtió su tiempo en absorber lo nuevo. Cuando volvió a casa, el Consejo Británico ya le había pedido una exposición para el Día Internacional de la Mujer, en vista de que su trabajo previo era poblado por féminas.

Para su primera muestra mexicana, Turner escogió los dos mil años de la "mujer simbólica" y la manera en que el cuerpo femenino se ha usado para encarnar ideas. Opina que las mujeres, mucho más que los hombres, son bombardeadas con imágenes de sí mismas y entre las cuales tienen que encontrarse. La idea del arte occidental, recuerda, era que el hombre miraba a la mujer, mientras que ella se observaba a sí misma. De allí todos esos cuadros famosos de mujeres contemplándose en el espejo. ''Todo era hecho para los hombres. Eramos el objeto y ellos el sujeto", explica la entrevistada.

Su exposición Extrañas a nosotras mismas. Vestuario de mujer y otras obras habla de la fémina que quiere darle gusto al macho. La historia de la mujer es la de la vida en un espacio confinado al cuidado de los hombres. Pero el ingenio de la mujer "ha permitido desarrollarnos dentro de un espacio tan limitado". Aunque al principio del siglo XXI las cosas son diferentes hasta cierto grado, es un buen momento para reflexionar al respecto.

Cuadros como La bella y la bestia y La picadora exploran la hembra sadista y masoquista. "Quise convertir a la mujer en mártir porque muchas escogen ese papel también", acota. En la relación hombre/mujer muestra como "tendemos a infantilizarnos". Un trío de obras se intitulan Magdalena, ya que se refieren al momento en que María Magdalena se va al desierto y su pelo crece para cubrir su vergüenza. Para Turner la mujer se contempla porque ya no quiere ella misma sino otra: "Creo que muchos de nosotros, y no sólo las mujeres, con las presiones que tenemos, nos sentimos insuficientes".

Las mujeres de Turner no poseen una belleza convencional. En cuanto a la idea de lo "atractivo" imperante en la sociedad, de que hay que ser flaca o rubia, "la encuentro repulsiva porque me recuerda aspectos del fascismo. En lo personal quiero que mis mujeres sean fuertes y poderosas; son mujeres simbólicas, no reales. En eso pienso cuando hago sus cuerpos y sus caras. No están allí para incitar un deseo sexual, sino para inspirar un idea de fuerza y femineidad".

En la serie de cuadros Vestuario de mujer, mediante una moda muy particular la novia virgen ofrece su sexo como regalo de bodas, una mujer cubre su cara pero muestra lo demás, otra batalla con una jaula metálica de origen medieval que ha sido colocada en su cabeza para silenciarla, mientras que la fémina siempre "madura" tiene una canasta de huevos en lugar de una cabeza. Otro cuadro, El grito, de idea "muy mexicana", tiene que ver con la congoja y la pérdida. Al cuerpo de esta monumental mujer han sido pegadas hojitas de papel, a la manera surrealista, como palabras no habladas.

Francis Turner, sin duda, se inserta en esa tradición pictórica de contar historias de cómo son las cosas y no como queremos que sean.

(Extrañas a nosotras mismas se exhibe hasta el 31 de mayo en el Consejo Británico, Lope de Vega 316, Polanco. Los días 8 y 9 de abril, Turner impartirá un taller de dibujo en el Instituto Cultural Helénico. Informes a los teléfonos 5662-4226/ 1542/ 4698.)