SABADO 1o. DE ABRIL DE 2000
Ť Anuncia Juan Gelman que su nieta plagiada habría sido encontrada
Llegó a su fin una desesperada búsqueda que empezó hace 24 años
Ť Sólo resta saber qué sucedió con la madre, desaparecida por las dictaduras de Argentina y Uruguay
Stella Calloni, corresponsal, Buenos Aires, 31 de marzo Ť Marcelo Gelman tenía 20 años y su esposa María Claudia García Irurueta Goyena 19 cuando un comando armado de la dictadura argentina se los llevó el 24 de agosto de 1976. Ella estaba embarazada de siete meses. Marcelo comenzaba entonces una carrera periodística y había escrito ya algunos poemas sueltos, quizá siguiendo los pasos del padre.
Uno de ellos se llamaba El Adiós, como si supiera que su joven vida iba a terminar muy pronto... "Amigos / rosas ilustradas / hermosas / lindas". "Enemigos / vetustos / hambrientos de venganza". "Hoy quiero decirles adiós". "Me voy. / Quizás hoy / quizás mañana / pero me voy... sólo quiero recordarles / que no me olviden / a la marcha del tiempo / a la marcha del tren / en que me vaya / que borran las huellas / de la amistad lejana".
Después de aquel día trágico alguien vio a ambos en Automotores Orletti, el temible centro clandestino de detención de tortura y de muerte, que también era sede de la Operación Cóndor, la criminal coordinación entre las dictaduras latinoamericanas.
Juan Gelman estaba ya en el exilio y aquí su entonces esposa Berta Schubaroff, madre de Marcelo, comenzaba su búsqueda desesperada golpeando cuarteles, puertas siempre cerradas. En Italia y otros países, sin poder regresar, Juan intentaba rescatar a su hijo de las garras de los dictadores.
Mucho tiempo después, ya restituida la democracia, fortuitamente aparecieron en el lecho de un río algunos toneles con cemento, y al sacarlos ya herrumbrados se encontraron cadáveres con muestras de horribles torturas. Uno de ellos era el de Marcelo.
Pero de Claudia sólo se iban tejiendo sus pasos en ese mundo de la "noche y la niebla" de las desapariciones. La habían visto embarazada ya de ocho meses en Orletti y los testigos fueron precisos al describirla. Después no se supo nada más.
Pero ya las Abuelas de Plaza de Mayo, grupo en el que participa Berta Schubaroff, tenían en su lista a ese niño sin rostro, que podría ser encontrado en algún lugar y posiblemente en manos de militares. Había una pista que se había descuidado, quizás.
Como ambos jóvenes habían estado en Orletti, y fue precisamente desde ese siniestro lugar desde donde fueron trasladados a su país en forma clandestina, un grupo de uruguayos dijo que podía ser que Claudia estuviera entre ellos. Más de cien uruguayos desaparecieron en Argentina entre los 30 mil desaparecidos.
El destino de aquella joven parecía imposible de ubicar. Pero luego comenzaron los juicios que en estos años fueron abriendo algunas de las puertas cerradas. Sesenta y seis niños fueron recuperados por la acción de las Abuelas. Juan Gelman firmó varias de las acciones y querellas judiciales en la búsqueda de los niños.
Pero hace unos tres años Juan, quien escribió un libro con su actual esposa Mara Lamadrid sobre los desaparecidos, decidió por cuenta propia buscar e indagar cada una de las posibilidades, seguir pistas y trabajó silenciosamente durante un tiempo logrando testimonios importantes.
Finalmente viajó a Uruguay y allí hurgó en cada lugar que pudo después de tener un dato sobre la posibilidad de que su nuera hubiera sido llevada a Montevideo, en el trágico intercambio de presos políticos.
Aunque no había sido vista en el grupo de uruguayos entregados desde Orletti, todos los cuales sobreviven, había un dato importante: el apellido de su nuera es casi desconocido en Argentina, pero en el país vecino corresponde a familias de un alto nivel económico.
Esto, pensó, podría haber incidido para que los militares uruguayos se llevaran a esta joven embarazada en una de las tantas operaciones clandestinas que realizaron en el tráfico de personas de un país a otro.
Juan y Mara siguieron cada hilo, aun el que parecía más fantasioso, hasta ir ubicando incluso a los que habían estado como carceleros en algunos de los institutos uruguayos de detención durante la dictadura castrense en ese país.
Así conocieron que una joven habría tenido un niño en el Hospital Militar de Uruguay y habría permanecido en un lugar, que podría ser un sótano, con el bebé durante un tiempo, y también se hablaba de otro niño pequeño junto a ella que no era su hijo. Se supo que se preparaban algunos alimentos para el bebé.
Mas tarde llevarían fotografías de Claudia como era en el momento de la detención y de adolescente. Ya entonces algunos de los testigos que fueron resguardados por seguridad creyeron reconocer a Claudia.
Entonces Mara y Juan decidieron buscar la ayuda del saliente presidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti. Le rogaron cautela para evitar que si alguien se había apropiado del niño o niña huyera.
Después de esperar infructuosamente, Gelman decidió escribir una carta pública al presidente. Fue publicada el 10 de octubre de 1999 en el diario Página 12.
Era un doloroso reclamo donde el poeta argentino, radicado en México, le recordaba los datos concretos que tenía en su poder: que la joven había sido trasladada a Uruguay en la segunda semana de octubre de 1976 junto con los niños Annatole Julien Grisona de cuatro años y su hermana Victoria de 18 meses, hijos de uruguayos desaparecidos en Argentina.
Relataba Gelman que su nuera habría salido del Hospital Militar en diciembre de ese año escoltada por militares del SID cuyos nombres también citó.
Desde aquel día de octubre de 1999 comenzó a gestarse la mayor campaña de solidaridad que haya provocado un caso como este. Primero fue la Liga por los De- rechos del Hombre de Argentina, que convocó a firmar cartas para enviar a Sanguinetti, quien en un principio consideró que era una campaña política en periodo electoral y luego negó que hubiera desaparecido algún niño en Uruguay.
Las conmovedoras cartas firmadas por los intelectuales del mundo, por premios Nobel de la Paz, sindicalistas, estudiantes, campesinos llegaron a Uruguay en forma intermitente. Fue una campaña única en su forma. Eduardo Galeano, José Saramago y otra cantidad de escritores decidieron que no descansarían hasta que se le diera una respuesta a Gelman.
En estas horas científicos argentinos enviaron cartas a Uruguay al nuevo presidente Jorge Batlle, convocando a su vez a todos los científicos del mundo. Pero hoy mismo Batlle recibió a Gelman y Mara. Había emoción y tensión en todos.
Fue un acto discreto, pero durante el encuentro se anunció oficialmente que una joven, adoptada por un policía y su esposa, podría ser la nieta que tanto buscó el poeta.
Si la prueba de ADN es positiva, habrá llegado al final una desesperada búsqueda que comenzó casi 24 años atrás. Después habrá que indagar para conocer el destino de Claudia. Sería una nueva luz para las Abuelas que están tras las huellas de unos 400 niños desaparecidos, 269 de cuyos casos están documentados.
Esta noche, quizá Juan Gelman podrá descansar y en Buenos Aires Berta estará junto a las Abuelas esperando que finalmente la larga noche termine.
Para los uruguayos también se habrá descorrido un velo, porque otra realidad está allí recordando que la impunidad es un viento de horror, que no deja florecer ninguna democracia. Y se habrá aprendido una nueva lección de solidaridad que parecía a veces también desaparecida.