SABADO 1o. DE ABRIL DE 2000

Ť A flor de tierra, un disco que recorre cinco siglos de música


Canciones populares con sabor a Jaramar

César Güemes Ť A veces tiene la voz transparente, a veces translúcida, y ha realizado con su más reciente disco, A flor de tierra, un viaje en el tiempo, que le implicó musicalmente cuatro o cinco siglos de recorrido.

Jaramar Soto, o sencillamente Jaramar, pasó de cantar música medieval a moverse en los meandros del vallenato más limpio, el de Rafael Escalona, o en la fresca sabana que ha propuesto y por fortuna continúa proponiendo Simón Díaz a través de sus cantos de ordeña. Lo mismo que hace un repaso por Lorenzo Barcelata o Tite Curet Alonso o Bola de Nieve o Gómez Urquiza y Manuel Esperón.

Es una labor poco común la de meterse en un estudio de grabación y convertirlo en máquina del tiempo. Aunque Jaramar sabe explicarlo: "En este disco incluyo piezas que canté desde chica y que no había grabado por dos razones: porque ya existían versiones bellas de esas canciones y porque en el pasado no entraban dentro de mi proyecto. Es ahora, después de haber grabado dos canciones oaxaqueñas en su lengua original, cuando sentí que el trabajo que ahora presento era posible. Mis músicos y yo hemos transitado lo suficiente como para hacernos de un lenguaje que nos es propio. Tratamos de que, aunque sean piezas relativamente conocidas o muy populares, se sintiera que la interpretación es muy personal, muy de nosotros".

El proyecto expresivo

-Eso es la madurez, Jaramar.

-Aunque es difícil hablar de madurez, la verdad es que hemos ido creciendo juntos.

-Digamos que ahora puedes cantar, llanamente, lo que se te da la gana.

-Eso. Me puedo dar el lujo de cantar mucho de lo que me gusta. Ya sé, por ejemplo, que de Ay, amor hay versiones muy interesantes de Bola de Nieve o de Caetano Veloso, y ahora propongo la mía, que no intenta competir con ellas sino simplemente empleo esa melodía como parte de mi proyecto expresivo. Mis músicos y yo encontramos la forma para que la selección del disco mostrara lo que es nuestro camino pero de una manera nueva. Nos enriqueció. Nos permitió jugar con las armonías y los arreglos bajo un concepto que no habíamos ejercitado. El equipo de trabajo fue el mismo, con los instrumentos de siempre, y eso ayuda a que nos reconozcamos y que el escucha nos ubique dentro de lo que consideramos nuestro estilo.

Dice Jaramar que no impone decisiones sobre su labor, aunque, nunca mejor dicho, sea ella la de la voz cantante y sea el estilo lo que les vaya en juego. En sus palabras, así es el proceso: "Le propongo el material a Alfredo Sánchez, que es el arreglista y director musical. Le sugiero el camino y me hace contrapropuestas. Cuando encuentro algunas canciones de mi interés, se las muestro y ya él me dice cuál sí, cuál no, o a partir de un arreglo que hace decidimos si es la ruta musical que nos gusta. En cuanto a la la libertad de los demás músicos, lo que hicimos para respetarla fue ofrecerles maquetas muy elementales de las canciones a fin de que las trabajaran por su lado y con su estilo. Ellos a su vez hicieron propuestas que por último maduramos entre todos.

-A flor de tierra, entonces, viene a ser una meta intermedia, como en el ciclismo.

-Cada disco es como un paso que me permite descubrir una serie de recursos nuevos que no había experimentado. Eso se dio mucho con este nuevo trabajo. Después de grabar la propuesta viene otro periodo de reposo que es cuando interpretamos ese repertorio en vivo, ahí las canciones se transforman, se enriquecen y al final son muy distintas de como las concebimos de manera original. Y con ese bagaje avanzamos hacia el siguiente disco. Sitúo a A flor de tierra como una parte dentro de ese proceso porque además aquí abordo temas muy diferentes a los que había grabado anteriormente. La búsqueda de interpretación fue muy distinta, quise que sonara sólida y fuerte. Tuve que buscar timbres y texturas de la voz para que las piezas sonaran ricas.

-Ciertamente entre Rayando el sol y La malagueña o el vallenato de Escalona que incluyes hay una distancia muy considerable.

-Así es. Y no diría que hay dificultades para ir de un ritmo a otro, sino que hay que adecuarse muy rápidamente, sobre todo en una presentación en vivo, a los cambios. Lo que me cuesta trabajo no es ir de un ritmo a otro, sino de un género a otro sin perderme en el camino.

Y si bien hay siglos y batallas y caminos de espuela de distancia entre lo que cantaba y lo que canta, el principio del placer que hace girar la condición humana es la misma: "Para mí lo importante es sentirme cómoda y bien en el género, darme cuenta de que me apropié de él lo suficiente como para que no suene ajena mi interpretación. Si lo consigo, estoy en paz, que es algo muy cercano a estar feliz".