VIERNES 31 DE MARZO DE 2000
Ante la ONU, reclama la desocupación de Tibet
Gere, en una lucha de película
Kyra Núñez, corresponsal, Ginebra, 30 de marzo Ť El actor Richard Gere se enfrentó hoy al mundo de la diplomacia internacional en la Comisión de la ONU para Derechos Humanos -que por sus excentricidades no es tan diferente al del firmamento del celuloide- para tratar de ganarse a la pretty woman en forma de resolución condenatoria contra China por la ocupación de Tibet, país del Dalai Lama, donde, de acuerdo con denuncias internacionales, la jerarquía de Pekín ha impuesto un régimen de terror y exterminio.
Una condena a China ''no puede empeorar más la situación, pues es difícil imaginar que pueda ser peor'', dijo el actor a La Jornada.
--ƑQué se propone? -se le inquiere.
--Decir la verdad. Que el mundo no espere hasta que tengamos en Tibet otra Bosnia-Herzegovina; que todos los gobiernos respeten las conductas morales; que el Dalai Lama deje de sentirse frustrado porque no hay quien le tienda la mano en China.
Gere es el hombre que afirma haber encontrado la verdad del ser a los 20 años, cuando conoció la religión budista, la de las mil y una respuestas para hoy, ayer y el mañana. También uno se pregunta cómo un actor, de las ganancias de 20 o 40 millones por película -dos de ellas hechas con amigos chinos-, confía que la comisión de Naciones Unidas echará una mano para sacar a los chinos de Tibet.
--ƑCuándo supo de la Comisión de los Derechos Humanos?
--No fue al mismo tiempo que encontré al budismo. La primera vez que escuché sobre la existencia de la comisión fue en Centroamérica. Francamente, cuando en los setenta hice activismo con los sandinistas en Nicaragua, y desde entonces comprendí que éste es el foro apropiado para demandar respeto a los derechos humanos.
--ƑNo cree que una resolución condenatoria pondría en riesgo aún más la sobrevivencia del pueblo tibetano, de los budistas en exilio, del Dalai Lama?
--šMás!, Ƒmás? Ya no puede ser peor -afirma con fuerza, que hasta parece que la pregunta le incomoda.
''Es difícil imaginar que la situación pueda ser peor. Los tibetanos son sistemáticamente marginados a tal grado que todo ha empeorado desde la ocupación: enfermedades, sida, prostitución y drogas. Así lo cuentan miles, cien mil tibetanos en el exilio y los 3 mil 500 refugiados que han logrado atravesar el Himalaya y cruzar la frontera con tal de huir de ahí; en invierno, con tenis, utilizando manos, dedos, uñas para escapar. Ya no puede haber algo peor. Estamos hablando de nuestras hermanas y hermanos, y yo abogaría por ustedes si estuvieran en la misma situación''.
No importa que Richard Gere nunca haya puesto un pie en Tibet. Es como si siempre hubiese estado ahí, por sus vidas pasadas, y puede, si quiere, volver a estar, porque, creyente de la rencarnación, podrá hacerse presente en una nueva vida. Y aunque China lo niegue una y otra vez, señala que unas 30 veces le ha negado su derecho a trasladarse a Lhasa. Y que en Hong Kong, ahora chino, ya no lo ven con los mismos ojos de amor y sus adeptos tienen que ocultarse para demostrarle admiración. Aun así, no claudica. Mantiene firme su estandarte al que, finalmente, su propio país, Estados Unidos, le ha dado apoyo. ''Ahora sí, la comisión habrá de emitir una resolución condenatoria contra Pekín'', dice. Ahora sí, porque así lo quiere Washington.
Gere pide, exige: "Necesitamos que todos los gobiernos voten a favor de la resolución, en contra del procedimiento de no acción que Pekín utiliza año tras año para que la comisión no discuta, no decida, no ponga orden entre las autoridades chinas''.
Su cabello plateado, las pasiones que desata su voz, sus modales, su sonrisa de jovencito budista y esa inquietante apertura del cuello de su camisa blanca, son captados por la televisión que lo persigue, segundo a segundo, durante su breve estancia en el Palacio de las Naciones, que no es el de Lhasa, ni mucho menos lugar sagrado, sino mundano, donde se juega el destino de los pueblos oprimidos.
Grabadoras de bolsillo quisieran registrar hasta el latido de la afamada estrella del cine.