VIERNES 31 DE MARZO DE 2000
Ť Quisiera ganarle al tiempo en dos caídas al hilo, expresa el luchador
No quiero causar pena, me retiro: Perro Aguayo
Ť Lo que más le ha dolido es ver a su hijo conmocionado, en las puertas del quirófano
No creo pasar de este año en la lucha libre, afirma Pedro Aguayo, al anunciar su temporada de despedida de los cuadriláteros, contratado ahora por la Empresa Mexicana de Lucha Libre; "quiero irme este año para no causar pena, estoy lastimado, pero continúo entrenando porque me apego a las reglas y quiero luchar al tú por tú contra quien sea ", dice convencido El Perro Aguayo, quien asegura que no puede estar inactivo, "me gusta andar en chinga, y puedo asegurar que voy a morir como un guerrero del ring".
Con 54 años y en el ocaso de su carrera, asegura que los triunfos obtenidos en este deporte han sido satisfactorios; entre éstos destacan las cien cabelleras y las 20 máscaras que ha arrebatado a sus rivales. "Espero concluir mi ciclo con luchas contra los rudos, para demostrarles quién es el mejor", comentó, pero omitió el nombre del luchador al cual quisiera despojar de la cabellera en la presente temporada.
Ataviado de traje negro, en contraste con su imagen arriba del encordado, recuerda que siempre le gustó el deporte: "Llegué a practicar futbol, beisbol y lucha olímpica, ahí conocí al Diablo Velasco, quien me convenció de entrenar de tiempo completo en esa disciplina y con el transcurso de los días me dijo: 'tú puedes ser alguien en la lucha libre nacional'; me lo creí y aquí estoy".
A pesar de las cicatrices en la frente y de haberse fracturado la columna vertebral, no desiste en su empeño de luchar en la arena México ante adversarios inconformes, que buscan saldar cuentas con él, y confía que prefiere arriesgar la vida en el ring que en la calle, en donde aparece un delincuente que por robar unas monedas asesina, "y así no quiero terminar", asegura.
Reconoce que son muchos los malos momentos en su vida, pero ninguno se compara, dice, "con ver a mi hijo, de 20 años, conmocionado después de subir al cuadrilátero; he llorado en la puerta del quirófano varias veces, porque mi hijo ha sido intervenido en tres ocasiones, a causa de la lucha libre, dos de ellas por conmoción. Es inexplicable el momento cuando no contesta, lo estrujas esperando una respuesta y nada, esos son los momentos más gachos". Después de todo, comenta, mi hijo prefiere seguir mis pasos; el apoyo ya lo tiene, aunque sea una profesión peligrosa.
Oriundo de Zacatecas, El Perro Aguayo confiesa que era analfabeta, porque en el rancho en donde vivía con sus padres no había escuelas y sí mucha hambre "y ni quién se acordara de estudiar"; recordó que antes de llegar a la lucha libre hacía de todo para sobrevivir.
Desempeñó oficios como "mandadero, albañil, electricista, zapatero y panadero. Con el tiempo fui maestro panadero, me hice de mi torno en una panadería que no era mía", pero siempre "trabajé honestamente".
Pedro Aguayo se define como un hombre de retos, y culminar su carrera en el deporte-espectáculo es uno de ellos. Dice que le han propuesto continuar dando batalla en el entarimado, pero con todo, su decisión ha sido concluir en el momento en que el público, los luchadores y la empresa "me apoyan... Me daría mucha satisfacción ganarle al tiempo en dos caídas al hilo", concluye. (Ana Mónica Rodríguez)