La Jornada viernes 31 de marzo de 2000

Orlando Delgado
El IPAB: un prestidigitador obvio

Como en los trucos con baraja, cuando se esperaba que el secretario ejecutivo del IPAB enfrentara el reclamo de los diputados para informar sobre los créditos relacionados, Corta sacó un as de manga y afirmó que los recursos que Cabal Peniche entregó al PRI para financiar las campañas de Zedillo y Madrazo fueron liquidados hace seis años, por lo que ni siquiera llegaron al Fobaproa. Esta información se derivó de ''las pesquisas de la CNBV, a través del interventor de Banco Unión'', entregadas apenas el 7 de marzo de este año.

En consecuencia, ahora resulta que los debates realizados desde que a Zedillo se le ocurrió la peregrina idea de convertir los pagarés Fobaproa en deuda pública, lo que consiguió gracias al apoyo de la cúpula panista, en los que se pudo conocer que algunos de los créditos que fueron a parar al Fobaproa provenían de financiamientos ilícitos al PRI, fueron ociosos; estos créditos, otorgados el 16 de febrero de 1994 fueron pagados el 31 de agosto de ese mismo año, 16 días después de la fecha en que vencían, de modo que ni siquiera fueron registrados como cartera vencida.

A algún analista ajeno a la realidad mexicana, pudiera sorprenderle que esta información haya tardado tanto en ser descubierta, cuando evidentemente era del interés gubernamental mostrar que los créditos comprados por el Fobaproa estaban bien otorgados. A nosotros, a los que conocemos la naturaleza profunda del sistema, o a los que saben que la película la Ley de Herodes no se refiere solamente a nuestro pasado, sólo nos confirma la capacidad de un régimen acostumbrado a manipular a su antojo la información, evitando incomodidades a los involucrados, siempre que éstos se mantengan fieles a su ''convicción'' priísta; si por alguna razón, ya sean excesos o cambios de opinión legítimos, el peso de un gobierno capaz de hacer del conocimiento público todas las maniobras fuera de la normatividad vigente se usa para ''descubrir'' las corruptelas y los malos manejos, como le sucedió precisamente a Cabal.

Por esto, congruente con los ataques de Labastida a Fox y a algunos altos dirigentes de Acción Nacional por que sus empresas están en Fobaproa, el gobierno, a través de sus operadores financieros: la Bancaria y el IPAB, le limpian la cara al PRI, en plena campaña presidencial y en momentos en los que parece que Fox tiene posibilidades de ganar. Esta operación de limpieza tiene, indudablemente, un fuerte olor a carroña, porque hubo que meterse a las cañerías de Banco Unión para ''encontrar'' que el pagaré 9,257 fue cubierto, antes de que se imaginara alguien que iba a ser necesario un programa de rescate que comprara cartera por varios cientos de miles de millones de pesos a los bancos, para evitar su insolvencia.

Los plomeros de la Bancaria recibieron entrenamiento especializado intensivo, durante el tiempo en que estuvieron intervenidos los bancos Unión, Cremi, Obrero, Banpaís, Confía, etc. Nadie supo qué encontraron, lo único que se conoció, algunos años después, fue el costo de mantener esas instituciones abiertas, las que luego fueron siendo entregadas lenta, pero consistentemente, a los intermediarios extranjeros que decidieron comprarles a precios irrisorios, que ni siquiera cubrían los recursos que el propio gobierno había dedicado a su ''saneamiento''. Gracias a ese entrenamiento, en el momento escogido por los estrategas gubernamentales y el aparato priísta, apareció el papelito que prueba que este partido no le debe nada al Fobaproa: faltaba más, el ''nuevo PRI'' no tiene deudas con nadie, mucho menos con bancos reconocidos como operadores al margen de ''las sanas prácticas bancarias''. Si alguien lo duda, pregúntele al presidente de la Bancaria.