LUNES 27 DE MARZO DE 2000
* Los únicos 17 planteles languidecen, a más de 60 años de su creación
Reforma o desaparición, disyuntiva para el normalismo rural mexicano
* Establecidas para llevar educación al campo, ahora son tema secundario para la Federación
Claudia Herrera Beltrán /I * Orgullo del proyecto educativo de la Revolución Mexicana, el normalismo rural languidece a más de sesenta años de haber sido creado. Reforma o desaparición es la disyuntiva para la mayoría de las 17 escuelas, las últimas con internado en el país, y que funcionan en medio de graves conflictos estudiantiles, suspensión de actividades, un dudoso nivel académico, reducción de la matrícula, presupuestos insuficientes y un creciente número de egresados sin empleo.
En el pasado, apuesta para llevar educación y progreso al campo, las escuelas ahora son fuente constante de problemas para los gobiernos estatales, se convirtieron en un asunto secundario para la Federación después de la descentralización educativa iniciada en 1992, y son temidas por académicos debido a que muchas de ellas funcionan con una especie de "autogobierno" del alumnado, en el que la expulsión de profesores se ha convertido en la norma.
Aún así, sus planteles, ubicados en las zonas más alejadas y pobres del país (como la montaña de Guerrero y la sierra de Puebla), son la única oportunidad para jóvenes alejados de los centros urbanos que aspiran a obtener una licenciatura, pero carecen de recursos para alimentarse y trasportarse. La matrícula es de 7 mil 324 alumnos, es decir, uno de cada diez futuros maestros se forman en sus aulas.
Hace poco más de un mes (19 de febrero) el problema estalló en la normal rural de El Mexe, Hidalgo, donde más de sesenta granaderos estuvieron a punto de ser linchados en su intento por recuperar las instalaciones en posesión de los estudiantes. Por esos días, la de Amilcingo, Morelos estuvo cerrada dos semanas por diferencias entre las alumnas, y en enero la de San Marcos, Zacatecas, también protagonizó un conflicto que terminó con la salida del director.
Trasformación imposible
ƑQué provocó la crisis de centros educativos considerados insignia de la Revolución Mexicana? Autoridades federales y estatales aducen que las constantes movilizaciones estudiantiles han hecho imposible su trasformación.
Alumnos y egresados reviran que los gobiernos siguen empeñados en borrar a instituciones que se distinguen por formar jóvenes muy politizados de la talla de guerrilleros, gobernadores, líderes sindicales y políticos. Eliminar, dicen, a la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), la única agrupación estudiantil que subsiste a las perseguidas después del movimiento del 1968.
En el fondo, advierten líderes magisteriales, estudiosos del tema y egresados, hay otras causas. Creadas en un México de mayoría analfabeta y de campesina ųen 1920 nueve de cada diez mexicanos no sabían leer ni escribir y en el 2000, esta propoción es de uno de cada 10ų las normales rurales con el tiempo se fueron quedando desfasadas y al margen de un plan educativo modernizador. Peor aún, dice Pedro Medina, líder del Movimiento Democrático Nuevo Sindicalismo del SNTE, y egresado de la normal rural de San Marcos, Zacatecas, estas instituciones sufrieron el impacto del empobrecimiento del campo y de la falta de proyecto para las poblaciones rurales.
Víctor Hugo Bolaños, asesor del SNTE y autor de diversos planes para reformar a tres normales rurales, resume: "Son tres décadas de abandono de gobiernos que prefieren gastar poco en la educación de los pobres" y prueba de ello ųagregaų es que los puestos de los normalistas rurales los han usurpado instructores del Conafe con estudios de secundaria que en vez de recibir un sueldo obtienen una reducida beca".
El olvido es tan evidente, asegura, que edificios y reglamentos escolares que fueron concebidos para niños (al principio recibían alumnos de diez años) nunca se modificaron para atender a una población escolar que ahora es de adultos (mayor de 18 años). De ahí, dice, la preocupación de académicos y egresados por los serios problemas de indisciplina que se presentan en los planteles y la aparente pérdida de la "mística del normalismo".
De internado para niños campesinos
a escuela de educación superior
El antecedente de estas escuelas fueron las Centrales Agrícolas de La Huerta, Michoacán (1926), y de El Mexe, Hidalgo, que ųsegún el libro Nura Mexe de Donaciano Serna Leal, ex gobernador hidalguense y egresado de El Mexeų estas instituciones se fundaron a iniciativa del presidente Plutarco Elías Calles.
El presidente ųdetallaų decía que se necesitaba crear una escuela "a la mexicana para dar habitación, pan y preparación a los hijos del campo y futuros productores". El proyecto se hizo realidad y con posteriores modificaciones en 1941 dio lugar a las normales rurales con régimen de internado que permanece a la fecha y con dos tareas: formar a los maestros del campo y ser el núcleo de desarrollo de comunidades rurales.
Era tal la efervescencia, explica Serna Leal, que cada año la SEP recibía cientos de solicitudes de indígenas campesinos reclamando una escuela. Todavía en 1974, los del poblado de Amilcingo, Morelos, estuvieron a un paso de la insurreción y consiguieron la fundación de la última normal de este tipo.
Para formar "ejércitos" de maestros dispuestos a educar a una númerosa población que no sabía leer ni escribir y que estaba dispersa, estos centros educativos en un principio recibieron a niños de nueve y diez años que concluían allí sus estudios de primaria para incorporarse de inmediato a las filas del magisterio. Edificios y reglamentos escolares se concibieron así para niños y adolescentes que en tiempos de la Segunda Guerra Mundial incluso fueron educados bajo régimen militar.
Acabar con "nidos de comunistas"
Los planteles siguieron multiplicándose hasta que en 1969, el presidente Gustavo Díaz Ordaz ordenó el cierre de 14 de 29 escuelas, por lo que quedaron 15, pero en los 70 se sumaron dos más por la reapertura de la de Tamaulipas y una más en Amilcingo, Morelos. El motivo era terminar con cualquier indicio de revuelta estudiantil como la del 68, pues para entonces las normales rurales eran consideradas por el gobierno "nidos de comunistas" y "focos de agitación" debido a la intensa actividad de la FECSM, que desde hace 65 años aglutina a los normalistas rurales.
Así inició una larga historia de amenazas de cierre y de persecución estudiantil. Entre 1969 y 1971, recuerda el sindicalista magisterial Pedro Medina, las escuelas se convirtieron en "verdaderas cárceles" sujetas a una fuerte vigilancia y sin derecho a formar asociaciones de alumnos. En 1972, una movilización de egresados evitó la desaparición de la normal de San Marcos, Zacatecas, y la de Cañada Honda, Aguascalientes.
Las protestas impidieron su cierre, no así su abandono. El profesor Bolaños recuerda que "en 1969 se aumentó un año a la licenciatura de primaria pero no se hizo ninguna adaptación de los edificios ni se preparó a la planta académica. Sucedió lo mismo en 1984 cuando se elevó la carrera a nivel superior y tampoco se capacitó a los académicos".
Matrícula, plazas, paros y cárcel
En los noventa la situación de las escuelas empeoró, ya que a las tradicionales manifestaciones en demanda de mayor presupuesto para alimentación y rehabilitación de las viejas instalaciones, se incorporaron otras exigencias en contra de la reducción de la matrícula y el cierre de plazas para los egresados. En la mayoría de los casos, las manifestaciones han derivado en paros de actividades, "secuestro" de autobuses como medida de presión de los alumnos, intervención de la policía y detención de estudiantes.
Tras el cierre de 14 normales, la reducción de la matrícula ha sido la tónica. De acuerdo con estadísticas de la Subsecretaría de Educación Básica y Normal de la SEP, en los cuatro últimos ciclos escolares se le han restado cien lugares a este sistema educativo, que en 1996 contaba con 7 mil 424 alumnos y este año con 7 mil 324.
Ruth Mercado, estudiosa del tema y autora del libro Formar para la docencia en la educación normal, explica que los reclamos de ampliación de la matrícula y plazas docentes que hacen algunas normales, sobre todo las rurales, no han sido atendidos ni estudiados adecuadamente.
"Si bien hay una tendencia a la disminución de la matrícula en primaria ųla SEP calcula que la población de seis a 14 años se ha estabilizado en 20.1 millones y empezará a bajar gradualmente este añoų es también cierto que tal fenómeno no resulta homogéneo en todo el país, sino que hay diferencias regionales, algunas de las cuales demandarían un mayor número de maestros. Además hay estudios que muestran que el descenso en el egreso de normales más las bajas del magisterio por abandono del servicio están causando déficit de maestros en el nivel escolar primaria."
En ese sentido, afirma la investigadora del Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav-IPN, debe reconocerse que la SEP ha puesto topes a la matrícula de las normales y a la creación de nuevas plazas más por las limitaciones económicas que padece la educación pública en México que por la disminución real de la demanda.
Acostumbrados desde hace casi un siglo a obtener plazas de manera automática, los normalistas que se encontraron de pronto sin expectativas de empleo han protagonizado encendidas protestas. Lo más grave de ello, dice el diputado y ex dirigente de la FECSM, Miguel Alonso Raya, es que los gobiernos estatales han hecho oídos sordos a las demandas de los jóvenes y cuando se ven muy presionados han ofrecido soluciones de "coyuntura", pero no definitivas. Ejemplo, apunta, fue el conflicto en la normal rural de El Mexe, Hidalgo, donde el gobierno en vez de proponer una verdadera reforma integral, sólo se interesó en hacer cumplir un reglamento de asistencias.
La inestabilidad es la norma
En consecuencia, las movilizaciones se han convertido en la norma y las escuelas son consideradas "focos rojos", como define a la suya el responsable de la SEP en Zacatecas, Apolonio Castillo. Mientras, las únicas dos normales rurales que funcionan sin interrupciones, las de Saucillo, Chihuahua, y San José de las Flores, Tamaulipas, son motivo de orgullo para las autoridades educativas.
La inestabilidad es aún mayor en planteles como el de San Marcos, Zacatecas, y Hecelchakán, Campeche, donde las movilizaciones ocurren, además, por la remoción de directivos y profesores a petición de los alumnos. O como en Amilcingo, Morelos, que hasta la fecha opera parcialmente porque las alumnas expulsaron a cuatro compañeras que no acataron un paro de labores.
Las consecuencias académicas de todo esto son "lamentables", según reflejan estadísticas de la SEP, ya que en muchas escuelas apenas se cubre 50 por ciento de un calendario de 200 días y aunque no hay evaluaciones prevalece la duda. Además, ante las presiones para la remoción de directivos y académicos, ser profesor en una normal rural ųcomo dice uno de Zacatecasų ya no es atractivo y son cada vez menos profesores bien preparados los que se arriesgan a dar clase.
A ese paso, reflexiona el responsable de la banda de guerra de la escuela zacatecana, las normales rurales se están volviendo obsoletas porque no cumplen con su misión y el gobierno va a aprovechar para declarar su cierre, o quizás, dejará que se sigan deteriorando hasta que ya "nadie se acuerde de ellas".