LUNES 27 DE MARZO DE 2000
Ť Continúa la búsqueda de cartuchos quemados
Pobre desempeño de los veteranos frente a reses terciadas pero nobles
Ť Desaprovechan la mitad del encierro Ť Otra combinación absurda Ť El Biafra logró conectar
Lumbrera Chico Ť Herrerías sigue empeñado en "hacer fiesta", como dicen los taurinos.
Y si no acaba de empezar a hacerla por lo pronto ya logró que sus patrocinadores, todavía, no lo despidan, que Televisa no le cobre, aún, los millones que adeuda y que ganaderos, matadores y subalternos hayan reducido sus pretensiones económicas, todo por el noble propósito de la empresa de ayudar a toreros modestos que no han tenido oportunidad de demostrar sus cualidades.
Pero el concepto de ayuda que maneja Herrerías tiene poco o nada que ver con una visión clara tanto de la severa crisis taurina por la que atraviesa el país cuanto de un repunte del manoseado espectáculo a corto y mediano plazos.
Vamos, que su peregrina idea de "hacer fiesta" se vuelve sinónimo de hacer el ridículo, así sea a costa de una tradición que se diluye entre la ineptitud de unos, la negligencia de otros y la paciencia de muchos.
Tan pacientes y esperanzados de ver algo que la entrada en la segunda corrida de la Temporada de Primavera mejoró o, si se prefiere, no fue tan mala como en la inaugural, pues de 1500 espectadores subió a 2000. Debe ser cuestión de tiempo, pues en siete años de ensayo y error ni Herrerías saca este buey de la barranca.
Oportunidades ociosas
ƑQué caso tiene dar oportunidad a tres diestros treintones que ni cuando tuvieron 20 lograron llamar, salvo Manolo Sánchez, la atención? Como no sea la obligación de cubrir -con el mínimo de gastos- determinado número de corridas televisadas a que la empresa se comprometió, ninguno.
Desde novillero, dos rasgos caracterizaron a Alejandro del Olivar, primer espada en la tarde de ayer: su terquedad y su falta de expresión. Iba y se hincaba en los medios a recibir al novillo e invariablemente le resultaba un farol acostado, pues entre las precauciones y la falta de temple debía echarse de espaldas para no ser arrollado. Tras 12 años de alternativa, la oportunidad de ayer no fue la excepción.
Desde luego ya no intentó faroles de hinojos pero sí otras muchas suertes, aunque ninguna le saliera. Con una confianza gratuita, Alejandro brindó por partida doble su primero y se dio a pegar pases eléctricos a un soso debilucho que sin embargo logró trompicarlo, así fuera sólo para olisquearlo, pues carecía de la bravura para herirlo. Tras dejar tres cuartos de acero, escuchó palmitas de consolación. Con su segundo, de clara embestida por el izquierdo, realizó un trasteo sin plan pero prolongado, y luego de dos metisacas y tres cuartos se despidió, esperemos que para siempre, de la Plaza México.
Dudas y afición
Al segundo espada, Manolo Sánchez, no le fue mejor, no obstante la gran clase que atesora y que tantas esperanzas hiciera abrigar como novillero. Veroniqueó a su primero sobre pies, brindó al respetable, plasmó un cadencioso pase de la firma -polvo de aquellos lodos- y escuchó tibias palmas luego de dejar una entera que bastó. Con el quinto, pegajoso, este Manolo reiteró que los toreros estilistas necesitan del toro de bondadoso estilo para lograr el toreo estilizado.
Si hace diez años los empresarios en turno fueron incapaces de ver en la finura de Sánchez un Curro Romero mexicano en potencia, hoy ya es demasiado tarde para alimentar cualquier esperanza.
Con 38 años el próximo mes de mayo, Miguel Reyes El Biafra resultó a la postre el alternante de actitud más juvenil en el ruedo, animoso, vendedor y bullidor, pues ya se sabe que torero chiquito, zaragaterito. Con el mejor lote, Reyes consiguió las mejores tandas de la tarde, un trincherazo de lujo, un rayón en el muslo izquierdo, un aviso por toro, la certeza de que sabe llegarle al público y de que si le dieran más toros, tendría con qué responder a la posibilidad de convertirse en atractivo novedoso. Sólo falta que el empresario de la supuesta competencia quiera.