* Afirman que no sólo en tribunales apoya a los narcos


Silvia Villanueva se codea igual con capos que con funcionarios

* El jueves sufrió un atentado en el DF * Según fuentes de este diario recibió recompensa por la captura de Juan García Abrego

De la redacción * Estridente, mal hablada, peleonera... boquifloja, a Silvia Raquenel Villanueva Fraustro le ha gustado siempre presumir de estar bien con el Diablo y con Dios.

Fuentes de este diario así la identifican: mientras por un lado gusta, a la primera provocación, revelar sus nexos con los capos del narcotráfico en México, a algunos de los cuales ha defendido legalmente, por otro se refiere con familiaridad lo mismo a comandantes y jefes policiacos que a funcionarios de las procuradurías de la República y de Nuevo León, su estado natal.

A los narcos no sólo los ha defendido en tribunales, también ųse sabeų los ha protegido arriesgando incluso su vida, como ocurrió con César Franco Garza Martínez, a quien ayudó a escapar hacia Texas cuando se encontraba herido, cercado por agentes federales, en la madrugada del 17 de enero de 1996, tres días después de la detención del entonces jefe del cártel del Golfo, Juan García Abrego.

Cesarito, llamaba Raquenel al presunto narcotraficante, quien con dos impactos de bala en el estómago pudo llegar a Brownsville, gracias a la intervención de la abogada. "šMi Cesarito sí es hombre!, no como esa bola de cabrones (los agentes), que tuvieron miedo cuando supieron que él estaba armado. Ese operativo (para detener a Garza) fue puro show, pues la PGR quiere justificar ahora lo que no hizo con Juan (García Abrego)", capturado en una acción que por su precisión, pureza y efectividad mantiene vivas las sospechas de que aquella fue, en realidad, una entrega concertada.

La propia abogada se encargó, en su momento, de difundir la especie. Con su peculiar estilo, comentaba en aquellos día de enero a quien quisiera escuchar: "Lo que le hicieron a Juan no tiene madre. (Antonio) Lozano y (Ernesto) Zedillo šson unos despantalonados! Lo engañaron. El (García Abrego) sí cumplió, ellos no. ƑCómo es posible que lo manden a Houston? šEso no se vale!".

Por aquellos días, la sociedad regiomontana se estremecía. El 14 de enero de 1996 había sido capturado, en el Valle de Juárez, el llamado barón de Matamoros; la balacera de Cesarito y los agentes federales ocurría tres días después en los alrededores del Tecnológico de Monterrey y, para colmo, ese mismo día 17, por la noche, era asesinado el abogado Leopoldo del Real en un céntrico restaurante, mientras tomaba café, ni más ni menos que con el director de la Policía Judicial del Estado, Fernando Garza Guzmán.

Raquenel Villanueva volvió a la escena tras el crimen de su colega Del Real ųtambién defensor de narcotraficantes y malos funcionarios. "Ya se lo dije al pendejo de David (Cantú Díaz, entonces procurador de Nuevo León), šo le paran o a todos nos va a llevar la chingada! Esto ya no puede ser, Ƒa dónde vamos a llegar? No es posible seguir así, que le diga a Lozano (procurador de la República) šque le bajemos todos!, al fin y al cabo ellos ya tienen a Juan, ya tienen lo que querían".

Hablaba también del gobernador. "Ya se lo dije también a Rizzo (Sócrates, el mandatario salinista de esa entidad, a quien presuntamente Del Real asesoraba en materia de seguridad), y se lo dije desde que detuvieron a Juan y decidieron llevárselo a Houston: šO le bajamos todos o esto se va a complicar! La gente está muy dañada".

Y con esa naturalidad se refería incluso a otros mandatarios estatales. Se dice que los mencionaba con "mucha familiaridad", sobre todo cuando relataba reuniones en la casa de Chipinque (propiedad de Humberto García Abrego), a las que asistían, además de funcionarios, jefes policiacos y los hombres fuertes del cártel del Golfo.

 

La defensa de Reséndiz y el supuesto rompimiento con García Abrego

 

Uno de los principales capos a los que defendió, Carlos Reséndiz Bertolouzi, salió libre a finales de 1995, luego de pasar casi dos años en el penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco.

Identificado como el "operador financiero" del cártel del Golfo, de Reséndiz Bertolouzi se dice que tras la captura de García Abrego aceptó ųpor recomendación de Villanuevaų colaborar con los fiscales estadunidenses y aportar pruebas contra su ex socio en desgracia.

Esto habría provocado el resquebrajamiento de la estructura original de la organización (con todo y su cuerpo de abogados). Las fuentes de La Jornada aseguran que por su colaboración, Reséndiz habría recibido incluso una recompensa de más de 2 millones de dólares (tal y como si hubiese colaborado para la captura de Juan), de los cuales, la mitad fueron a parar a la cuenta de la abogada Villanueva.

Rompimiento o no con los García Abrego (Humberto hoy está libre, luego de su misteriosa fuga de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos contra la Salud, en 1997), el caso es que la mujer siguió en la brega, en medio del peligro... y en la sospecha.

Hace casi dos años, una bomba prácticamente destruyó su despacho en Monterrey; anteayer, en un hotel de Paseo de la Reforma en la ciudad de México, fue víctima de un atentado, junto con su presunto cliente, Cuauhtémoc Herrera Suástegui, ex funcionario de la fiscalía antinarcóticos de la PGR.

Ella, pues, está ahí. Con su pregonado derecho profesional, codeándose con Dios y con el Diablo.