SABADO 25 DE MARZO DE 2000
* TUMBANDO CAÑA
ƑSu profesión? Saxofonista
Ernesto Márquez * Paquito de Rivera es otro apóstata cubano fugitivo del régimen de Castro, que ųcomo su compatriota Arturo Sandovalų se acogió a la hospitalidad de Dizzy Guillespie, a quien podría llamarse el más cubano de los músicos de jazz.
En 1980, cuando Paquito estaba en el aeropuerto de Barajas, España, a punto de tomar un avión de regreso a Cuba, facturó una maleta llena de ropa vieja y se quedó en Madrid, y no mucho después ya estaba en Nueva York, trabajando a destajo en ese oficio laboral y glorioso que es el de intérprete de jazz. ''Un género que no era bien visto en la Cuba socialista, porque era música del enemigo", nos dice ahora.
De Rivera comenta que una vez se encontró con el Che Guevara; éste le preguntó que en qué trabajaba, y cuando le dijo que era saxofonista, el comandante insistió: ''No me refiero a eso, quiero decir su trabajo verdadero''.
La primera vez que vi a Paquito de Rivera fue en 1979, en un concierto en la sala Netzahualcóyotl, cuando vino como miembro de la banda Irakere, justamente después de que el grupo había sido galardonado con el primer Grammy en la historia de la música cubana.
Paquito estaba plantado en el escenario, con un inverosímil traje de cuero negro y un sombrero de spaguetti western, soplando el saxofón con tal fuerza y dulzura que era verdaderamente subyugante escucharlo. Había que verlo navegar en medio de los complejos cambios rítmicos, armónicos y la tendencia al baile de aquel inmenso combo.
Ahora que charlamos de nuevo, le digo que su manera de tocar, sea lo que fuere, me parece muy alegre.
Un poco cansado por el viaje y los ensayos con la Filarmónica de la Ciudad de México, orquesta con la que junto a su quinteto y su esposa brenda recreará una selección de temas de George Gershwin y Ernesto Lecuona, hoy, en Bellas Artes, Paquito me contesta con una gran carcajada cubana: "Y como no voy a hacer una música feliz si me escapé de aquella mierda de Castro".
Han pasado 20 años desde entonces y Paquito sigue teniendo la misma fobia a "ese hombre que odia el jazz tan sólo porque fue creado en Estados Unidos". Sin embargo, no ha perdido su amor por la isla, tal como lo demuestra en sus constantes referencias musicales llenas de imágenes cubanas y plenas de agradecimiento por todo lo que le inspira. "Aunque estando allá nunca me di cuenta de eso", comenta entre risillas. "Yo vine a conocer la música cubana a orillas del Río Hudson".
Ahora acaba de sacar al mercado una producción que es reflejo de todo eso, Tropicana nights, y es un homenaje a la música de los cuarenta y cincuenta: el cubop, el mambo y el jazz de grandes bandas. Un excelente trabajo discográfico en el que reúne el talento del maestro Chico O'Farril y Ernesto Duarte como arreglista, a la vez que expone composiciones propias, como la dedicada a su gran amigo Chucho Valdés y la que le da nombre al álbum.
En este trabajo participa también su mujer, la cantante lírica Brenda Feliciano, quien hace una interpretación regia de Siboney, uno de los temas elegidos par el concierto de esta noche. Finalizando con la rumbita A mí qué, interpretada por la Lucrecia, una mujer de abolengo sonero.
*
El cantante puertorriqueño Elvis Crespo, que en la pasada entrega de los Grammy fue galardonado en el rubro de Merengue por su álbum Píntame, agradeció a República Dominicana haber creado el ritmo que le ha permitido tener tal reconocimiento. El intérprete de Suavemente, tema que lo dio a conocer en el ámbito internacional, expresó que la tierra del merengue es para él como su segunda patria y que le gustaría pasar alguna temporada en Quisqueya, compartiendo con su gente. Visiblemente emocionado, Crespo reiteró que "República Dominicana ha sido muy importante en mi carrera", y recordó que en los inicios de ésta no sabía por donde encaminar sus pazos. "Estaba la salsa y el merengue, por lo que la decisión no era fácil. Ahora me siento muy contento por haberme dirigido en el sentido correcto".